Kyle:
—Andersson, ¿qué le pasó a su brazo? —pregunta la entrenadora. Desvío mi mirada de la puerta por dónde desapareció Addyson hace unos segundos y la observo.
Conocimos a Nicol hace dos semanas cuando el señor Mendoza nos propuso combinar ambos deportes para la competencia. Ella no se veía de buen humor, no parecía gustarle la idea; sin embargo, no dijo nada. Se mantuvo toda la reunión en silencio, pero cuando nos negamos a participar, su sonrisa iluminó totalmente su rostro. Eso fue desconcertante, aunque ahora ya sé el motivo, o al menos una parte.
No importó nada de lo que dijimos, todos nuestros argumentos se fueron por el retrete cuando el director de Jack Alvar dio su consentimiento y, básicamente, nos puso contra la espada y la pared, igual que a ellas. O aceptábamos, o no más patín. Amamos demasiado patinar, así que aceptamos a regañadientes; por eso no puedo entender la reacción de Addyson.
—¿Vas a contestar hoy o tengo que esperar a mañana? —pregunta la entrenadora llamando mi atención y me doy cuenta de que no he contestado su pregunta.
—Lo siento. Tuve un pequeño accidente ayer, nada grave, solo tengo unos puntos...
—¿Y se puede saber qué demonios haces en patines? —Me interrumpe enojada.
—No es nada grave. —Me encojo de hombros.
—Lárguense de aquí. No te quiero volver a ver en los patines hasta que no se sane tu herida. A partir de hoy, quiero que vayas a la enfermería a hacerte las curas y así me informen de la evolución. Tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora, como para andar preocupada porque te lesiones.
—Pero...
—Es mi última palabra, Andersson, no más patín hasta que te recuperes.
¡Genial!
—Entrenadora —interviene Maikol—. ¿Por qué Addyson se niega a participar?
Buena pregunta, Maikol. Los tres observamos a la entrenadora mientras ella se revuelve incómoda.
—No es de su incumbencia. —Suelto la respiración que no sabía que contenía. Estoy decepcionado, por un pequeño momento pensé que nos diría la razón.
—¿Cree que acepte? —Es el turno de Zion—. Lo digo porque parecía bastante enojada.
—Eso espero, Bolt, eso espero —contesta distraída sin darse cuenta de la tensión que ha dejado en mi amigo. Él odia que lo llamen por su apellido.
Maikol se le acerca y le pone la mano en el hombro. La entrenadora se marcha y nosotros nos quedamos un rato más, sin hacer nada en específico.
Esa tarde voy a la enfermería, tal y como la entrenadora me lo ordenó. La enfermera me revisa la herida y me felicita por el buen trabajo curándola.
Al día siguiente, lunes, es nuestro primer día de clases en la universidad Milton Black y gracias a la fiesta en la playa, ya conozco a unas cuantas personas, razón por la cual, a pesar de que no veo a los chicos en toda la jornada, el día transcurre bastante bien.
Lo mejor de todo, aunque debo admitir que me hace sentir un poco raro, es que no me encuentro con Addyson en ningún momento. No es que esperara verla ni nada, pero teniendo en cuenta que no dejamos de encontrarnos en todo el fin de semana, se siente extraño pasar tanto tiempo sin pelear con ella.
El martes, no es muy diferente al día anterior. Hugo, el anfitrión de la fiesta en la playa, está en algunas de mis clases por lo que pasamos gran parte del tiempo juntos. Incluso se sienta conmigo y con Zion en la cafetería. Debido a que Maikol estudia Psicología, no nos vemos hasta llegar a la residencia, pues su carrera pertenece a la Facultad de Humanidades y se encuentra en un edificio diferente al nuestro.
Él sí se ha encontrado con ella.
El miércoles hago mi primer examen y todo me sale perfecto. La verdad es que ha estado bastante fácil.
Para el viernes, ya estoy un poquito incómodo. Ha sido una semana tranquila, demasiado tranquila diría yo. No hemos tenido noticias de la entrenadora, de hecho, lo último que supimos de ella es que Addyson seguía renuente, que nos avisaba cuando todo se arreglara y, por supuesto, no olvidó señalar que no quería verme cerca de la pista hasta tanto los puntos no fuesen retirados.
—Hoy vi a Addyson —comenta Maikol, luego de tomar un trago de su refresco.
Estamos en la mini cocina de la habitación comiéndonos unos sándwiches pues nos sentimos un poco perezosos como para ir al restaurante de la escuela. Intento no parecer interesado, aunque no sé si lo consigo, de hecho, ni siquiera sé por qué me interesa.
—Estaba hablando con el chico de la fiesta, el que estaba con ella en la fogata.
Ok, a una parte de mí, una bien pequeñita, no le gusta eso. ¿Por qué? Ni idea. Addyson no me gusta, es cierto que increíblemente, a pesar de no ser mi tipo, provoca cierta excitación en mí, pero nada más. Maikol me observa fijamente y Zion se le suma.
Eso me pone incómodo, ¿qué pretenden?
—¿Por qué me miran así?
—¿Así, cómo?