Falsamente tuya

Capítulo 28: PAREJA DEL AÑO

Aurora.

Llego a mi apartado en el piso de Aren, lo primero que mis ojos ven sobre el escritorio es una pequeña nota, una sonrisa genuina se pinta en mis labios mientras tomo esta.

Miro el pequeño post it sin dejar de sonreír, tomo esta y por alguna razón siento que mi corazón comienza a acelerar sus latidos.

“Ten un lindo día, Fresita.”

Es una frase corta y posiblemente una frase demasiado común, pero el ‘Fresita’ al final hace que tenga ese toque especial que me eleva en alto. Sé que ha sido Aren, lo sé porque es la única persona que suele llamarme así y también lo sé porque reconozco su letra.

Guardo el post it en el interior de mi bolso, metiéndolo dentro de mi cartera y asegurándome de que la nota se mantenga intacta.

Dejo mi bolso en su lugar designado y tomo mi agenda. Aren se había adelantado el día de hoy, se excusó diciendo que tenía algunos pendientes que adelantar así que no llegamos juntos como suele de ser costumbre desde que nos casamos.

Preparo su café y una vez que está todo listo me apresuro a ir a su oficina, llevando su taza con café y la agenda conmigo.

Me adentro a su oficina, esta vez no encuentro a Aren detrás de su escritorio sino que lo encuentro sentado en uno de los sofás de su oficina. Su saco ha quedado a un lado dejando únicamente su camisa de vestir blanca, misma que tiene las mangas dobladas hasta los codos, su cabello está revuelto y tiene algunos mechones demasiados rebeldes que caen por su frente, hay unos lentes de lectura en sus ojos y su rostro se muestra completamente concentrado.

Miro el centenar de hojas que hay a su alrededor, hay otras cuantas pegadas en las paredes de la oficina y otras regadas en su escritorio, quien entre pensará que un remolino ha pasado por aquí revolviendo absolutamente todo.

Miro la caja de lápices de colores abierta y revuelta en otro de los sofás y no puedo ignorar los blocks de dibujo que abarcan la mesa de centro frente a él.

Puedo ver también como el magnate está tan concentrado que ni siquiera ha notado que he entrado. Está completamente atento a lo que sea que dibuja en una hoja sobre su regazo, su pierna izquierda se encuentra cruzada sobre su pierna derecha elevando más lo que sostiene en su regazo.

Dibuja sin cesar, su mano se mueve de un lado a otro sosteniendo un lápiz entre sus dedos. Conforme me acerco puedo ver las hojas regadas a detalle, hay cientos de bocetos y por lo que logro captar, es un nuevo avión.

—¿Despertaste con inspiración? —pregunto.

Aren parece salir de su trance, levanta la cara, sus ojos coinciden con los míos y quita sus lentes de lectura.

—La tengo desde anoche —responde.

Una pequeña parte de mí se aloca al instante ya que lo único que mi cabeza parece proyectar es el beso intenso del que ambos fuimos protagonistas la noche anterior.

Aren se recompone tenuemente, mueve todo lo que ocupa la mesa de centro. Su definición de limpiar se basa en lanzar las cosas a otro de los sofás, me ahorro la carcajada y termino de acercarme dejando su taza con café en la mesa.

Me recompongo en mi sitio.

—No hay nada importante en la agenda —aviso abriendo esta—. No hay reuniones, cenas, comida ni nada —lo miro—, así que puedes estar tranquilo.

Suelta un suspiro lento, se inclina y toma la taza con café para darle un sorbo mientras que yo solo me encargo de mirar cada uno de sus movimientos.

—Bien —responde—. Cancela todo lo que haya para la semana —mis ojos se abren con sorpresa porque Aren no es el tipo de jefe que cancela sus pendientes.

—¿Qué? —pregunto—. ¿Estoy escuchando bien?

Una tenue sonrisa le pinta los labios.

—Quiero concentrarme en esto —señala los cientos de bocetos a nuestro alrededor—, y el viernes tengo un partido de béisbol con los chicos.

Lo miro con una ceja elevada.

—¿Partido de béisbol? —pregunto curiosa.

—En la universidad —responde dejando la taza de regreso en la mesa—. El equipo representativo de la universidad me pidió participar en uno de los partidos.

No dejo de mirarlo mientras habla.

—Se sabe que durante la universidad jugaba béisbol —sonrío—. Los chicos pidieron un partido y accedí.

Cierro mi agenda, intento tomar asiento pero todo a nuestro alrededor está ocupado, miro a Aren cuando hace a un lado los bocetos junto a él, palmea el espacio que queda libre y no dudo en acercarme para tomar asiento a su lado.

—¿Así que dejarás el lujoso traje para portar un uniforme de béisbol? —pregunto con una sonrisa aún.

—Solo por un día —responde.

Imaginarlo hace que mi interior se contraiga.

—Puedo asistir, ¿cierto? —pregunto mirándolo.

—¿No serás la encargada de echarme porras desde las gradas? —pregunta, elevando una ceja.

Puedo sentir como mi sonrisa crece.

—Debo preparar mi asombro outfit —suelto emocionada. Es la primera vez que hago esto—. Debo lucir sensacional —lo miro y señalo—, y tú tienes que ganar porque debo presumir que mi esposo es el mejor —bueno, en realidad, es el mejor, gane o no un partido de béisbol.

Sonríe, la alegría le pinta los ojos.

—Necesitas darme motivación, Fresita.

—Algo se me ocurrirá —excuso sin eliminar la maldita emoción.

—Esta vez yo participaré en tu outfit —habla, lo miro con intriga.

—¿Qué? —pregunto, no puedo dejar de sonreír.

—Que descortés —suelta—. Fresita, ¿puedo elegir tu outfit? —pregunta.

Me siento en una maldita ilusión, mi cabeza comienza a asentir al instante.

—Sería un placer ver lo que mi esposo tiene para mí —sonríe.

La idea me emociona de inmediato, por supuesto que estoy ansiosa aunque una parte de mí teme porque Aren pueda elegir algo que no me guste, pero, la parte de mí que lo conoce desde hace un par de años sabe que hará una buena elección.




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