1. Solo contigo

Cap 22: Kyle

Para cuando terminamos el entrenamiento estoy agotado. Había pensado que patinar sobre hielo, sabiendo hacerlo sobre ruedas sería más fácil; luego de la jornada de hoy, ya no estoy tan seguro. No sé desde cuando no caía tanto. 


Alrededor de las siete llegamos a la residencia y con un sutil juego de piedra, papel y tijera tomamos turno para bañarnos. Poco después decidimos pedir pizza a domicilio pues el agotamiento nos puede y si de mí depende salir de estas paredes para alimentarme, prefiero morir de hambre. 


Luego de cenar me conecto un rato a internet para revisar mi Facebook. Algunos chicos de Jack Alvar me han escrito para preguntarme cómo es la vida aquí, pero decido no contestar pues eso supondría largas horas de chateo y no tengo fuerzas para eso. Los ojos se me cierran solos.


La alarma suena a las ocho de la mañana despertándome de un delicioso sueño en el que unos ojos negros profundos me miraban hambrientos mientras mechones de cabello rubio caían a los lados de mi cabeza sobre la almohada. Unos tiernos labios comenzaron un recorrido a lo largo de todo mi rostro: la frente, la sien, los ojos, la nariz, los cachetes para luego detenerse en mi boca y darme uno de los besos más increíbles de mi vida. Se parecían a los labios de Addyson y...


¿Addyson? ¿Ojos negros, pelo rubio y labios deliciosos? ¿He soñado con Addyson?


¿Pero qué demonios?


Me levanto de la cama como un resorte e indignado por no poder controlar mi mente, me dirijo al baño. Por suerte está vacío. 


Diez minutos después entro a la mini cocina donde ya está Maikol preparando el desayuno.


—Buenos días, bella durmiente —me saluda y yo, de mal humor, resoplo.


—¿Y ese mal humor tan temprano en la mañana? —Maikol pone tres vasos de jugos sobre la mesa y tres discos con queso y kétchup. 


Decido ignorar su comentario y bebo un poco de jugo. Es de ciruela.


—¿Tendrá eso que ver con la monumental erección con la que te levantaste? —pregunta y yo me atraganto. Comienzo a toser y el muy imbécil, con una sonrisa de oreja a oreja golpea mi espalda hasta aliviarme.


—Siempre me despierto así. Me estaba orinando. ¿Acaso tú nunca te despiertas así?


—¿Entonces por qué venías cubriéndotela cómo si estuvieses avergonzado?


¿Dónde diablos estaba metido este tipo cuando salí de mi habitación y cómo diantres me la vio si la tenía cubierta con la toalla?


—Soy estudiante de psicología, Kyle, aprendo a leer el comportamiento de las personas —dice en respuesta a mi pregunta no formulada. Lo odio—. ¿Qué soñaste? O mejor dicho, ¿con quién soñaste?


—Con nadie que te importe.


—Entonces, tengo razón.


—¡Pero qué pesado estás esta mañana! —grito enojado. 


No me importa que sepa que he soñado con una tía, no sería la primera vez que mantuviéramos este tipo de conversación, pues a los tres en algún momento nos ha pasado. Lo que en realidad me molesta es que sepa con quién he soñado. Y lamentablemente, por la sonrisa burlona con la que me observa, sé que tiene una idea al respecto.


—¿Addyson? —No necesito verme para saber que me he sonrojado. Él estalla en una carcajada.


Maldito imbécil.


—¿Qué es tan divertido? —pregunta Zion sentándose en una silla y cogiendo el jugo de ciruela de la mesa. Fulmino a Maikol con la mirada; cómo se le ocurra decir una palabra...


—Kyle tuvo un sueño húmedo con Addyson anoche.


Zion expulsa el jugo de su boca desparramándolo sobre la mesa y estalla en una ruidosa carcajada. 


¡Genial!


En ese momento tocan la puerta y con un genio del demonio me dirijo a abrirla. Un chico, un poco más joven que yo, me da los buenos días y tras preguntar si aquí vive Kyle Andersson me entrega una caja bastante grande. Anoche, en el poco rato que estuve en internet, hice un encargo, no pensé que fuera a llegar tan pronto. Sonrío al pensar en la cara que pondrá Addyson cuando lo vea.


—¿Qué es eso? —pregunta Zion pero yo lo ignoro. Cojo mi desayuno y lo llevo a mi habitación. 


Veinte minutos después llegamos al Club de Patinaje y comenzamos a calentar. Faltan menos de quince minutos para las nueve, hora en que acordamos reunirnos con las chicas para entrenar.


Comienzo mi calentamiento subiendo una pierna sobre la baranda de la pista y estiro mi cuerpo hasta tocar la punta de mi zapato con mis manos. Repito el mismo movimiento varias veces y luego paso a la otra pierna.


—Entonces, ¿qué soñaste? —pregunta Zion y yo me cago en toda su descendencia. Malditos idiotas, no van a dejar el tema en paz. 


Me hago el que no lo escucho y continúo mi estiramiento. Ahora extiendo los brazos al costado y los giro en círculos pequeños.


—¿Te la tiraste? Seguro que sí. ¿Te gustó?


—Bueno, con la erección que tenía yo digo que le encantó —agrega Maikol.



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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