Los planes han cambiado un poco. Inicialmente, solo se planeaba ingresar al centro de mando y lanzar la nave de los croolers hacia el planeta Vezto. Nadie anticipó ni imaginó encontrarse con el gobernante de los croolers en este escenario. Ahora nos toca improvisar, confiar en nuestros instintos y enfrentar la situación según se presente.
—¡Ja! Me agrada que hablemos el mismo idioma. Así podrás entender lo mucho que despreciamos a tu raza. ¿Cómo debería llamarte? ¿Rey Crooler? —Handul habla con una valentía sorprendente, sin rastro de miedo en su voz.
—Solo llámame Rid, y ni siquiera te molestes en recordarlo… porque tu tiempo está por terminar.
Rid levanta su imponente brazo derecho, indicando claramente que está a punto de dar una orden. Todos en la élite nos preparamos, esperando su comando.
—¡Preparados! ¡Posición defensiva! —la orden de Handul llega de inmediato. Nos apresuramos a cubrir nuestros cuerpos con una gruesa armadura de partículas metálicas, mientras que en mi caso, las partículas de oro se fusionan para formar una defensa sólida.
Como era de esperar, Rid ha bajado el brazo, señalándonos directamente con una mirada cargada de desprecio. Los veinte croolers a su lado comienzan a avanzar hacia nosotros con determinación. Pero no son los únicos conscientes de nuestra presencia; el resto de los croolers en el centro de mando también se unen a la batalla, sumando un total de setenta enemigos contra nuestros siete. Es una desventaja numérica considerable, pero nuestra determinación y habilidades nos mantienen firmes ante el desafío que se avecina.
—Vamos a tener que iniciar una maniobra de embestida, ¿me siguen? —propone Neefar.
—Excelente idea, Neefar... —responde Handul con una sonrisa llena de determinación.
La astucia de Neefar siempre surge en los momentos más críticos. Conscientes de que el combate cuerpo a cuerpo no es una opción viable debido al número abrumador de nuestros oponentes, nuestra única salida es deshacernos de ellos en el primer intento. Por ello, todos corremos y nos posicionamos en el borde del pasillo, cerca de las barandas que nos separan del abismo en el centro de la habitación. De esta manera, podremos embestir a los croolers y derribarlos justo donde se encuentra el gran holograma de la galaxia.
El rugido ensordecedor de los croolers se acerca como una marea oscura, una avalancha imparable que se precipita hacia nosotros. La estrategia de Neefar es audaz, pero no exenta de riesgos; en medio del caos de la batalla, incluso nosotros podríamos ser arrojados al precipicio junto con los croolers. Es una apuesta arriesgada, pero en este momento, es nuestra mejor oportunidad de derrotar a nuestros enemigos y alcanzar la victoria.
Brawn demuestra una fuerza impresionante al lanzar al primer crooler sobre sus hombros y dejarlo caer al abismo de espaldas. Aunque su complexión podría engañar, su vigor es evidente. En contraste, Polh, con su musculatura imponente, hace que su acción parezca un simple gesto al enviar a su oponente volando hacia el centro del precipicio con un movimiento casi sin esfuerzo.
Kimku, por su parte, enfrenta algunos contratiempos, pero nada que lo ponga en peligro. Golpea la cabeza de los croolers contra el tubo de la baranda antes de arrojarlos al vacío, una táctica que, aunque no es la más efectiva, le permite mantenerse en la contienda.
La colaboración entre Ashtaria y Neefar es una verdadera sinfonía de destreza y coordinación. Ashtaria, ahora en modo ataque, despliega sus látigos metálicos con precisión, atando y lanzando a los croolers mientras Neefar, en modo defensa, se convierte en su escudo humano, protegiéndola de cualquier contraataque. Su conexión es intensa; con solo un intercambio de miradas, parecen comunicarse en un lenguaje que va más allá de las palabras, coordinando sus movimientos de forma casi telepática. Es un espectáculo impresionante, una demostración de verdadera armonía en el caos de la batalla.
Handul y yo, por otro lado, estamos luchando en proximidad, pero parece que cada uno está por su cuenta. Aunque compartimos la técnica de crear extremidades desde nuestras espaldas para agarrar y lanzar a los croolers, no estamos trabajando realmente como equipo. Quizás con otra persona, pero no conmigo. A pesar de eso, es nuestra estrategia actual y nos está funcionando.
Hasta este momento, hemos logrado deshacernos de la mitad de los croolers, pero la preocupación se cierne sobre nosotros al ver a Ashtaria mostrar signos evidentes de fatiga. Su cuerpo parece haber cedido ante el agotamiento, y los estragos de la batalla se reflejan en su rostro pálido y demacrado. Con cada esfuerzo, sus movimientos se vuelven más torpes, y su puntería comienza a flaquear, dejando brechas en nuestra defensa que los croolers aprovechan sin piedad.
El temor se apodera de mí al darme cuenta de que la situación se vuelve cada vez más crítica. La debilidad de Ashtaria es, posiblemente, debido a la cantidad de veces que ha vomitado desde que entramos a la nave, y ahora su resistencia está al límite. Su valentía es innegable, pero incluso los más fuertes tienen sus límites. Mientras tanto, Neefar está en peligro inminente, rodeada por las criaturas que Ashtaria no logra lanzar al abismo, criaturas que se aprovechan de la menor oportunidad para infligirle daño. La desesperación me consume al ver a mis compañeras en peligro, y la urgencia de protegerlas se convierte en mi única prioridad.
—¡Ashtaria, ¿qué te sucede?! —mi voz se eleva, pero ella parece perdida en su propia lucha interna, agitada y tambaleante.
—¡Que alguien las ayude! —la angustia en la voz de Handul refleja la gravedad de la situación.
Como él, yo tampoco estoy dispuesto a perder a ningún miembro de la élite.
Nos esforzamos por repeler a los croolers que nos rodean, pero el tiempo parece escaparse de entre nuestros dedos.
—¡Neefar! —Polh grita con desesperación al ver cómo Neefar recibe un golpe contundente en el estómago, un sonido metálico que se mezcla con su rostro contraído por el dolor. Ella cae al suelo, prácticamente inconsciente, pero eso no detiene a los croolers de seguir pateándola.