Demons (libro 3. Batalla Final)

Extraño

Kellen miró a su alrededor en cuanto sintió estabilidad de nuevo, pero notó que no estaban donde se suponía debían estar y de donde no habían debido salir.

 

  • ¿Dónde estamos y por qué no…?
  • Cierra la boca – le ordenó Sariel – No tengo por qué darte explicaciones
  • Bien, pero… ¡Ey! – exclamó cuando Sariel se fue de lado – ¡Alguien que ayude aquí!

 

Aunque él había detenido la caída, siendo que seguía teniendo a Lil en brazos y aun no sabía cómo estaba, ciertamente no podía encargarse de ambos.

 

  • ¡Sariel! – gritó Miliel que había recuperado el conocimiento
  • ¡Mili! – dijo Anjari que era quien estaba con ella
  • ¡A un lado! – le gritó ella empujándolo
  • Mili por favor, deja que… – intentó Enamel

 

Sin embargo, no tendría más suerte que Anjari y ambos terminaron tirados.

 

  • Dime algo, Enamel – le dijo su hermano mientras lo ayudaba a levantarse
  • Déjame en paz – dijo él de malos modos, aunque Ertael lo ignoró
  • ¿Por qué te empeñas en ser apaleado por Mili?

 

Enamel lo miró mal y haciéndolo a un lado se fue tras la nephilim que ya había llegado donde estaba Sariel.

 

  • Ertael, dime que no es lo que estoy pensando – dijo Anjari
  • Suponiendo que en tu despeinada cabeza haya algo diferente a cómo ganar en los video-juegos, créeme que sería difícil…
  • ¿Enamel está enamorado de Mili? – preguntó interrumpiéndolo

 

Ertael no sabía si reír o acomodarle un porrazo, pero luego pareció recordar que Anjari era muy joven, que normalmente andaba entre jóvenes humanos y que eran muchas las cosas que ignoraba, como por ejemplo, que ciertamente Enamel amaba a Miliel, pero era un amor que estaba mitad de camino entre el que podía sentir por una madre y el que podría haber sentido por una hermana mayor, y era por ello que su necio hermano se tomaba tan a pecho el bienestar y la seguridad de Miliel.

 

Kellen había buscado donde colocar a Lil, y después de asegurarse que su organismo no había sufrido mucho daño con la fuerte emisión de energía, la dejó en el sillón pensando que era mejor dejarla inconsciente hasta enterarse de dónde estaban y por qué.  Comenzó a caminar pero aquello, y aunque se notaba que era un enorme salón, le recordaba en forma desagradable las salas de los hospitales de campaña, y cabe destacar que él había estado en muchos. Todos allí parecían muy ocupados y debían estarlo, porque los que no estaban heridos o no mucho, atendían lo mejor que podían o de acuerdo a sus capacidades a los que sí lo estaban. Kellen se detuvo al ver una herida especialmente horrorosa y que conocía bien.

 

  • Tranquilo Dav – estaba diciendo Erelim – Vuélvete de nuevo y espera, ya están buscando a Eli – dijo con angustia

 

Kellen apartó a otro chico que estaba allí y sin decir nada comenzó a ocuparse de aquello.

 

Aunque Daver estaba medio inconsciente, reconoció a Kellen, algo normal pues se conocían bien, pero en el estado en el que se encontraba Daver, lo único que su cerebro le recordó, era que había sido Kellen quien lo encontrase para devolvérselo a Zaveve cuando él había escapado y no que justo en ese momento Kellen no era un enemigo, de modo que si bien intentó moverse, aquello superaba en mucho sus fuerzas actuales y perdió el sentido.

 

  • ¡Dav! – exclamó Erelim
  • Déjalo – dijo Kellen sin el habitual tono antipático – Por mucho que grites no te escuchará y es mejor así
  • ¿Por qué? ¿Qué le hiciste?

 

Sin embargo, Kellen no dijo nada más y siguió trabajando, pero Erelim que parecía extraordinariamente nerviosa, se levantó y comenzó a correr dándole voces a Eliel.

 

Eliel y como ya se ha dicho, compartía con su padre el don de la sanación, pero además y como en verdad le gustaba mucho la medicina, en algún momento había decidido matricularse en la universidad y se había recibido con honores. No obstante, y aunque también había hecho todos los postgrados y especializaciones imaginables a medida que iban saliendo, pues tiempo era lo que le sobraba, pensaba que aun no sabía bastante y eran muchas las veces que lo escuchaban decir: Necesitamos a papá; esto no sucedía por falta de confianza en sus propios conocimientos y habilidad, sino que seguía pensando que siendo su padre un caído y él no, Araxiel tenía mucho más poder especialmente cuando se trataba de heridas muy serias o producidas por un shedim de la jerarquía mayor, pues éstas producían una intoxicación más virulenta envenenando la sangre a una velocidad mayor; de modo que recurría a su padre para evitarle a sus compañeros, mayores sufrimientos o por tiempo más prolongado. Aun así, la regla no escrita entre los descendientes, y aunque había varios que habían nacido con el mismo don, era pensar y acudir primero a Eliel.




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