El amante cruel.

No era la uncia que había caído en las garras de ese demonio, había otras mujeres que al igual que Carmen, habían sido seducidas por él, aquella entidad se podía mover a voluntad ¿Qué estaba pasando? Ahora ya era libre de andar entre nosotros ¿acaso escogía a sus victimas y decidía a quién se llevaría primero a la tumba? Era evidente que Carmen no lo había logrado, me llené de miedo cuando me di cuenta de que solo yo podía verlo.

—¿Te sientes bien? Parece que viste un fantasma ¿lo viste? —me preguntó Vanesa mientras me apretaba el brazo.

Yo ni siquiera pude responderle, estaba temblando de miedo, la chica rubia había desaparecido de mi vista, detrás de nosotras se encontraba otra mujer a la que desconocía, noté su presencia porque su mandíbula temblaba como si tuviese hipotermia.

Cuando volteé, ella tenía los ojos abiertos de par en par, estaba blanca como la leche y salió corriendo de ahí, entonces supe que ella también lo había visto.

—¿Qué le pasa? No sabía que era amiga de Carmen. —externó Vanesa desconcertada.

—¿Quién es ella? —le pregunté con urgencia.

—No la conoces, se llama Frida, es muy rara, será mejor que no te involucres con ella.

—Necesito hablar con ella. —le dije mientras la aportaba de mi lado.

—¿Qué? ¡espera! —Vanesa no tubo más remedio que darme ir y la mirada de Martín me siguió hasta que desaparecí de su vista.

La lluvia era más intensa que antes, estaba buscándola como loca y ella corría de mí más rápido.

—¡Espera! ¡necesito hablar contigo! ¡Frida!

Frida huyó hacia el campo y yo la segui, ambas estábamos tan débiles y cansadas que ella calló de rodillas en el fango y yo me rendí justo detrás de ella.

—Gracias….ya no puedo correr más…

—¿Qué quieres? No te conozco, déjame en paz. —me dijo Frida llena de amargura.

—¿Lo viste no es así? Al romeo de sangre…

—¿Qué? —Frida me miró desconcertada y su rostro estaba lleno de miedo.

—Yo también puedo verlo, necesito tu ayuda, él me sedujo y ahora tengo miedo de terminar como Carmen, estoy segura de que antes de nosotras, ella estuvo primero con él, su cuerpo presentaba todas las señales, anemia, desnutrición, delgadez extrema, moretones y demencia, ella fue victima de ese demonio al igual que nosotras, puedo ver los moretones que tienes en el cuerpo, al igual que yo, tratas de cubrirlos, apenas pasé una noche a su lado y ya me dejó en este estado, no quiero pensar lo que me hará si sigue robándome la vida.

—¿Pasaste una noche con él? Es un mentiroso…nos endulza el oído diciendo que somos las únicas para él y te roba la vitalidad, sé que es perverso, pero cada noche no puedo evitar aparecer en su cama, me hace suya y despierto cansada y débil…no podremos escapar, nuestro destino será el mismo al que Carmen se enfrentó.

—Debe haber una forma de detenerlo, la leyenda dice que podemos enfrentarnos a él.

—Nosotras no, solo un enviado de Dios puede hacerle frente.

—Martín puede ayudarnos, estoy segura de que si le decimos la verdad…

—¿Cres que va a creernos? Nadie va a tomarnos en serio, nadie escuchó a Carmen, dejaron que su demencia avanzara y se obsesionó con el súcubo, viste con tus propios ojos como se llevaba a Lidia, nadie más se percató, estamos destinadas a pasar como locas, nadie puede ayudarnos. —expresó Frida entre lágrimas y desesperación.

—Si nos ayudamos entre nosotras, podremos salir de esta, confía en mí, haré que el romeo de sangre se detenga, si seguimos teniendo miedo, seguirá matando mujeres y su poder crecerá, tenemos que unirnos para acabar con él.

—¿Y cómo lo haremos?

—investiguemos más sobre, él, esta noche quédate conmigo, le diré a mis padres que te conocí recién o puedo irme a tu casa, a quién sea que se lleve el demonio esta noche, la otra irá a la casona y lo detendrá, pero no seguiremos teniéndole miedo, yo se que ambas queremos librarnos de él.

—¿Estás segura de que va a funcionar?

—Debemos intentarlo.