1. Solo contigo

Cap 28: Addyson

Hablar con mi padre ha sido sin duda lo mejor que me podía haber pasado. Hacía casi tres meses desde la última vez que lo vi, cuando estuvo de visitas por mi cumpleaños el quince de enero y la verdad es que lo extrañaba.


Llegó ayer de sorpresa porque, según él, quedó preocupado luego de nuestra última conversación telefónica el viernes pasado, en la que le conté que ya era hora de subirme a las ruedas. 


Cuando comenzó toda esta locura, él fue otra de las razones por las que decidí intentarlo, la emoción que sentí en su voz cuando le conté en qué consistía la competencia, era innegable. Así que cuando lo llamé diciendo que el sábado comenzaba el entrenamiento sobre ruedas y que estaba aterrorizada, más el hecho de que no le contesté el teléfono ese día, decidió que debía venir a verme.


Y luego de una bronca monumental por no haberle contestado el móvil, terminamos pasando una tarde asombrosa.


Gracias a mi padre, tomé la decisión de no rendirme y fue él quien me recomendó contarle la verdad a los chicos.


Es por eso que hoy hemos llegado cuarenta y cinco minutos antes al entrenamiento, luego de haber hecho un video con algunas fotos de nosotras, desde las más actuales hasta las más antiguas.


—¿Dónde están? —pregunta Ariadna cuando llegamos a la pista y la encontramos desierta. Eso es raro, siempre llegan antes.


—A lo mejor están en los vestuarios. Iré a echar un vistazo —responde Abigail.


—Déjalo, iré yo. —Sin esperar respuesta por su parte, cojo la mochila donde tengo la laptop y me dirijo a los vestuarios.


¿He dicho ya lo nerviosa que estoy?


Las manos me sudan y mi corazón ha emprendido una marcha descomunal. Tengo un desagradable nudo en la boca del estómago y el pecho oprimido. Me siento fatal, sigo sin saber si estoy haciendo lo correcto, pero si soy sincera conmigo misma, quiero participar en esta competencia. Mucho.


Llego a la puerta de los vestuarios y me aliso las arrugas inexistentes de mi short corto. Me peino un poco con las manos y respiro profundo.


Voy a tocar la puerta cuando la voz de Zion me detiene.
—Joder, tío, ¿en serio? —pregunta, supongo que al resto de los chicos y luego suelta una carcajada—. ¿Addyson? Ella no es tu tipo. O sea, a ti te gustan las CAT.


Me tenso de inmediato.


—Pues sí —dice Kyle—. Sí, me gustan las CAT: culonas, altas y tetonas. Completamente diferentes a Addyson, ella es pequeña, delgada y con un cuerpo, que no es el más malo que he visto, pero no tiene mucho que resaltar. Definitivamente no es mi tipo.


¿Alguna vez les han dado una patada en el pecho?


¿No?


A mí tampoco, pero imagino que es así como se siente. Un dolor terrible que te corta la respiración, que te deja aturdida sin ser consciente de nada que no sea esa dolencia.


Sabía que no era su tipo, pero oírlo decir de su propia boca es demasiado.


Salgo corriendo de ahí, sintiendo cómo poco a poco se va haciendo añicos mi corazón, ese que a pesar de que sabía que ese chico le gustaba, ignoraba qué tan involucrado estaba. 


Entro al baño agitada y me miro en el espejo. La mirada que me devuelve la chica de ahí dentro me aterra. 


Me gustan las CAT... 


Ella es pequeña, delgada... 


No tiene mucho que resaltar...


Definitivamente no es mi tipo...


Las palabras se repiten en mi mente como un torbellino mientras un torrente de lágrimas corre por mis mejillas y yo me pregunto, ¿cómo pude ser tan idiota para siquiera imaginar que podría llegar a gustarle? Yo tenía razón. Kyle es de otro mundo, eso de que el chico sexy se fija en la chica menos guapa solo ocurre en las novelas, no en la vida real. 


¿Desde cuándo soy tan tonta?


Él es un tipazo, un modelo de revista con sus increíbles ojos azules, su perfecto paquete de seis, su increíble sonrisa y sus deliciosos hoyuelos. Ah, tampoco puedo olvidar el enorme paquete que esconden sus pantalones, pues el otro día cuando lo toqué... digamos que estaba muy bien dotado.


En cambio yo, no soy nada. Sí, soy popular y soy la mejor patinadora que hay. Tengo un pelo bonito, ¿pero qué más?


Mis tetas son pequeñas y el trasero ni hablar. ¿No podía por lo menos tener los ojos azules o verdes? No, tenían que ser negros, otros más del montón.


Culonas, altas y tetonas...


Típico de los hombres. ¿Es que acaso solo las mujeres con esos atributos pueden tener la atención de los chicos guapos?


Pero eso me pasa por tonta, por dejarme llevar por las palabras de las chicas: “Entre ustedes hay una tensión sexual enorme”.


Tensión sexual, mi trasero. No es más que otro tío al que se le para con cualquiera.


Me echo un poco de agua en la cara y respiro profundo intentando calmarme, algo que es imposible pues no lo entiendo. O sea, no soy su tipo, perfecto. ¿Pero por qué me besó? ¿Por qué fue tan dulce ayer? ¿Por qué dijo tantas cosas lindas?



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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