El tipo abre la boca como si quisiera decir algo más, pero después de eso se queda inconsciente de nuevo, aunque sigue apretando con fuerza mis gafas rotas en su enorme puño.
- ¿Qué sucedió? - suena cerca una voz masculina sorprendida. - ¿Quién noqueó a este tío?
Me doy la vuelta y veo al entrenador.
- Yo, -digo a través de un sollozo convulsivo. - Es decir, asegure mal la barra de la máquina. Quizás. La barra salió volando y le golpeó en la cabeza.
– ¿En serio? - frunce el ceño, y de repente se empieza a reír. - Bueno, ya es hora de darle una lección a nuestro grandote. Bien hecho, chica.
- Parece haber recuperado la conciencia, -mi garganta se contrae por la emoción. -Y ahora se ha vuelto a desmayar. Hay que llamar a un médico. Urgentemente. No le he... está vivo, ¿no?
- Seguro que está bien, - contesta el entrenador. -Deberías haber visto lo que ese grandullón está haciendo en el ring. En el combate. Ahí recibe lo suyo. Y todos reciben de él.
El hombre no parece agitado en absoluto, pero llama a los médicos.
Pronto una multitud de personas se reúne alrededor. Mis gritos llaman la atención de todos. Escucho susurros animados que vienen de todas partes, pero apenas puedo distinguir las palabras, la sangre late demasiado fuerte en las sienes.
Estoy entumecida por la ansiedad.
- Tenemos un nuevo campeón, -dice el entrenador, señalándome y contando lo que pasó entre risas.
Aparece el médico y examina al chico. Y exhalo cuando escucho que no hay daños graves.
Menudo imbécil. Rompió mis gafas. Y en general no tenía que meterse conmigo. Tuvo suerte de que la barra no le mato. Y como podría estar preocupada por este psicópata. Estúpido. Tiene la cabeza dura. De hierro. Porque no hay nada dentro.
Me dirijo a la salida y me tropiezo con los amigos del boxeador loco. El tipo alegre, que estaba preocupado por sus músculos, me mira fijamente.
- Tienes suerte, -le da una palmadita en el hombro el segundo chico. - Te dio solo con palabras, pero podría haberte noqueado. Te libraste de una buena.
Paso junto a ellos hacia el vestuario. Muerdo mis labios, tragando lágrimas inesperadas. Lo que me faltaba es echarme a llorar aquí.
¿Qué me pasó?
- Oh, Lisa, ¿cómo te las arreglaste? -pregunta Nina, corriendo detrás de mí hacia el vestuario. - Todo el mundo habla de ti.
- Bueno, él mismo ...
- Tenemos que salir de aquí rápido, -murmura mi amiga, mirando a su alrededor. - Ya he llamado a un taxi, nos está esperando abajo. Te cambiaras de ropa en casa, no perdamos tiempo.
- Fue un accidente, -me encogí de hombros con nerviosismo. - No lo golpeé en la cabeza a propósito. Y, de todos modos, no fui yo. La barra se soltó de sus soportes.
- Liza, no lo entiendes, -Nina me coge de la mano. Este tipo ya está despierto y buscándote. No hay muchos vestuarios femeninos aqui. Rápidamente averiguará dónde estamos. Vamos por la salida de emergencia.
- Pero yo no hice nada.
- Le avergonzaste delante de todos.
- ¿Está enfadado conmigo?
- ¡Claro, está furioso!
Es cierto. De lo contrario, ¿por qué rompió mis gafas? Por la conmoción, no entendí todo de inmediato, pero ahora me viene a la mente todo el horror de la situación en cuestión de segundos.
Nina y yo salimos corriendo del club, nos montamos en un taxi y, al darme la vuelta, veo cómo se abre la puerta y el tipo espeluznante sale a la calle corriendo.
La mirada del extraño es monstruosa. Cabello despeinado, sus ojos brillan. Sus puños están fuertemente apretados y sus mandíbulas desencajadas. Incluso desde la distancia, puedo sentir el salvajismo que emana de él. Es como si se hubiera desatado una bestia loca.
Es terrible. Es capaz de atacar a una chica. No le importa con quién pelear. Es muy poco probable que controle sus impulsos. Tienes que mantenerte alejada de un tipo así.
Afortunadamente, el coche se pone en marcha y estamos a salvo.
- Será mejor que no vayas más a ese club, -dice Nina al día siguiente.
- No fue mi intención, -me encogí de hombros. - Te devolví la tarjeta.
- Bueno, por si acaso, -suspira. - En general, incluso es mejor no pasar por esa zona. Descubrí que ese tipo vive cerca. Encontré su nombre.
- No me interesa, -niego con la cabeza con decisión. - No quiero saberlo.
- Entiendo, -asiente Nina. – Hay que hacer que no te vea. Deja pasar el tiempo. Todo se olvidará. Ahora está muy enfadado.
Yo también estoy encantada con él. EL solito vino a ligar conmigo y él solito se enfadó después. Es agresivo. Peligroso. Esta absolutamente desequilibrado. Como pude enfrentarme a este tipo.
Espero no volver a encontrarme con él nunca más. Tengo suerte de vivir al otro lado de la ciudad. Y, por supuesto, ni siquiera puedo pensar que algún día me encontraré en la misma universidad que él y además, en el papel de su pareja y estudiante de primer año.