Capítulo XXVIII

16 de abril.

L.M.

Hay que limar perezas…el grupo se hace grande.

Bueno siempre se dice que hay que dar segundas oportunidades, es mas que claro que somos humanos y como tales comentemos errores, a veces se dañan a terceros, pero como tal tenemos que afrontar las cosas, pedir disculpas a quien se dañó es un paso al igual que aceptar que se es culpable.

Es verdad que de debes en cuando solo al cruzar mi camino con Fernando lo único que sale de mi boca es un saludo casual, de buenas tardes o dependiendo la hora, pero nada más. No es que le guarde rencor, eso ya no va conmigo, pero tampoco es para que seamos grandes amigos, pero en fin ahí la llevamos. Con Sebastian es casi igual, solo de lejos y un saludo cordial. Lo bueno es que mi relación con Armando va bien, y su relación con su hermano no es para nada intensa; claro que aquella vez cuando se enteró no pasó nada feo, porque gracias a Richard eso no sucedió. En fin, se lleva las cosas en paz, a pesar de las intrigas venenosas de Duch, no a provocado su cometido de ocasionarnos problemas, de que sigue queriendo destruir también la relación de mis amigos, pero tampoco lo logra.

Receso…

Un grupo de amigos se encontraba como siempre en su lugar favorito, desayunando y charlando un poco, cuando de repente se acerca un par de chicos que sin proponérselo tienen un objetivo en común. El chico rubio de mirada celeste junto a un chico castaño de ojos miel también se acercaba al grupo de amigos.

—Hola —dijeron en coro el rubio y el castaño.

—Hola—respondieron el grupo de amigos.

—E…este podemos sentarnos junto a ustedes —dijo el rubio un poco nervioso.

—Claro que si se puede —respondió la rubia.

—Gracias —dijo el rubio y posteriormente se sentó, menos el castaño que seguía de pie.

—Claro que también te puedes sentar —le dijo Armando al mismo tiempo que le señalaba un lugar a lado de su castaña novia.

—Gracias, pero antes quiero decir unas palabras —respondió sinceramente el castaño.

—Entonces te escuchamos y siéntate que Liz no muerde ¿verdad? —dijo con una sonrisa la rubia, pero luego se acordó que no era bueno dar chistes con ese par, pues ya tenían un pasado y por desgracia uno no muy bueno—. ¡Es broma chicos!, mejor di lo que ibas a decir, Je,Je,Je.

«trágame tierra y no me vomites de nuevo, por favor» pensó la castaña.

«como amigas como Li para que queremos enemigas, verdad» dijo Inner.

Por un momento el ambiente no era muy bueno, pero para romper el silencio una pelinegra lo hizo para terminar con ese ambiente.

—¿Qué es lo que quieres decir Sebastian? —preguntó la pelinegra.

—B…bueno quiero disculparme con cada uno de ustedes, principalmente c…contigo Lizzie —dijo mirando a cada uno de los presentes hasta terminar posado su mirada en la castaña.

—No hay nada que perdonar, porque eso ya lo hice hace tiempo atrás —respondió la castaña—. Al igual que lo hice con Fernando —dijo mirando a ambos y dándoles una pequeña cálida sonrisa—. Ya dejemos eso en el pasado y hagamos borrón y cuenta nueva, eso sí, no vuelvan a querer verme la cara otra vez, pues no vuelvo a darles oportunidad, ¿entendieron?

—Claro y gracias Liz —contestaron ambos chicos.

—Y esta ves recuerde que no se los permitiré, entendieron. Ah y no importa que seas mi hermano Fer —dijo seriamente el Rubio.

—Ni que lo digas Nando, no pienso hacerle daño a mi cuñada. Y créeme que también no permitiré que le hagas daño hermanito.

—Por mi parte prometo y juro que no te fallaré, no está ves Liz. No desperdiciaré esta oportunidad, primero muerto —dijo el castaño.

—Bueno, ya que todo esta dicho, mejor terminemos de desayunar o se nos va el receso —dijo la rubia.

—Si es cierto —dijo Oli.

—Creo que hay que apurarnos entonces —dijo Pau.

Y así el grupo que antes solo fue de tres y luego cuatro a hora era de siete, una nueva oportunidad y nuevos amigos.

La amistad no se trata de a quien has conocido por mas tiempo.

Se trata de quien entró en tu vida y dijo: “Estoy aquí para ti” y lo hizo.