1. Solo contigo

Cap 27: Kyle

Maldito teléfono de mierda. ¿No podía sonar en otro momento?


Con mi respiración aún acelerada y las piernas de gelatina observo la puerta por la que mi rubia preferida..., y sí, lo vuelvo a decir, pues si me quedaba alguna duda, después de este beso, se esfumó. Addyson es mi rubia preferida. 


Cómo iba diciendo, con mi respiración aún acelerada y las piernas de gelatina observo la puerta por la que esa chica se marchó despavorida luego de contestar el teléfono, dejándome aturdido y con ganas de más.


Ahora me pregunto, cómo voy a hacer para superar este beso, o sea, si el primero me gustó, este... no tengo palabras para describirlo. Desde hoy, me declaro oficialmente adicto a sus besos, sus labios, a toda ella. A partir de hoy, Addyson es mi droga y, ¡Dios mío!, quiero vivir la vida drogado.


Me tiro en la cama, con los pis colgando en el piso, la mirada atenta en el techo y rememoro los últimos minutos.


Nunca he sido un chico de muchas palabras, no me considero cursi pues no me gusta dar tanto preámbulo antes de entrar en acción. Pero por alguna extraña razón, hoy no pude evitar recrearme, decirle lo hermosa que es y besar su rostro como un idiota. Sin embargo, me encantó; si por casualidad de esta vida me permitiera volver a hacerlo, sin duda alguna volvería a besar su rostro, centímetro a centímetro antes de caer en esos deliciosos labios.


Suelto un suspiro profundo y me paso las manos por el rostro intentando tranquilizarme.


—¿Qué has hecho ahora? —Me levanto inmediatamente con el corazón en la boca y tardo varios segundos en reconocer la voz de Maikol. En realidad, estaba tan concentrado en mis pensamientos, que no me doy cuenta de que es él hasta que lo veo apoyado en el marco de la puerta de mi cuarto.


—Joder, tío, me has asustado.


—Sabrá Dios qué peso cargas en tu conciencia para que te asustes de esa forma —comenta sonriendo y yo no entiendo ni papita.


—¿A qué te refieres?


—Addyson acaba de salir de aquí como alma que lleva el diablo, ni siquiera me reconoció cuando me pasó por el lado. ¿Qué le hiciste para que se pusiera así?


—Nada —digo en un suspiro y me detengo. 


No quiero contarle, porque sé que va a montar la de Caín diciéndome que no debo enredarme con ella, que Addy no es una chica para mí, que sólo la voy a hacer sufrir, que ella es una tía buena y tranquila que no se merece a un mujeriego cómo yo. Sé que tendría razón en todo lo que diga, pero no tengo deseo de escucharlo. No ahora. Además, todos tenemos derecho a cambiar, ¿no? Hasta el más mujeriego puede terminar enamorándose.


¿Qué? Para el carro, Kyle. Rebobinemos. ¿Enamorarse? ¿En serio has usado esa palabra haciendo referencia a ti? ¿Estás bien de la cabeza o el beso te calentó tanto que hizo corto circuito en tu cerebro? ¿Te has enamorado de Addyson?


Pregunta mi subconsciente en carretilla.


Sacudo mi cabeza horrorizado. ¿Enamorado? ¿Yo? Ni de coña. Solo fue una expresión.


Intentando distraer a mi cabeza de esos horribles pensamientos, me fijo en la mano de Maikol.


—¿Eso es un pastel? —pregunto—. Si me dices que quieres celebrar nuestra supuesta paternidad te mato. Esa sería una broma muy cruel.


—No seas tonto. Pensé que lo habías comprado tú. Estaba en la mesa —dice enseñándomelo y caigo en la cuenta que es el pastel de Addyson.


—Oh no, hoy es el cumpleaños de Ariadna. Con el apuro, Addyson lo ha olvidado —digo cogiéndolo en mi mano y de repente se me ocurre una idea.


Quiero hablar con ella. No, necesito hablar con ella.


Es cuestión de vida o muerte saber qué cree sobre el beso.


Y no puedo esperar a mañana.


—Llama a Zion, tenemos que llevarle el pastel a la cumpleañera y antes debemos ir de compras por un regalo —digo mientras camino de un lado a otro en la habitación. Maikol me observa confundido—. No me mires así, Ariadna es nuestra nueva amiga. Tenemos que desearles feliz cumpleaños. Estoy seguro de que Zion estará de acuerdo. Además, tendrás una oportunidad para hablar con Abigail.


Y solo con decir esto, lo tengo dentro del saco.


Luego del almuerzo, llega Zion. Le cuento del cumpleaños de Ariadna e inmediatamente está de acuerdo.


Lo tengo todo planeado. Le compraremos un regalo en conjunto a la chica y luego iremos a su residencia. Le pido a los chicos que quince minutos después de llegar hagan hasta lo imposible por desaparecer y dejarme a solas con Addyson, de esa forma, no parezco un loco desesperado por ella.


No quería contarles lo que sucedió, pero termino haciéndolo pues son unos chantajistas de mierda. Si no les cuento, no me ayudan, así que les narro los sucesos del día, pero sin entrar mucho en detalles.


Gracias a Dios, Maikol solo me pide que no la lastime y yo le prometo que no lo haré, ¿pero saben qué es lo más raro? Cuando le hago esa promesa, se la hago en serio. No quiero hacerle daño, de hecho, la mera idea de hacerla sufrir me provoca repulsión.



#432 en Novela romántica
#128 en Otros
#54 en Humor

En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.