Al llegar al edificio, me dirijo hacia la oficina de Marta, tal vez ella me pueda ayudar con mi Sim. Llego a su oficina y ella está hablando con un señor, parece ser importante.
Pasado un buen rato, el salió y se quedó mirándome como si le recordara a alguien, siguió su camino sin atreverse a decir algo, no sin antes hacer un asentimiento de cabeza en forma de saludo, supongo.
Decido entrar.
—Hola, Marta. Qué pena la molestia, yo otra vez— Salude.
—No te preocupes, dime.
—¿Me podrías ayudar o decirme donde cambiar mi sim? Necesito comunicarme con mi familia.
—Si, tranquila. Ya voy de salida, vamos en mi auto y en el camino te explico - Dice levantándose e indicándome que saliéramos.
—Marta, muchas gracias—Respondí siguiéndola.
Llegamos al parqueadero y abordamos su auto. Me explico como hacer el cambio, también el camino. Por último, me dio la dirección de Village en un papel por si llegaba a perderme pudiera pedir un taxi.
Al llegar ella me dejo, excusándose que tenía algo urgente que hacer ya que en el camino su celular no paro de sonar.
Podría volver caminando, luego de comer algo y hacer las compras. Yo calcule en camino y más o menos a unos 20 minutos caminando quedaba la villa.
☆☆☆
El cambio de sim no fue tan complicado pude conservar el número que tenía en Colombia. Así que saliendo del lugar pude comunicarme con mi familia. Luego de aguantar las mil recomendaciones de mamá, las advertencias de Bastián, siguió el testamento de Melisa. La última, literalmente insistió tanto y termine por contarle todo, desde el idiota que me hizo caer en el aeropuerto, hasta mi maravillosa pareja. Léase y escúchese ese sarcasmo.
Ahora voy saliendo del edificio donde la señora Marta me dejo, ya está anocheciendo y me está dando hambre, por lo que empiezo a buscar algún lugar para comer y posteriormente hacer algunas compras.
—Buenas tardes. Señora, disculpe una pregunta—Me dirijo a una señora que va por la acera, ella lleva su mascota.
—Buenas tardes, señorita. ¿En qué te puedo ayudar? — Responde amablemente.
—Estoy buscando una cafetería cercana o algún lugar de comida y un sitio donde hacer compras.
—Caminas unas 6 calles y giras a la derecha— Señalo detrás de mí. —Ahí hay un centro comercial, encontraras lo que necesites—Informa.
—Muchas gracias, soy turista. Qué pena la molestia—Dije agradecida.
—No te preocupes—Sonríe—Si alguna vez necesitas algo, ve a ese centro comercial y busca el local 137, ahí podrás encontrarme.
—Está bien, lo tendré en cuenta. Nuevamente gracias, señora...
—Me llamo Ross. Que tengas una linda noche...
—Soy Zaniah, igualmente para ti, hasta luego. —Me despedí y empecé a caminar.
Nunca tuve ningún problema con ello, en realidad era una de las cosas que más disfrutaba hacer, amo caminar. En Colombia solía hacer rutas, una que otra vez. Obviamente donde sabía que no me iba a pasar nada, uno nunca sabe.
Todo empezó cuando tenía alrededor de 11 años, mi abuela me enseñó a hacer este tipo de cosas, éramos ella y yo, algunas veces Bastián. Tiempo después cuando cumplí 15 en mi colegio hicieron un viaje de este tipo, vi que los papas de mis amigas estuvieron ahí, pero el mío no. Le pregunte a mi madre, y ella respondió con un "Si le importaras estaría contigo, con nosotros". Luego casi me prohibió estar con mi abuela ya que ella, ese día me entrego un portarretrato en forma de estrella que tenía enmarcada una foto mía al borde de un lago, siendo sostenida al aire por un hombre. Mi abuela nunca me dijo quien lo enviaba, solo dijo: Nunca lo olvides, el está contigo.
Ya se imaginarán el problema que hubo, pues mi padre prácticamente es un misterio para mí y un tema que jamás se menciona en la familia.
Años después, luego de una pelea con mi mama y mi abuelo (que odia a mi papa sin motivo alguno o por lo menos una razón lo bastante buena no ha dado), fui a la casa de mis abuelos en el campo y estuve ahí por días. Para ser exacta hace 1 mes. Allí encontré muchas cosas, en la cocina un día encontré una vasija de barro que dentro contenía dos cosas: Fotos y un diario. Revisé cada foto y me di cuenta de que la persona en ese portarretrato en forma de estrella es papa. Aunque su cara no se ve, encontré la parte faltante de esta. Había más fotos de ese día de hecho, muchas, pero en cada una la cara de él estaba cortada. De ese día recuerdo que estábamos en un lago, los cuatro, comimos, jugamos. Quizás celebrábamos algo, o simplemente era una felicidad que solo la vives cuando sientes que estas completo. A ese mismo lago mama nos llevó a mí y mi hermano otra vez cuando yo tenía 10 años y Bastián cumplía 12. Un 1 de septiembre. Al irnos del lago, sus palabras fueron "Ve a donde tu corazón te lleve, se tu propia brújula en el mar hasta que la corriente tome sentido y te lleve a tu destino". De camino a casa ese día ella lloro, como si recordara algo. Fue un silencio total pero no incómodo.
Aún voy en la misma fecha, solo que siempre sola.
Madre nunca nos ha dado una razón lo suficientemente clara para justificar la falta de mi papa, el porqué de no estar acá, conmigo, con nosotros. Tengo recuerdos de él, solo que no recuerdo muy bien su cara, ni su nombre (ella se niega a decirnos). Desde que tengo memoria he llevado un collar con un pequeño dije de brújula y una estrella dentro de esta. Lleva grabado un L. Morrison. Así que, por L, inicia el nombre de papá.
Y si, acá va nuevamente Zaniah al borde de las lágrimas. No, ya estoy a moco tendido. La gente me mira raro y con razón, va una loca llorando, sola. Seguramente pensaran que termine con mi novio o algo así, o sea si terminamos, pero culpa mía no fue. Si se preguntan, no llore. Lo quería, pero la vida sigue. Nuevamente eso es pasado, del que no se habla por ahora.
Editado: 06.02.2021