Días después...
Era de noche, Yalisa se encontraba en la puerta del establo, donde Zehra le había descubierto con el esposo de Jenna (aunque ella no lo sabía), en ese lugar estaba esperando a su amante un poco nerviosa e impaciente, pues debía decirle algo importante.
– ¿Por qué demora tanto en venir? ¡Le dije que debo decirle algo importante! ¿y es capaz de ignorarme?
Después de un rato esperando, Fariq llegó al lugar, mirando para todos lados para que nadie lo viera.
– Hasta que por fin llegas – dijo molesta –, ¿qué parte de que es urgente no entiendes?
– Yalisa, tenía que esperar que Jenna se durmiera, de lo contrario, me llenaría de preguntas. Pero dime... ¿Qué es lo urgente que debes decirme?
– Vamos – dijo agarrándolo del brazo –, entremos.
Ambos entraron al establo, sin darse cuenta de que en la distancia alguien los estaba observando y viendo todo lo que estaba sucediendo, esa persona, al ver aquello tan raro decidió acercarse al lugar y escuchar de cerca lo que estos tenían para decir.
– Bueno – dijo Fariq –, ya estamos aquí, habla rápido antes de que Jenna se de cuenta de que no estoy en casa.
El rostro de Yalisa se tornó preocupado y nervioso.
– Fariq... estoy embarazada.
El hombre no podía caer en la cuenta de lo que estaba escuchando.
– ¿Cómo? ¿Embarazada?
– ¡Sí, embaraza! – expresó fastidiada – ¡¿Qué debemos hacer?!
El hombre se movió de un lado para otro, tratando de pensar una solución y mientras lo hacía hablaba.
– Si tuviera el dinero suficiente, podrías abortarlo y terminar con esto.
– ¿Cómo dices? ¿Abortarlo? ¡Estás loco!
– ¡¿Qué otra opción tenemos?! – acercándose un poco más a ella –, ¡Ese niño no puede nacer!
– ¡Tú sí estás demente! ¡¿Cómo puedes decirme eso?! ¡Es tu hijo!
– ¡Un hijo que yo no quiero!
– ¡Eso es algo que no pudimos evitar!
– ¡Se pudo haber evitado si tú hubieras cumplido tu parte!
– ¡Já! ¡¿Ahora resulta que la culpa es mía?! ¡Claro como tú no tuviste nada que ver!
El hombre no dijo nada y siguió caminando de aquí para allá, pensando en alguna solución.
Mientras tanto, quien los observaba desde las tinieblas, no podía creer lo que escuchaba y estaba a punto de irse cuando inconscientemente hizo un ruido, lo cual se escuchó por el lugar.
Rápidamente Fariq se dirigió a la puerta, para ver quién lo había provocado, pero no encontró a nadie, nuevamente volvió hasta donde se encontraba Yalisa y dijo:
– ¡Trata de conseguir el dinero de alguna forma! ¡Mientras yo lo haré de otra para que podamos llevar a cabo el aborto!
– Repito, ¡estás loco! ¡No pienso abortar a este niño!
– Entonces dime, ¿Qué otra solución tenemos? No necesitas robar dinero, bien puedes pedirle a los patrones un adelanto, seguramente te lo darán ya que te tienen mucha confianza.
– ¡Ya te dije que no pienso abortarlo! ¡¿Qué no entiendes?!
– Entonces, ¿Qué podemos hacer?
– Alguna solución se me ocurrirá.