Cuando te fuiste

Capítulo 21

Miércoles 6 de noviembre, 2013

 

Minerva salió del edificio sintiéndose devastada, la única posibilidad de evitar que Luca se librara de Fontana se había esfumado con la negativa de Victoro a creerle. Debió escuchar a su esposo, pero como siempre tenía que ser ella la que tomara la última decisión y ahora solo le quedaba esperar que su acto no le acarreara más problemas a Luca de los que ya tenía. Para colmo, le había revelado impulsivamente al sargento dónde encontrarlo y hasta después de hacerlo pensó en la posibilidad de que Victoro fuera cómplice de Fontana. Maldijo una y otra vez su estupidez mientras aceleraba el paso para alcanzar a abordar un taxi que dejaba a un pasajero en la esquina de la estación de policía.

A punto estaba de lograr su objetivo cuando el taxista arrancó el vehículo pese a haberla visto. Alguien detrás de ella le había hecho una seña al conductor para que partiera, pero Minerva se detuvo sin reflexionar mucho acerca de la actitud del hombre. De pronto sintió un fuerte brazo rodeándole la espalda. Instintivamente, miró a su lado derecho para encontrarse con la fría expresión de un desconocido; era moreno, alto y con una complexión que parecía tener la fortaleza de un roble. El hombre tenía la mano derecha metida bajó su saco y Minerva sintió en su costado como presionaba contra ella un objeto que por el tamaño adivinó era un arma.

—Acompáñeme y no haga tonterías, podría matarla antes de que alguien se diera cuenta.

Minerva lo obedeció cabizbaja; tenía tanto miedo que apenas lograba que sus pies la obedecieran y avanzaran uno tras el otro. El hombre que la amenazaba no podía ser otro que Fontana o al menos eso suponía por la edad que debía tener y la fiereza de su expresión. Victoro debió ponerlo sobre aviso y ella creyendo que el agradable policía que había conocido en la Piazza en verdad era de fiar. Deseó morirse ahí mismo.

Fontana la llevó casi a rastras hasta su vehículo a una cuadra de la estación de policía y la hizo entrar en el lugar del copiloto mientras él daba la vuelta para entrar por el otro lado. Minerva hizo lo único que se le ocurrió e intentó abrir la portezuela con un discreto movimiento, pero esta continúo cerrada pese a no tener el seguro puesto; era de esas puertas que no se abren más que por fuera, al darse cuenta volvió a maldecirse por haberse puesto en ese riesgo y arruinar la única oportunidad de Luca.

El vehículo arrancó una vez que Fontana estuvo dentro y Minerva dio un último vistazo por el retrovisor, observando como la estación de policía se iba haciendo cada vez más pequeña hasta desaparecer en una esquina en la que dieron vuelta. Cerró los ojos, comprendiendo que Fontana no la liberaría con vida. Pero a pesar del temor que la paralizaba de los pies a la cabeza, se dijo a sí misma que sin importarle su propio bienestar, haría todo lo que estuviera en sus manos por evitar que la utilizara para encontrar a su esposo. Fontana siguió conduciendo a alta velocidad hasta salir de la ciudad y dejar atrás toda construcción. Al final terminaron en un terreno descampado similar al que veinte años atrás, el comisario había llevado a Luca para aterrorizarlo y disuadirlo por completo de volver a intentar denunciar a Stephano.

Fontana salió y poco después, abrió la portezuela del lado de Minerva. Acto seguido, la obligó a bajar con rudeza; jalándola por el brazo para luego ponerla contra el vehículo sin dejar de mirarla a los ojos. Tenía una mirada penetrante que Minerva apenas pudo sostener sin desear huir o desaparecer para no tener que enfrentarla. 

—Sé que conoce a Lombardo lo suficiente para saber quién soy así que ahora mismo me dirá ¿Quién es usted y qué tanto le dijo ese infeliz?

Minerva negó con la cabeza, no pensaba abrir la boca. Su negativa impacientó a Fontana que sin aviso le propinó dos fuertes bofetadas que le partieron el labio, haciéndola sangrar. Ella gritó y lo miró aterrorizada con los ojos llenos de lágrimas, jamás había tenido que enfrentarse a ese tipo de violencia; era la primera vez en su vida que un hombre se atrevía a tocarla de esa manera. Él adivinó en su expresión el mundo del que venía y pensó que sería más fácil doblegarla.

—Puede ser mucho peor y si lo que hace es por tratar de protegerlo, sepa que nada podrá evitar que lo encuentre y lo haga pagar por los veinte años que me ha hecho pasar.

Pese al horror que el comisario le causaba, Minerva siguió firme en su decisión, no le diría nada que pudiera perjudicar a Luca así la torturara hasta la muerte. Él la golpeó otra vez antes de hacerla caer al suelo. La mano de él se sentía como el acero, Minerva no creía poder soportar más. Por su parte, Fontana podía seguir maltratándola hasta sacarle la verdad, pero no quería perder más tiempo en el asunto y recordó la bolsa de Minerva; fue por ella al vehículo y sin la menor consideración vació en el suelo todas las pertenencias que contenía hasta hallar la billetera. Minerva vio caer el contenido de su bolsa desde el suelo, había logrado sentarse de lado y se sostenía con una mano en tanto con la otra tocaba los golpes recibidos. Lloraba como una niña asustada, pensando que lo siguiente que haría el comisario sería matarla.

Fontana encontró la identificación de Minerva y sacó su propio teléfono móvil, aún tenía guardado el número desde el que le había hablado Luca así que le llamó. Él tardó en responder, pero al fin lo hizo. Al escucharlo, Fontana forzó a Minerva a levantarse. Ella tuvo que obedecerlo pese a que a duras podía mantenerse en pie.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.