Las manos me tiemblan mientras me abrocho los pendientes.
Estas dos últimas semanas las he ocupado en recuperar materias, deberes y presentar trabajos atrasados y justificar mis faltas, he estado yendo y viniendo de la universidad. Oficialmente ya no vivo en la residencia, ahora todos estamos juntos en la misma casa y he cancelado mi primera cuota mientras Kara se encarga de los preparativos para la compra del edificio, esperemos que haga un buen trato.
En cuando a la fiesta del señor Leister, he tenido que faltar, pero hoy en la mañana recibimos la cartilla con la invitación a la fiesta de cumpleaños del mismo, quien lo diría, dos fiestas seguidas. Por otro lado mi vida amorosa se ha puesto en pausa, y quiero dejarla así durante un largo tiempo y respirar aire puro olvidándome de todo lo toxico de mi ex relación.
No he dejado de pensar en el juicio, no creí que este domingo llegaría tan rápido, todo el cuerpo me tiembla y apenas pude desayunar, me he tomado las vitaminas que aún tengo de mi dosis de pastillas que finalmente las he acabado, pero ahora los nervios me consumen completamente.
-..Cariño. – Leah asoma su cabeza y me sonríe un poco - ¿Lista?
-No, si – cambio mi respuesta enseguida – Estoy nerviosa.
-Todos están esperándote para apoyarte. Debbie, tienes a la justicia de tu lado, tienes mucho apoyo y testigos, tantos que el juez se quedara paralizado ante tal situación, verás que todo resultara excelente. – me frota el brazo.
-¿Pasara mucho tiempo en la cárcel?
-El tiempo que sea justo por sus acciones. – Asiento ligeramente alisándome la falda tubo. Sigo a Leah hasta el gran auto que han alquilado, me subo en la parte trasera viendo a Ned que va de piloto.
Es increíble como una mujer a la que apenas conozco está haciendo tanto esfuerzo por mí, y yo ni siquiera soy nada para ella, me cruzo el cinturón pensando en todo lo que debo decir y repasando las indicaciones de mi abogado.
Necesito a Christian, lo necesito en estos momentos.
Cada dos segundos me paso la mano por mi mejilla secándome las lágrimas, aún no han traído a mi madre y hay muchas personas que no conozco, parece una iglesia más que un tribunal.
La puerta se abre y ella ingresa con un traje naranja esposada, tiene el cabello hecha una maraña y un golpe en la mejilla que se ve muy doloroso, toma asiento de lado izquierdo en la otra mesa con su abogado.
Las primeras indicaciones del juez son claras, estoy aquí para decir la verdad y nada más que la verdad, estoy aquí testificando el maltrato físico y psicológico que he sufrido todo este tiempo, con la evidencia suficiente para que ella este tras las rejas.
-Señorita King, la evidencia que usted presenta ¿es actual?
-No señor, tenía diez años. – el abre los ojos pasando las fotos – Ella me coroto el labio por dentro para que no pudiese hablar, dos días después trajo al médico familiar para que él me tomara tres puntos.
-Señorita King. ¿Su madre alguna vez se sobrepasó con usted de la forma sexual?
-No, abogado, no lo hizo.
-Entonces ¿Qué pasaba allí dentro?
-Me encerraba en ropa interior y me hacía arrodillarme sobre trozos de cristales, hacía que levantara las manos y luego si tenía suerte me tenía allí durante diez o más minutos, pero si no, ella tenía un cable muy delgado y con ello me golpeaba en la espalda, tengo una cicatriz. Nunca tuve ningún accidente, igual que en la pierna ella me arrastro sobre los cristales roto e hizo aquella herida, otras veces ella entraba a golpearme por diciéndome que era mi culpa todo lo que le ocurría. Estuve en el hospital más que cualquier niña de 10 a 14 años, nunca dejo de encerrarme, pero mientras iba acreciendo los castigos iban disminuyendo, hasta antes de ir a la universidad eran solo amenazas con rasguños y cachetadas, hasta aquel día.
-¿Puede relatarnos cómo fue? – aprieto mis manos contra mis piernas.
-Llegue a casa de mi madre por la mañana.
-¿Por qué? – pregunta mi abogado. Suspiro y miro a mis amigos, a mi padre y hermano, aunque saben de mi ruptura, el decirlo frente a mi padre es humillante. – Señorita King, responda la pregunta.
-La noche anterior me entere que la persona con la que estaba saliendo estaba comprometido, el negó nuestra relación frente a mis amigos y eso me destruyo, así que corrí a los brazos de mis madre, porque no hay nada mejor que recostarse en el regazo de tu madre, es la medicina más efectiva que hay, no hay dolor que una madre no pueda curar.
-Pero la señora West no pensó lo mismo. ¿Cómo fue que termino encerrada y no recostada en su regazo?
-Hice un poco de tiempo para decirle, ella estaba ocupada con Stella. La hora de la comida llego, y ella ama comer con una copa de vino, sea la hora que sea. Pero yo tenía un vaso de agua, cinco minutos después estaba vomitando en el baño de invitados, sentí como la corriente subió por mi espalda hasta mi cabeza dejándome inconsciente. Cuando desperté estaba en la caja negra, me amenazo cuando mis amigos llegaron a la casa la noche en la que me rescataron, no me golpeo, pero amenazo con que los destruiría igual que lo hizo con Barry.