No puedo estar tranquilo sabiendo que Ashtaria podría estar en peligro de muerte, y menos ahora que no tengo el poder del Zen conmigo. Si la pierdo, sería para siempre, porque estoy seguro de que Handul no hará nada para devolverle la vida, especialmente considerando cuánto ha dejado en claro que detesta regresar de la muerte.
Ashtaria avanza decidida hacia Trox, y parece que ella ya comprende su nuevo poder de invisibilidad, ya que Trox ahora puede verla, algo que no era posible hace unos segundos.
Empiezo a creer que, tras consumir el Zenfrex, el poder que se recibe está relacionado con el deseo más profundo del momento. Como ocurrió con Neefar, cuyo deseo en ese instante era sanar la herida en su rostro, lo que dio origen a su poder regenerativo. Lo mismo me pasó a mí; mi necesidad de actuar rápidamente frente a la tortura que sufría Ashtaria me otorgó el poder de supervelocidad. Ahora, Ashtaria, tras consumir el Zenfrex, ha obtenido un extraño poder: la invisibilidad, tanto para ella como para quienes desee ocultar. Su mayor prioridad en ese momento era desaparecer de la vista de Polh, y de ahí proviene su nuevo poder.
—Primero le dices a Handul que en el futuro has visto su muerte... —Ashtaria se detiene frente a Trox con valentía, el rostro erguido y desafiante—. ¿Y ahora regresas diciendo que en ese mismo futuro viste la mía? ¿A quién quieres engañar? Está claro que estás mintiendo, solo quieres aprovecharte de los miedos de las personas.
—Acepto que engañé a Handul, y lo hice para que recolectara los Zenfrex para mí. Sobre tu muerte, te digo sinceramente que no estoy seguro si Kiharu llora por ti o por alguien más. Pero por aquel rostro angustiado que vi en él, puedo suponer que sí eres tú, pues grita tu nombre —dice Trox mientras entierra su espada en el suelo y se apoya en ella—. Ojalá pudiera ver cada detalle del futuro, pero solo presencio momentos breves.
—Pues ya no le tengo miedo a la muerte, Trox.
—Si no temes a la muerte, entonces no temes a nada. ¿La vida ha sido demasiado dura contigo?
Ashtaria sonríe con cinismo y luego bufa frente a Trox.
—Dime, ¿para qué quieres el Zenfrex? —le pregunta.
—Para evolucionar mi raza.
—Claro, es lo mismo que le dijiste a Handul, más mentiras...
—Ese detalle es cierto... y por lo que vi en el futuro, tú y Kiharu tienen el mismo interés que yo.
—¿A qué te refieres? —pregunta Ashtaria, arqueando una ceja.
—Ustedes quieren evolucionar mi raza, la que han llamado Tiakamitas.
La revelación hace que mi piel se erice y que Ashtaria pierda la concentración. Trox me ve, sorprendido al verme detrás de ella. Trata de disimular su sorpresa y vuelve a enfocar su atención en Ashtaria.
—¿Qué tonterías dices, Trox? A simple vista, la diferencia entre nuestras razas es evidente.
—Sabes a lo que me refiero, Ashtaria.
—No...
—Esta es mi única oportunidad para preservar la raza de Yowta. Somos una raza en peligro de extinción y, al igual que ustedes, mi equipo está encargado de asegurar la existencia de su raza.
»Nuestra misión es sembrar la vida de nuestra raza en otro planeta, ya que Yowta se ha vuelto inhabitable debido a unas armas químicas que detonaron durante una antigua guerra interna. Después de ese evento, nuestra única esperanza era encontrar un nuevo hogar, y este planeta parecía el candidato perfecto. Lamentablemente, cuando llegamos aquí, los Crooler ya habían colonizado el planeta con sus horripilantes bestias reptilianas.
—¿Enemigos de los Crooler? Qué coincidencia... —Ashtaria sonríe con ironía.
—¡Ashtaria, no le creas, está tratando de engañarte!
—Sí, esos malditos llegaron primero, así que nuestra siguiente acción fue deshacernos de ellos. Estos seres eran monstruos difíciles de combatir, así que nos retiramos y pasamos mucho tiempo planeando su exterminio. Años después regresamos al sistema estelar, y mientras cruzábamos el cinturón de asteroides, lanzamos un pequeño disparo contra una roca para desviarla y estrellarla contra el planeta. Tenía que parecer un accidente cósmico; no queríamos iniciar una guerra entre razas, ya que aún no nos recuperábamos de la anterior. Para nuestra desgracia, los Crooler tenían un portador de la singularidad, uno capaz de viajar a través del tiempo y el espacio. Él vio el futuro y descubrió quiénes eran los responsables de ese acto.
Las palabras de Trox suenan tan convincentes que resulta increíble lo bien que miente. Su historia fluye con tal naturalidad que parece haberla planeado con antelación.
—No podemos creerte —digo, avanzando hacia él y quedando por delante de Ashtaria y frente a Trox—. ¿Recuerdas que querías matarme para quedarte con mi singularidad?
—¿Cómo no querer matarte si eres el último rostro que veo al final de mi futuro? No sabes cuántas veces he viajado a través de las distintas líneas del tiempo buscando una en la que no muera. Incluso he creado una nueva línea, y en ella también apareces en mis últimos segundos de vida —Trox me mira con desprecio y rencor—. Cada vez que llego a ese punto de mi futuro, veo mi sangre salpicada en tu cara y mi espada en tus manos... Tenía que matarte antes de que tú lo hicieras conmigo...
—Pero aún no lo has hecho.
—Sentí el poder de tu singularidad en mi garganta, como si la vida se me escapara. No conocía el poder de la otra chica y no podía seguir arriesgándome; preferí averiguar más sobre sus habilidades. En mis viajes temporales, vi este presente: tú consumiendo un Zenfrex y evolucionando al instante. Necesitaba ese poder para acelerar la evolución de mi raza, deseaba que fuera mío. Sin embargo, nunca te vi bajo el filo de mi espada, y sé que nunca podré matarte para quedarme con el poder, eso es un hecho. Pero alguien más sí podría...
»Cuando te vi en los últimos segundos de mi futuro, noté que no portabas el poder de la singularidad, así que comencé a viajar a futuros más cercanos. Pasé días interminables en mis viajes temporales hasta que finalmente vi a Handul con el poder, lo que indicaba que él te mataría en algún momento.