El día anterior al apocalipsis, Mateo se había quedado despierto hasta tarde...
La brisa llegaba hacia ese chico en la escalera caracol recta de la escuela.
—Hey Mateo, ¿Que haces? — Pregunto la chica con lentes dándole un toque en la nuca.
—Em, Leila.
—Recién estamos terminando el primer cuatrimestre y ya estás saltando las clases... — Dijo acercándose.
—Vos también estás acá. — Dijo desanimado.
—Si, pero, ¡Yo soy totalmente una genio! Vos de pedo entraste a esta secundaria... — Dijo acomodando los lentes con una mano en el pecho.
El chico trago saliva con su decaída actitud.
—¿Y esto por que? Por que tu amiga de la infancia te deja abandonado y se va con otro? Das pena, sos todo un idiota.
—¡¿No te cansas de repetirlo tantas veces?! — Levantó apenas la voz el chico.
—No, porque si algo me da rabia son los idiotas que no aceptan que son idiotas, se que vos no sos uno de esos pero igual y si te digo muchas veces idiota dejas de ser tan idiota.
—No tengo ganas. — Dijo volviendo la mirada hacia la puerta de la escuela.
—Pff, tan típico de vos. Idiota. — Dijo subiendo las escaleras.
La mirada del chico se centró en un disturbio hecho en la puerta del patio.
—¿Quien carajos sos? ¿Te pensas que podes hacer ruido por que si? Pues no amigo, estas en una escuela secundaria. — Exclamó el maestro de educación física mientras agarraba al misterioso hombre al otro lado de la reja del portón.
—¡Ghhh! — Gimió aquella persona pálida que estaba intentando irrumpir en la escuela.
—¡Michael, acordate que no debemos recurrir a la violencia! — Dijo la vicedirectora.
—Cálmese vice.
El sujeto usó una fuerza sobrehumana y mordió el brazo del maestro, así esté cayendo al suelo dejando un rastro de sangre.
—¡¿Q-Que mierda esta pasando?! — Exclamó el joven nervioso al ver la escena.
Mateo bajo la escalera directo hacia su aula. La puerta azotó la pared y el entro.
—Mateo, encima que no se presenta a tiempo, viene a molestar a sus compañeros... — Dijo el profesor.
El chico levantó de la silla a una compañera de un agarrón de brazo.
—¿Qué te pasa Mateo? — Pregunto el chico que estaba atrás de él.
—Seguime si queres vos también.
—Alumnos. ¡Alumnos! ¡¿A dónde van?! — Subió la voz el profesor.
Los chicos corrieron hacia la escalera. Jack, el novio de la chica (El mismo que se unió a la huida), abrió una especie de armario donde había cosas de Educación física; entre ellas, un bastón de combate y un bate, instrumentos que Mateo y Erika agarraron.
—¿Y vos Jack? ¿No vas a agarrar nada? — Preguntó Mateo.
—Así como me ves soy cinto negro en taekwondo.
—Ah okey, ahora sigamos con mi plan. Vayamos a la azotea...
—Me parece bien. — Dijo Erika.
Los gemidos de los zombies rondaban en el balcón para llegar a la escalera que dirigia hacia la terraza. Uno de los monstruos agarró a Jack.
—¡Mierda! Igual no te pienso dejar de agarrar maldito. — Dijo con molestia mientras evitaba que el monstruo se le acerque.
Erika le pegó en el pecho al muerto, que se quedó durante un segundo sin emitir movimientos para luego sorprenderla acercándose a ella.
—¿Tranquila! — Dijo Jack sacando el palo del zombie y sosteniéndolo por la espalda.
El monstruo empezó a mover poco a poco su cabeza superando la fuerza del muchacho hasta que... Sangre salió disparada y Jack soltó a la bestia pálida.
—¡HACE ALGO! ¡¿SOS UN HOMBRE O UN IMBÉCIL?! — Gritaba la chica a Mateo, el cual solo había estado mirando lo que pasaba.
—Oh, S... — Dijo Mateo poniéndose serio para ir directo a impactar su bate contra la cabeza del ser manchado de sangre.
—¿Estas bien? — Preguntó Erika a su novio.
—Si, ya se me va a pasar.
Mateo se había percatado que ''ellos'' transmitían la enfermedad mediante mordida, pero lo ignoro para no dañar el momento y poder llegar a la azotea para despedir a su antiguo mejor amigo.
—Miren, allá van ellos.
—¿''Ellos''? — Preguntó la chica a Jack.
—Si, son mordidos por personas, se mueren y luego, se levantan a cosechar daño e infección. Y por lo que llegó a ver no es solo en la escuela, la plaga también está en las calles esparciéndose.
—Esto parece una historia de Internet... — Dijo Mateo, suspiró y siguió — Vamos, tenemos que subir — Dijo empezando a caminar.
El trió subió a la azotea golpeando y apartando del camino a cualquier cosa que se mueva hasta subir hacia la parte de mantenimiento que oportunamente contaba con 1 metro de alto, suficiente para que esos monstruos no puedan llegar al menos de que vayan por la escalera que el grupo tapo con chapas. Luego se tomaron unos minutos para relajarse y pensar mientras veían los helicópteros ignorando los edificios como la escuela y dirigiéndose directamente hacia las plantas de energía. La tranquilidad no dura mucho pues...