Capítulo 5 - Roles y conflictos en la mansión (Editado)

Zehra rara vez ayudaba en la cocina; la mayor parte del tiempo se dedicaba a cuidar de Hilda, así que su único momento libre para ayudar era cuando la niña estaba en la escuela.
Cuando la joven llegó a la cocina, Yalisa, de manera hosca expresó:

– Menos mal que has venido. Necesitamos ayuda.

Zehra estuvo a punto de estallar, pero no por el hecho de que le dijeran que necesitaban su ayuda, sino por la manera en la que se lo dijo.
Ella guardó silencio y colaboró calladamente, mientras Yalisa no hacía nada.

– ¿Acaso te crees la dueña de la casa? – preguntó Zaida con Malicia –. Tú también deberías ayudar; ser ama de llaves no significa que puedes quedarte ahí parada. Y en cuanto a Zehra. – continuó diciendo –. Ella no está obligada a estar aquí. Deberías estar agradecida de que al menos nos eche una mano cuando puede.

Entonces Yalisa, le respondió:

– ¿Acaso no escuchaste lo que dijo nuestra patrona cuando la presentó? – expresó Yalisa, con aires de superioridad. – También puedo darle órdenes y pedirle que venga cuando la necesite y últimamente, no ha respondido a las mismas.

Zehra, que no pudo contenerse más. Dejó el cuchillo que estaba usando para cortar las verduras en la mesada de un golpe y le respondió:

– Entonces, ¿por qué me pides ayuda cuando estoy ocupada con Hilda? Por ahora Dios no me ha dado la gracia de estar en dos lugares a la vez. Por favor Yalisa, sé coherente.
– Oh, por favor. Solo estabas jugando con ella, no la cuidabas. Esas son excusas. – respondió Yalisa.
– Ser niñera requiere de todo eso, por si se le ofrece algo. Al final del día ese es mi trabajo. – contraatacó Zehra, serenamente.
– ¿Y cómo es realmente ese trabajo? – preguntó de forma sarcástica.

Zehra siguió respondiendo serenamente, sin alterarse mucho, debía controlar su ira, para ser mejor que Yalisa y no caer en provocaciones.

– Ser niñera es acompañar al niño, tanto emocionalmente como físicamente e incluso compartir momentos agradables con él.

Nuray, la patrona, quién contrató a Zehra para que fuera niñera de la niña, le encantó la respuesta de la joven e ingresó de repente, interviniendo en la conversación.

– Zehra tiene toda la razón.

Todas se sorprendieron al escucharla y Yalisa no sabía que decir. La señora Nuray prosiguió, con voz serena pero firme.

– Ser niñera es un trabajo desgastante, requiere de mucho tiempo cuidar a un niño. ¿Cómo pretendes que Zehra te ayude si está cuidando a mi nieta? Su trabajo principal es cuidarla y luego venir aquí cuando tuviera un rato libre. Recuerdo haber dicho que debía seguir tus órdenes cuando estuviera en la cocina, pero fuera de eso, tú deberás ayudar a las demás, incluso cuando ella esté aquí. ¿Estamos de acuerdo?

Yalisa no sabía que responder y simplemente asintió:

– No quiero encontrarte más sin hacer nada. Debes ayudar. Ser ama de llaves no significa que no hagas nada. ¿Entendido? ¿O crees que eres dueña de este lugar?

Ante esta pregunta tan cortante, de inmediato Yalisa respondió rápidamente:

– ¡Por supuesto que no, señora!
– Entonces, no hay más de que hablar. Por lo tanto, que sea la última vez que escuche tales tonterías de tu parte. ¿Estamos de acuerdo?

Yalisa asintió nuevamente, castigada por la reprimida de su patrona. Mientras las otras chicas del lugar, para sus adentros estaban contentas de que la había regañado, pues honestamente se lo merecía.

La joven ante esto se sintió horrible, pues nunca antes la habían regañado así y culpaba de todo esto a Zehra.

Las cosas habían sido fáciles cuando las niñeras no duraban mucho y no hacían bien su trabajo, pensó que la joven recién llegada sería igual, sin embargo resultó ser todo lo contrario, en poco tiempo Zehra se había ganado tanto el favor de sus patrones como el de la niña y temía que esto escalará más y su gracia llegará hasta Amir.

Al dejar Nuray lo que pretendía de la joven, callando la boca de Yalisa. Dirigió su mirada a Zehra y dijo:

– Zehra, ve a descansar. – ordenó. – Yalisa, ayuda a las demás.