Todo comenzó con un extraño pero a la vez, peculiar sonido.
Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc Tic Toc
El sonido poco a poco sonaba más fuerte.
Era uniforme y no cambiaba su ritmo ni su tiempo.
Era como el segundero de un reloj.
Se hacía más y más fuerte a cada sonido hasta que…
Desperté.
Día 1:
Me encontraba de pie frente a un lugar muy familiar.
— La preparatoria… — Murmuré — ¿Qué hago aquí? ¿Qué fue lo que…?
Pensé que había vuelto a despertar, que todo sería como antes.
Creí que estaría en casa con mamá y que mi vida habría vuelto.
Pero me equivoqué.
Miré a mí alrededor y no había rastro de vida humana.
Nadie.
Nadie más que él.
— ¿Qué tal Hiro? — No tenía su sonrisa característica. Su mirada era más fría a lo que recordaba.
— ¿Por qué estoy aquí?
— Revisé tus memorias y hallé este día, este momento… este lugar.
— ¿Qué? ¿De qué estás…?—
— ¿Lo recuerdas Hiro? ¿Sabes bien que sucedió en este lugar, verdad?
5:30 pm
Era justo como aquel día.
La tarde caía, la brisa soplaba, los pétalos de cerezos se marchaban.
El lugar.
El tiempo.
Mi ubicación.
Todo como aquel día 0.
Solo faltaba algo.
— Hanako… — Murmuré.
Inmediatamente miré arriba.
Se encontraba en la terraza.
Ella, la chica de la que me había enamorado, se estaba aproximando al borde.
— ¡No!, ¡¡No lo hagas Hanako!!
Corrí, justo como aquel día.
Mi cuerpo se sentía más débil. No lo recordaba tan pesado.
Quizás fue producto de que la enfermedad avanzara un par de años.
Corrí.
Aunque mis pulmones no podían más, corrí.
A pesar de que mis músculos no podían más, corrí.
Sin importar el dolor de mi pecho, corrí.
Llegué a la puerta de la terraza y la abrí de inmediato.
Hanako estaba dándose vuelta en mi dirección.
— ¡¡No lo hagas!! — Grité con el poco aliento, suplicando que se detuviera — ¡¡Por favor!!
Ella me vio con una sonrisa, sonrisa que me conmovió.
— Lo siento Hiro… — Susurró.
De nuevo aquellas palabras, aquellas hirientes palabras.
Antes de caer, una lágrima se deslizó por su mejilla y seguido de ese momento, su cuerpo también cayó.