La asistente del Ceo

Capítulo 5: El día D

Bruno.

A las cinco de la mañana ya estaba dandome una ducha. Ese día era importante, iría por fin a AZ, y tomaría posesión de la compañía que me pondría más cerca de mis objetivos. Cerré los ojos bajo el agua tibia que recorría mi cara y mis hombros, me sentí relajado como pocas veces me permitía sentirme.

Nunca usaba trajes, pero ese día era importante, así que opté por un traje negro y zapatos de vestir, engominé mi cabello y me miré al espejo satisfecho con lo que veía, aunque no estuviera acostumbrado a esa imagen, miré mis jeans y las camisetas deportivas, todas blancas e iguales, y un hoodie negro con capucha con el logo de mi marca en el pecho: una D muy pequeña pensando que les sería infiel al menos por esa mañana.

Susana conteneaba su cuerpo en un pequeño baby doll desde la cama. Me sonrío risueña mirándome de arriba abajo.

—¡Qué guapo! ¿Trabajas en Wall Street? Creo que nos da tiempo de portarnos mal antes de que llegue mi novio, es un aburrido nerd que odia los trajes —bromeó.

—Muy graciosa —respondí recogiendo mi bolso de cuero negro con mi laptop y mi tablet.

—No pareces tú —dijo y apoyó el codo en la cama para verme mejor, su cabello oscuro caía como cascada sobre sus brazos y las blancas sábanas que desordenamos en la madrugada.

Alcé las cejas y alcé los brazos mirándola a los ojos mientras se levantaba. Ya estaba listo para irme.

—La prensa estará allí, se hará la reunión de junta con los antiguos dueños, no quiero que me vean como siempre me ven en la prensa o en la televisión, espero poder sorprenderlos. Y no odio los trajes, soy capaz de usar uno, solo que jamás iré a trabajar así.

—Suerte, amor. Iré a un evento en Milán más tarde, también tengo que ir a Londres ¿Crees que pueda usar tu avión? —preguntó haciendo pucheros, me acerqué a ella y dejé un beso superficial sobre sus labios llenos y le sonreí.

—Claro. Puedes usarlo como quieras.

Me lanzó un beso con la mano y se echó a la cama de nuevo revolviendose entre las sábanas.

—Entonces dormiré un poco más. Aprovecharé también para ir de compras, no pude ir a los desfiles de Paris y Milán y necesito renovar mi guardaropa —se quejo con voz infantil.

En ese instante dejé de oir y salí de su presencia.

Mi novia era una super modelo de origen brasileño, era la chica con la que más había durado para  entonces: dos años. No sabía si terminaría siendo mi esposa, la idea de casarme me aterraba. El único inconveniente de salir con Susana era que tenia a la prensa metiendose en mi vida más de lo que me habria parecido sano.

Revisé mi teléfono y antes de irme me senté en un par de minutos en el living de mi casa para ver lo que se comentaba en redes sociales sobre la adquisición. Vi que se hacian los tipicos comentarios sobre la estrategia de compra y también: Alex Monet el ex novio de Susana que era una estrella de rock, hablaba sobre teorías conspirativas de las que yo supuestamente era parte, incluso me acusó de ser un reptiliano.

Moría por responderle algo, pero no quería discutir con un hombre que me acusaba de ser extraterrestre, además de ridiculo, no tenía sentido y generaría cientos de articulos amarillistas que para nada quería relacionados a mi persona.

Subí a la Mercedes-Maybach GLS y cerré la puerta, en el lugar me esperaría mi equipo legal y mis asesores financieros, era importante que me vieran llegar solo. Atendí llamadas y coordiné algunas reuniones de trabajo mientras llegaba al impresionante edificio donde funcionaba AZ corporation.

Uno de mis escoltas se bajó a abrir la puerta, me puse gafas oscuras pues la prensa no dejaba de lanzar sus flashes a mi cara, así como acercaban sus micrófonos, mis escoltas se encargargaron de mantenerlos alejados.

Cuando estuvimos en el ascensor que solo ocupaba yo con dos de mis gurdias acomodé mi corbata y tomé un par de respiraciones para relajarme, sería la primera vez que tendría que enfrentar cara a cara a enemigos corporativos, unos a los que había vencido.

La puerta de los ascensores se abrió en el piso diecinueve, vi a lo lejos movimiento dentro del lugar, sentí las miradas tensas de las personas que me cruzaba a cada paso, vi a mi equipo legal y me acerqué a ellos con naturalidad sin dejar de mi mirar la escena plagada de nerviosismo.

—Bruno,  nos han hecho esperar bastante, no adelantamos la revisión de los estatutos como acordamos —dijo León, uno de mis más antiguos asesores legales.

—No les des importancia.

Debieron verme llegar porque eseguida se acercó una mujer mayor y nos dijo que podiamos pasar a la sala, miré un par de veces mi reloj de muñeca ante la mirada de decenas de personas a mi paso.

Lo primero que encontré fue a una mujer muy alta y delgada que llevaba el cabello largo y liso de color castaño claro, se mantenía de espaldas y no podía ver su rostro a pesar de que se dirigia a nosotros pidiendo que esperaramos un segundo.

—Ya hemos esperado suficiente, señorita —dijo León.

Ella se giro, llevaba un tapabocas quirurgico, sus enormes ojos color almendra impactaron con los mios con frialdad.

—Y seguirán esperando, la sala no está lista para recibirlos —dijo firme, alisó su falda lápiz a la altura de sus muslos, lo que hizo que todos llevaramos la vista allí, tenia unas curvas impresionantes a pesar de ser delgada, sus caderas eran anchas así como sus piernas largas y torneadas.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.