Capítulo 15
En el lado limpio se quedaron pensando en toda la historia que pudieron conseguir en los últimos días.
—No entiendo, en el otro lado, no son como este lado, o sea, la historia no fue escrita por los ganadores, por decirlo de un modo. —dice el general.
—Pues, a pesar de que escribieron la historia desde todo punto de vista posible, eso no quito que tuvieran la primera y segunda guerra mundial. Con diferencia de que no perseguían judíos sino católicos, y la bomba nuclear fue tirada en Rusia, no en Japón —comenta Thomas.
—Una notable diferencia, que incluso envié estos datos y en búsqueda de esas personas. Y no me enviaron toda la información, solo los que encontraron y fue interesante.
—Busco la contraparte de las víctimas del holocausto.
—Si. Si un judío murió en la segunda guerra mundial, en el otro lado también, pero por motivos diferentes. O sea, los de este lado y los del otro, comparten la fecha de muerte, sin importar la forma que murieron.
—Quiere decir que, Ana Frank, en este lado murió en un campo de concentración en 1945 y en el otro lado también murió en ese mismo año, pero no en un campo —concluye Thomas.
—Si. Básicamente.
— ¿También se hizo famosa con un diario?
—Si, Thomas. Eso también se mantiene, pero con una diferencia según un resumen hecho en una computadora: Ella escribía sobre la fea forma en que trataban a los católicos, que la supuesta raza morena pura.
—Los nazis en ese otro lado, estaban contra los blancos.
—Si. Interesante, como una niña cuestiona el racismo. Murió por ocultar católicos en el sótano de su casa. Hay una estatua en el lugar de esa casa, igual a la estatua que tienen de ella aquí, pero en otro lugar.
—Así que, —empieza a pensar Thomas—, las criaturas del otro lado, son criaturas porque su contraparte de este lado están vivos. Bueno eso pienso.
—También lo pensé cuando leía esto y es posible. Siempre y cuando no eliminen a la criatura. Si lo hacen, su contraparte segura vivo, pero si eliminan al vivo, su contraparte de criatura muere, definitivamente.
—Una conexión rara, pero solo afecta un lado de manera castigo divino.
—Hablando de castigo divino, si en cierto modo este lado y el otro son opuestos, muchas criaturas pueden volver a ser humanos, pero solo pasa cuando la transformación. Un ejemplo de ésto es Mario, alguien que conocí en el otro lado. Pero no es así para todas las criaturas, ya que los paraísos tienen criaturas víctimas o aquellos que no pudieron seguir adelante con el cambio del mundo en el fin del mundo. Para ellos debe ser otra cosa.
—Superar un trauma o aceptar la realidad, pero ya no sé.
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En la casa de la playa, Mario lee los informes y entiende que, en cierto modo, siempre estuvo destinado a estar con Carlos.
—Me alegra saber que su madre no esta con ese enfermo, mal hombre. Yo ando bien con mi antigua novia, pero ¿qué diferencia había en su vida? Su contra parte parece bien.
Mario se queda pensando en que hay diferencias más allá de lo que uno piensa. No solo si eres o no criatura, sino, si tuviste familia feliz o infeliz. Tantas diferencias que se pueden deducir con la vida de las personas.
Por curioso, Mario pidió más informes, no solo el de él y Carlos, también sus hermanos, el padre de Carlos y los infantes del orfanato.
Bastante diferente.
Sus padres no están muertos en el otro lado, un hermano viudo, y no maneja un orfanato.
Aunque lamenta no ayudar en el orfanato, se alegra que no sea necesario en ese mundo.
Los infantes tienen vidas diferentes. El infante criatura fue adoptado hace años y vive feliz, como otros y el resto sigue en el orfanato. No muchas diferencias, pero notables.
Mario guarda todos los papeles en los sobres correspondientes y se queda pensando, en la necesidad que varios tienen en saber sobre sus contrapartes, de sus vidas, de lo que pudo ser.
Después de un rato en reflexionar, sale de la casa y va hacia la orilla del mar, a ver el horizonte y seguir pensando.
—Tenemos la necesidad de saber el que hubiera pasado. ¿Por qué? ¿Eso no causaría más frustración? ¿Eso no aumentaría las posibilidades de convertirse en criatura?
—se pregunta Mario.
Se sienta en la orilla del mar y sigue mirando hacia el horizonte, mira las olas y pierde el sentido del tiempo.
Sin darse cuenta, Carlos se le acerca y se sienta a su lado.
—Mario —dice Carlos.
Al hablar, saca del trance de Mario y dirige su mirada hacia la voz.
—Me asustaste —dice Mario.
—Te vi aquí, pero estuviste mucho tiempo sentado —le comenta Carlos con preocupación en su voz.
Mario se dio cuenta.
—No tienes que preocuparte, solo estuve aquí un rato —dice Mario en tono despreocupado.
—Mario, siempre te he visto como un padre, no sé cómo explicarlo. Por eso me preocupo por ti. —dice Carlos con tono preocupante.
—No pasa nada, solo estuve rato aquí. No es para tanto.
—Mario, tienes horas sentado aquí.
Al escuchar eso, Mario se sorprende, para el no paso tanto tiempo.
—Mario —dice una voz a tras de ellos.
—Es hora de almorzar —dice otra voz a tras de ellos.
Mario dirige su mirada hacia atrás y ve a los infantes del orfanato.
—Lo siento mis infantes, me perdí en el océano.
—Nos preocupamos, estuviste horas así.
Mario se levanta y se dirige a la casa.
—Es hora de comer, ¿pedimos fideos? Creo que atengo cajas de fideos instantáneos del otro mundo.
Dicho eso, se dirige a la casa.
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