1. Solo contigo

16. Fly High 2020

Addyson: 


—Addy, despierta. —Escucho susurrar a Aby.


—Mmm, cinco minutos más.


—Dale, ya vamos tarde.


—¿A dónde? —pregunto contra la almohada—. Tengo sueño.


—Te hemos dejado dormir todo lo que podíamos. —A tientas, cojo el celular que está cargando en la mesita de noche y con solo un ojo abierto me fijo en la hora 6:35 am. 


¿Qué demonios hacen despiertas tan temprano? Suelto el teléfono y me cubro hasta la cabeza con el edredón.


—Váyanse, déjenme dormir.


—Tenemos que ir a la pista de hielo y como no te levantes ahora, vamos a llegar súper tarde. —Interviene Ariadna.


—¿Pista?


—Nico mandó un mensaje anoche —dice a modo de explicación.


—¿Qué quiere esa bruja?


—No lo sé, pero fue muy clara en que nos quería ahí a las siete de la mañana.


—Dile que nos fuimos de farra. 


—Ja, ja, eso se lo dices tú si quieres, cariño. Esta que está aquí no tiene deseos de enfrentarse a su ira. Además, el mensaje lo envió a las nueve de la noche, aún estábamos aquí y no lo vimos, no tenemos excusa.


¡Joder, con la bruja de la escoba!


A rastras me levanto y voy al baño mientras maldigo en mi interior a Nicol. ¿De todos los días que tiene la semana, nos exige estar temprano hoy? ¡Es domingo!


Esto es un puto infierno. 


Eran las cuatro de la mañana cuando me acosté. Dos horas y media… Solo dos horas y medias de sueño. ¿Cómo demonios voy a lograr entrenar? Pero bueno, yo tampoco tengo deseos de enfrentarme a esa bruja.


Nicol, conocida por sus amigos como Nico y por nosotras como la bruja es nuestra entrenadora de patinaje artístico sobre hielo. Y solo para que conste, es un amor de persona, comprensiva y leal. Le apodamos así no por su carácter, sino porque en su pierna derecha tiene tatuada una brujita muy chula montada en una escoba. Eso sí, cuando se encabrona, ¡uff!, es mejor no ser el motivo de su furia.


Media hora después estamos entrando al estadio. Vamos quince minutos tarde y como es de esperar, Nicol nos espera en la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho. La bronca que se nos viene encima va a ser monumental.


Abigail, que tiene fama de ser la más responsable de las tres, se le acerca.


—Sé que estás enojada, pero si te sirve de algo, no vimos el mensaje hasta las cuatro de la mañana.


La mirada que la bruja le dedica es escalofriante y se vuelve aún peor cuando se posa en mí, que me detuve un paso detrás de Abigail. Supongo que no le gustan las fachas que traigo. Tengo los ojos hinchados, los ánimos por el suelo y el cansancio se me nota en cada facción del rostro. Definitivamente no estoy en condiciones de entrenar.


—Mejor entremos —dice y sin más, se da la vuelta. 


¿Ya? ¿Y la bronca? Las chicas me miran extrañadas y yo me encojo de hombros. La seguimos, pero, aun dormida, soy demasiado curiosa, así que le pregunto mientras camino a su lado:


—¿Y ya está? ¿No nos vas a decir que somos unas irresponsables, que si no nos tomamos las cosas en serio no vamos a llegar a ningún lado en este deporte, que estás decepcionada y que tendremos un entrenamiento intensivo por nuestra imprudencia? 


—¿Para qué gastar saliva, si ya lo saben? 


—Bueno, ya que al parecer estás de buen humor, ¿por qué no posponemos el entrenamiento para la tarde? La verdad es que en estas condiciones no vamos a rendir mucho. —La bruja se detiene y me mira.


—No tientes tu suerte, Addyson. Se lo hubiesen pensado antes de irse de fiesta.


—Ok. —Levanto las manos en son de paz.


Abrimos la puerta que conduce a la pista y es increíble, pero de repente me siento mucho mejor. Patinar me relaja enormemente.


Una de las cosas que más me gustan de Milton Black y al mismo tiempo que más me aterran, es la estructura del estadio. Mientras en otras universidades la pista de hielo y la de patinaje sobre ruedas están en locales diferentes, aquí se encuentran en el mismo lugar, separadas únicamente por una franja blanca de cinco centímetros.


Después del accidente no he vuelto a patinar sobre ruedas; por más que lo he intentado, no he tenido el valor. El miedo, las pesadillas, son demasiado para mí.


Estar aquí me recuerda demasiado al pasado y me aterra enormemente, pero al mismo tiempo me llena de paz. Contradictorio, lo sé, pero amaba lo que hacía y de verdad me duele haberlo dejado, pero eso es algo que escapa de mi control. Por lo menos soy capaz de volar sobre el hielo. Eso es suficiente para mí.


—¿Qué hacen aquí tan temprano? —Escucho decir a Nico e inmediatamente presto atención—. ¿No los cité para las ocho?


Lo veo y no lo creo. 


¿Qué demonios hacen el Adonis y sus amigos en este lugar? Y con patines de rueda que, por cierto, les quedan de escándalo. 



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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