Hilda, ya tenía una idea de que quería regalarle a Zehra, así que hizo lo que su padre le había dicho y se fue hablar del asunto con su abuela, explicándole todo.
– ... Así que pronto es el cumpleaños de Zehra y tú quieres darle un regalo.
– Sí
– Me parece una buena idea, ¿qué quieres regalarle?
– Una muñeca – dijo muy segura.
Su abuela la quedó mirando desconcertada, ¿cómo que una muñeca?
– ¿Una muñeca? ¿Por qué quieres entregarle una muñeca? No sería mejor, por ejemplo, un collar o un perfume.
– No, pues mi intención es darle algo significativo para ella.
– ¿Significativo?
– Así es abuela, te explico porqué, le pregunté a Zehra que era lo que hubiera deseado tener cuando era niña y no pudo. Ella me respondió que una muñeca similar a la que tengo de adorno en la cama, entonces se me ocurrió regalarle eso. ¿Acaso está mal?
Su abuela sonrió.
– Por supuesto que no está mal, hasta incluso me parece una idea muy creativa. Bueno, te acompañaré a comprar esa muñeca, ya que me has dicho que tu padre te dio el permiso de comprar el regalo para Zehra, de paso también le regalé algo yo.
Era algo increíble el saber que Zehra se había ganado el corazón de aquella familia, pues todo ocurrió de manera inesperada y aquellos que dijeron que no duraría, seguramente estarán muy sorprendidos.
Una vez en la tienda, Hilda compró su regalo, lo hizo envolver y luego se dirigió con su abuela a la tienda, donde ella compraría algo a Zehra, y en ese lugar encontraron a Ekrem, que según parece también había comprado el regalo para su amiga. Al ver a su prima y tía en ella se sorprendió y se acercó a ellas.
– Vaya que coincidencia. ¿Qué las trae por aquí?
– Lo mismo te pregunto a ti, primo – dijo Hilda y un poco burlándose de él, entonces miró el regalo que llevaba en su bolsa y ella sonrió –, seguramente ese regalo es para Zehra, ¿verdad?
Ekrem se sorprendió, ¿cómo lo sabía?
– Sí... ¿Cómo lo sabes?
– Te escuché hablar con ella ayer y me enteré que pronto sería su cumpleaños, así que decidí comprar un regalo, igual que tú – dijo mostrándole la bolsa.
– Oh, así que te gusta escuchar conversaciones ajenas – dijo en tono de broma para hacerla enojar un poco.
– ¡Por supuesto que no! Solo escuché de casualidad porque iba a buscarla.
– Tranquila – dijo tocándole la cabeza –, sé que no estabas espiando y que fue todo una causalidad. Pero dime... sí ya compraste el regalo, ¿qué haces aquí?
– Mi abuela también le regalará algo.
– Oh interesante, entonces solo falta tu padre, ¿qué le regalará?
– Pues... a saber tú, espero que sea algo muy lindo.
Ekrem sonríe.
– Veo que realmente te agrada Zehra.
– Sí, pues Zehra es la única mujer que no se ha acercado a mi padre como las demás.
– ¿Acaso no quieres que a tu padre no se le acerque ninguna mujer?
– ¿Quién dijo eso?
– Nadie, pero me da a entender de qué es así.
Hilda lo miró pensativo, ¿sería así o no?
– Pues... te equivocas. Sí quiero que mi padre sea feliz, pero con una mujer que no se acerque a él por su dinero.
– Esa forma de pensar es muy madura de tu parte, ¿me pregunto porqué es así?
Ella se encogió de hombros y no respondió nada, así que volvió con su abuela.
Mientras Ekrem se quedó parado ahí pensando.
Probablemente Amir aprovecharía ese momento para acercarse a Zehra, lo cual era una buena idea, pero si estos dos llegaban a estar juntos, ¿Hilda lo aceptaría?
Nota de Autor:
Pido disculpas por la demora, no he podido actualizar seguido y lamento si los capítulos han quedado un poco estancados, pero hasta que no salga un poco de los trabajos voy a demorar. Espero que de todas formas les guste el capítulo y gracias por leer mi libro.