La rabia que siento no es tanto contra los croolers, sino contra mí mismo. Cada vez que intento proteger a alguien, parece que mi intervención se convierte en una sentencia de muerte para esa persona, como si mi instinto protector llevara consigo una maldición. La frustración me invade, y empiezo a pensar seriamente en dejar de proteger a quienes más quiero. Sin embargo, debo aceptar la verdad: seguiré intentando protegerlos, incluso de manera inconsciente, porque así soy yo.
Corro hacia la escena con mi rostro hinchado y empapado en sangre, mi visión aún borrosa. Sin embargo, entre las sombras distingo las siluetas verdosas de los croolers, lo que me permite identificar el objetivo.
—¡Ashtaria, necesito tu ayuda! —grita Klea, luchando por sostenerla mientras hace un esfuerzo por cruzarla al otro lado de la baranda. Pero Ashtaria está demasiado débil para responder, incapaz de reunir la fuerza necesaria para trepar. Afortunadamente, Handul acude en su rescate y, mientras yo me deshago de dos croolers de un solo golpe, ellos trabajan para salvarla.
No pasa mucho tiempo antes de que la saquen del peligro. Ashtaria cae exhausta sobre el pecho de Handul, quien la sostiene con firmeza mientras la lleva hasta donde yace el cuerpo inconsciente de Neefar. Su rostro muestra el agotamiento de una lucha sin tregua, la energía escapando de ella como un río desbordado.
—Ashtaria, se te ve muy fatigada... No te fuerces, solo recupera algo de fuerza y quédate cerca de Neefar —aconseja Handul, notando la extensión del agotamiento en su rostro.
A pesar del cansancio que la embarga, Ashtaria se esfuerza por revisar la condición de su compañera.
—No te preocupes por Neefar, aún está respirando —asegura Handul con voz firme.
Siento una vorágine de furia que arde en mi interior. El crooler frente a mí es el responsable de aquel golpe fatal a Neefar, el mismo que no dudó en seguir atacándola mientras yacía inconsciente en el suelo. Sus acciones no pueden quedar impunes; merece pagar con la crueldad más despiadada.
Él, presa del miedo, retrocede un paso y trata de enmascarar su temor con una sonrisa cínica. Sin embargo, no hay escapatoria para él. Con una de mis extremidades metálicas, lo alzo por el cuello, mientras con otras dos le arrebato la vista, haciendo que sus ojos desborden una cascada de sangre verdosa. Su agónico grito perfora mis oídos, generándome un dolor punzante en la cabeza. Para poner fin a su sufrimiento y no prolongar más su agonía, decido acabar con él de una vez, cortándole el cuello de un solo movimiento.
Una calma tensa inunda el aire una vez que cesan los combates. Echo un vistazo alrededor y confirmo lo evidente: hemos triunfado, no queda ni un solo crooler en pie.
—Ese precipicio ahora parece un cementerio de croolers —comenta Polh, observando el abismo en el centro de la sala.
Aunque el vertedero de croolers sea un recordatorio macabro de nuestra batalla, no es lo que más me preocupa en este momento. Lo que sí llama mi atención es la figura imponente del líder crooler avanzando hacia nosotros, su rostro es un reflejo de pura furia. Somos seis contra uno... ¿Realmente cree que puede vencernos?
—Hasta aquí llegaron, señores... —Las palabras del gigante de piel escamosa retumban en el aire, cargadas de amenaza y desafío. Sin embargo, no nos intimidan en lo más mínimo.
Handul y Polh avanzan con una energía enérgica y resuelta, cada uno con sus armas listas para el combate: una espada reluciente y unos puños adornados con espinas, respectivamente. Kimku empuña sus dagas con destreza, mientras Klea sostiene firmemente su espada. La seriedad en el rostro de Brawn es notoria, transmitiendo una sensación de poder y determinación que podría hacer temblar incluso al más valiente.
Aunque me siento mareado y agotado, mi ira sigue ardiendo con fuerza dentro de mí. Con tres extremidades metálicas preparadas para la lucha, estoy listo para enfrentarme a Rid y darle una buena batalla. A pesar de mi estado, sé que aún puedo luchar con ferocidad y determinación.
Rid permanece impasible, sin moverse ni protegerse, como si estuviera esperando nuestros ataques con calma. Pero no se dará cuenta de la tormenta que se desatará sobre él.
—¡Te voy a borrar esa sonrisa con un solo corte! —Handul avanza con furia desbordante, y no puedo culparlo. ¿Quién podría mantener la calma frente a semejante enemigo? Con un ágil salto, su espada se dirige directamente al cuello de Rid, un golpe que debería ser letal para cualquier crooler común. Sin embargo, Rid no es alguien común. Algo en su cuello parece resistir el filo de la espada, dejando el arma de Handul dañada y liberando una lluvia de partículas en el aire—. ¡Maldición!
Con una sonrisa cargada de cinismo, Rid habla con voz grave y ronca.
—Ustedes son una vergüenza —dice, como si estuviera disfrutando de nuestro desconcierto.
A partir de ahora puedo decir que estamos en serios problemas, no tenemos estrategias ni plan de ataque, me doy media vuelta esperando encontrar alguna idea reflejada en el rostro de Brawn y he notado que no tiene la más mínima idea de qué hacer... ¿Realmente estamos perdidos?
Una sombra pasa sobre mi cabeza, oscureciendo mi entorno. Levanto la mirada y veo que es Polh, quien cae con fuerza sobre el pecho de Rid y lo empuja hasta derribarlo.
La acción de Polh parece darle claridad a Kimku, que se coloca frente al cuerpo de Rid y rápidamente empieza a crear una barra de partículas metálicas, usando todas las partículas de su nanotraje y quedándose sin armadura. Con rapidez, utiliza la barra para inmovilizar las piernas de Rid, dificultándole levantarse. Sin embargo, la cantidad de partículas utilizadas es insuficiente para resistir la fuerza del adversario.
—¡Ya saben qué hacer! —grita Kimku, instándonos a actuar de inmediato.
«¡Cierto! Entiendo lo que quieres hacer, Kimku».
Todos comenzamos a crear barras metálicas tan fuertes como la de Kimku, quedándonos solo con la base negra de nuestro nanotraje. El rostro de Rid se amarga mientras usa todas sus fuerzas para intentar liberarse.