Your face (borrador)

Episodio 11

Sonidos de tipeo y nuestras respiraciones era lo único que se oía en la estancia. Los consultorios de los doctores siempre son tan silenciosos. Dan ganas de respirar más fuerte y perturbar la hermética calma.

- ¿El dolor es punzante o continúo?

- Punzante.

- Dices que te golpeaste con el extremo de una mesa de mármol, ¿Correcto?

- Sí.

- Pasa a la camilla, por favor. Iré en un momento.

Me levanté, rodeando el escritorio y subiendo el pie en el banquillo para subir a la alargada cama médica. No pasaron tres segundos cuando el doctor ya estaba frente a mi, examinando mi frente con cuidado.

- Bueno, el golpe fue bastante fuerte sin duda. Pero no tiene ninguna lesión grave. Igual recomiendo que guarde reposo, podría experimentar efectos secundarios los próximos días - habló, dirigiéndose a la mujer a un lado de él. Mi mamá escuchaba todo con atención, asintiendo de tanto en tanto.

- ¿Reposo? ¿En la cama? - interrogué.

- Puedes hacer tus actividades diarias normalmente, evitando las que requieran mucho esfuerzo físico. Pero todo esto en casa.

- ¿No puedo salir?

- Lo mejor es que no. Al menos, por los próximos seis o siete días. Podrías experimentar desmayos debido a la inflamación y es preferible evitar cualquier incidente.

Ay no puede ser. ¿Cómo es que esto escaló tanto? Era un simple golpesito. El doctor mismo dijo que no fue tan grave, ¿En verdad tengo que guardar reposo?

- No se preocupe, doctor - habló mi mamá - Mi hija no va a asomar la nariz a la calle hasta el próximo lunes.

Estoy segura de que lo último me lo dijo explícitamente a mí. Mamá me había obligado a ir con ella a urgencias.

Luego de intentar salir de casa ella se molestó. Pidió un taxi y me llevó del brazo hasta la puerta de este. Yo no protesté, si decía algo para contradecirla, pasaría de estar molesta a estar enojada. Nadie quería que eso pasara. Me resigné y le escribí a Kristopher avisándole que había tenido una emergencia personal y no podría ir a nuestra reunión. Ya habíamos perdido más de una semana y solo nos reunimos una vez antes de que pasara esto. Si no puedo salir de mi casa por los próximos siete días, ¿Cómo se supone que avancemos con el trabajo?

No podemos darnos el lujo de perder más tiempo.

- Ma, sabes que estoy trabajando en una tarea grupal.

Ella, en el asiento del copiloto, giró su cabeza para mirarme.

- ¿Y entonces?

- Pues que mi compañero y yo nos estamos reuniendo en una biblioteca no muy lejos de la casa para eso.

- ¿Ajá...?

- Hoy debía encontrarme con él por eso mismo. Le cancelé a último minuto por mi cita. Pero pensé que solo sería esta vez.

- Ve al punto.

- Necesito que me dejes salir.

- No. Ya escuchaste al doctor.

- Pero, mamá, te estoy diciendo que necesito-

- Y yo te estoy diciendo que no - interrumpió, volviéndose en el asiento para mirar al frente. No iba a cambiar de opinión. No importaba si abría la puerta del taxi y amenazaba con arrojarme, su respuesta seguiría siendo “No."

- Entonces no sé qué voy a hacer - acoté evidentemente enojada - Porque eso está larguísimo y no llevamos casi nada hecho. Pero bueno, no importa. Tocará perder mi año escolar - continué hablando. Sabía que estaba pisando terreno peligroso, pero sentía tanto enfado. Le expliqué las razones y aún así ella no quiere escucharme, ¿Es que no entiende lo importante que es esto?

Mi madre no habló más en todo el camino y yo tampoco mencioné palabra cuando bajamos del taxi, ni cuando caminábamos hacia la casa, tampoco cuando entramos, ni cuando subí a mi habitación a prepararme para dormir. Las pastillas para el dolor que me habían recetado causan un sueño tremendo y mi madre me la hizo tragar nomás entrar a la casa. No quería dormir, pero no pude hacer mucho contra la abrumadora sensación de somnolencia.

No sé qué voy a hacer ahora.

°°°°

A las 5:19 am ya estaba despierta, mirando el techo mientras esperaba a ver si podía más el hambre que tenía o mi pereza. Anoche no eran ni las siete y media cuando me quedé dormida así que no me sorprendió despertarme a la madrugada sin una pizca de sueño. También me acosté sin cenar, lo único que recibió mi estómago ayer fue el desayuno. Seguro por eso tengo tanta hambre. El olor que llegaba desde la cocina a mis fosas nasales solo abría más mi apetito. Mimi ya estaba haciendo la comida a mi madre para que llevara al trabajo.

Mamá se levantaba a las 5:30 para alistarse, mientras Mimi acababa lo que sería su almuerzo ella corría por toda la casa (siempre se le hacía tarde). Me quité la suave y gruesa tela de encima de un tirón, había decidido levantarme y bajar a buscar algo de comer antes de que mi madre despierte. Mi enojo ya había pasado, pero no sabía si era el caso de ella también así que prefiero evitar regaños tan temprano en la mañana.

- Blú-Blú - saludó la mujer, alzando demasiado la voz. Llevé mi dedo índice a los labios, suplicándole con señas que se callara.

- Mimi. ¿Qué estás cocinando? - susurré, caminando hacia el sartén montado en la estufa.

- ¿Qué pasa? - preguntó Mimi usando el mismo tono.

- Nada - reí pasito - Es que... No quiero despertar a mi madre. Ha de estar muy cansada, mejor que duerma todo lo que pueda hasta que su alarma suene.

- Oh. Tienes razón - asintió la mayor hablando aún más bajo - Tu mamá me contó lo de tu caída, mi niña. ¿Cómo te sientes?

- ¿Te contó? - cuestioné extrañada.

- Sí. Me llamó ayer pidiéndome que esté al pendiente de ti, ¿Es cierto que puedes desmayarte en cualquier momento? - me preguntó más que asustada.

Ay Dios. Ya me imagino la forma en la que mamá le contó a Mimi. Conociéndola, exageró la historia para alarmarla y asegurarse de que realmente iba estar al pendiente. Mente de tiburón. Ojalá hubiese heredado eso de ella.

- Por supuesto que es cierto - habló mi madre detrás de nosotras.



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En el texto hay: humor, romance drama, desamor dolor

Editado: 11.12.2024

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