Mi chico perfecto

Capítulo 4

ARNOLD

—¿Por qué estás vestido de esa manera? —preguntó Anya tan pronto me vio aparecer en la sala de estar, e hizo una mueca de repugnancia conforme baja la vista a mi atuendo casual—. Te ves ridículo, Arnold.

—Claro que no—respondí seguro. Aun dejé de sentirme de esa manera por la incomodidad de la expresión de mi hermana menor y empecé a sentir dudas sobre lo que estaba usando. ¿De verdad me hacía lucir ridículo? Eché un vistazo rápidamente al espejo que mi madre había puesto en la sala de estar, y ser de cuerpo completo me permitió ver todo mi atuendo. Anya había estado mintiendo. No había nada ridículo en lo que usaba. A decir verdad, no me veía mal, estaba bien vestido, mejor que nunca en mi vida. Incluso de la vez que había tenido que entregar a Agnes en su boda. Estaba bien. Lucía cool y casual.

Es cierto, no estaba usando los jeans y los suéteres que siempre usaba, pero tampoco es como si hubiera exagerado en mi vestimenta. Era un día normal, ¿Por qué no tener algunas incorporaciones nuevas en mi armario? Mamá siempre decía que los cambios eran buenos.

Y yo estaba haciendo unos nuevos. Estaba bien.

—¿Por qué siquiera estás usando los mocasines de papá? ¿mamá lo sabe? —continuó preguntando la niña de diez años que siempre me causaba irritación y que rompía completamente mi monologo interno. Miré irritado a la pequeña bestia. No es como si odiará a mi hermana, era más como que me causaba dolor de cabeza, ya que uno como hermano espera que su hermana lo apoye y que de palabras de aliento cuando son momentos especiales, pero ella Anya no era ese tipo de hermanas, ella si tenía la oportunidad de empujándome en el fango, lo haría y se reiría de eso.

—No, mamá no sabe y quiero que siga…—

—¿Qué es lo que no sé, Arnold? —apareció a un costado, saliendo de la cocina y se detuvo de golpe al verme vestido cool. Su mirada se veía asombrada y podía casi imaginar, que mi madre se estaba aguantando las ganas de echarse a reír, lo cual obviamente no podía ser—. ¿Por qué llevas puesto eso? Pensé que habías dicho que ibas al orfanato. ¿Acaso piensas ir a una cita y no ayudar al padre Jacinto?

—¿Q-qué? ¿Cita? —me eché a reír de forma exagerada, claramente fingida, haciéndome hacia adelante, colocando las palmas de mis manos sobre mi estómago—. ¿De qué hablas, mamá? Estoy normal. Como cualquier otro día.

—Mírame, Arnold—ordenó mi madre. Hice caso de inmediato—. ¿Piensas ayudar al padre Jacinto sí o no?

—Si—contesté un poco sin aliento. Tragué saliva. Y me enderecé al mismo tiempo que la risa murió de mis labios. Y miré serio a mi madre. Un poco nervioso de ser descubierto. No es que no le tuviera confianza, ella sabía sobre Aurora, era en la pequeña gremlin en quien no confiaba. Anya era peor que una red social. Y justo ahora no dejaba de observarme con fijeza. Buscando algún chisme jugoso que pudiera compartirle a sus amigas.

En Buena Vida casi no había noticias asombrosas, muchos decían que era un pueblo aburrido, por lo que cada cosa que se sabía de los Wilkinson era una nota importante en el periódico local. Y considerando la vena malvada que tenía Anya, ella no iba a dudar en hacerme la burla del pueblo.

—Está bien—aceptó mi madre, y asintió lentamente, en sus ojos se daba cuenta de que algo más estaba pasando conmigo, pero conocía a su hija demasiado bien y sabía que debía de tener cuidado con sus palabras—. ¿Pero no crees que vestirte de una forma más normal, hará que llames menos la atención de los demás? Estará una parte del pueblo. Sacarán fotos para el resumen mensual.

—Me iré a cambiar de inmediato—dije horrorizado. ¿Cómo no había recordado en las fotos mensuales?, empecé a pensar horrorizado. No quería que nadie en el colegio se burlará de mí después de que el periódico local mostrará las fotos de los eventos importantes del mes. La ayuda al orfanato siempre estaba en la lista número uno, ya que era cuando todos los Wilkinson se reunían. Mi madre había tenido razón, debía de lucir más normal. Corrí de nuevo a mi habitación.

—Le dije que lucía ridículo, pero no me hizo caso—comentó mi hermana con molestia, apenas me vio desaparecer en el pasillo—. Arnold es tan idiota. Parecía al abuelo.

—Anya—amonestó nuestra madre.

Mi hermana dijo algo más, pero ya no pude oírla. Era lo mejor. No quería saber que pensaba de lo que había hecho, suficiente mortificado estaba conmigo mismo. Además, ¿Por qué se había ocurrido vestirme de esa manera? La imagen de Aurora sonriente apareció en mi mente.

Cierto. Era por ella.

 

 

 

 

Al llegar al orfanato, la gente ya estaba reunida repartiendo la comida, ropa y los juguetes que los Wilkinson habían traído para los pequeños niños que habían perdido su familia por diversas circunstancias. Por esta acción y muchas otras más, el pueblo sentía que los Wilkinson era nuestro trébol de la suerte.

Una vez el viajo George enojado de escuchar ese apodo por la boca de Anya con desdén, y él nos había contado que hace treinta años que Constance y Benjamín no habían tenido nada de lo que ahora poseían, que simplemente lo que le había sucedido eran porqué eran buenas personas, y que su destino o el mismo karma les había favorecido por sus acciones de jóvenes. Según sus palabras, los dos muchachos habían llegado casi al mismo tiempo en un invierno demasiado frío. El viejo George decía que todo el pueblo se dio cuenta de que Benjamín se había enamorado de Constance apenas la vio, ella por su parte, lo odio muchísimo. Así que siempre se mantenía alejada del chico que causaba problemas en donde sea que iba. No obstante, el joven Benjamín no se había desanimado por los rechazos de la chica con sonrisa bonita. Y había continuado apareciendo en todos lados para impresionarla y Constance sin más remedio le había aceptado la cita cuando en la última vez que Benjamín Wilkinson la fue a ver a su trabajo, y él había terminado internado en la clínica por causa de una alergia. Con el rostro hinchado y desfigurado, Benjamín había llorado de alegría. A la semana siguiente, Los Wilkinson habían tenido su primera cita. Lo demás nunca supe que ocurrió por qué el viejo George se había quedado dormido en su silla, no obstante, supuse que esa cita había salido de maravillas ya que Luke y Aurora ahora existían en este pueblo olvidado.




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