1. Solo contigo

Cap 31: Kyle

Cuando Zion me envió un mensaje diciendo que Addyson estaba en mi habitación, imaginé una conversación muy distinta a esta, una en la que terminábamos arreglando nuestros problemas, y no empeorándolos. Pero viendo lo sucedido, voy a tener que hacerle caso a Maikol y no beber cuando estoy frustrado o enojado, siempre termino diciendo cosas de las que luego me arrepiento. 


Yo no soy así. Es cierto que fue divertido escuchar su conversación con Abigail, pero nunca me burlé de ella, es más, me sentí alagado y muy emocionado pues al parecer ella sentía algo por mí también. Sin embargo, ahora, además de ese “motivo” que la tiene mosqueada desde hace una semana, le he sumado uno más. Ahora piensa que me he estado riendo de ella y que la veo solo como un juego.


Genial, Kyle. Genial. Cada día te superas más.


Otra cosa en la que me he pasado, es en la cerveza que le he tirado encima, aunque ella no lo sepa. No tengo idea de que sé me metió en la cabeza para pegar mi oreja a la puerta y esperar a que ella saliera. 


Sí, supe exactamente el momento en que iba a abrir la puerta y le tiré la cerveza encima adrede. Es que durante esos segundos en los que iba subiendo las escaleras comencé a preguntarme cómo se sentiría decirle a ella esa frasecita que tanto he escuchado desde que la conozco.


No me culpen, al parecer demasiado alcohol en mi sistema no me hace bien.


Bajo las escaleras con intenciones de ir por otra bebida cuando mis pies se paralizan en el piso, y con ellos, todo mi mundo.


En el centro de la sala, Addyson y sus amigas bailan al ritmo de “Tusa” de Karol G, pero para mi desgracia, esa chica que se ha convertido en mi rubia preferida, está frotando su trasero contra la pelvis de la vara de pescar, mientras este le susurra algo al oído. Ella suelta una carcajada y sus ojos se encuentran con los míos.


Levanta sus cejas y se vuelve hacia el chico, ahora pelvis contra pelvis. Ella le dice algo y el agarre de las manos del idiota se aprieta en las caderas de Addyson.


Cierro mis puños con fuerza intentando evitar la urgencia de ir y partirle la cara a ese tío. 


Addyson mira sobre su hombro y sonríe de lado al verme. La muy puñetera me está provocando. 


Pero resulta que a este juego podemos jugar dos, o cuatro, en este caso.


Recorro la sala con mi mirada hasta que encuentro a la pelirroja que ha intentado pegarse a mí desde que llegó y con paso decidido la invito a bailar.


Addyson nos ve y sus ojos se achican, pero no me importa, ella empezó, así que ahora que se aguante.


La pelirroja comienza un baile sensual frente a mí, toca mi pecho, mis hombros y luego cruza los brazos en mi cuello mientras sus caderas se muelen contra las mías. Agarrándola por el trasero la acerco más a mi cuerpo y hundo mi cabeza en su cuello, ella inclina la cabeza para darme mayor acceso mientras yo recorro toda su clavícula con mi lengua. Ella suelta un jadeo y yo no me he sentido más miserable en toda mi vida.


Ahora que estoy en enredado en esta situación, me pregunto, ¿qué carajos estoy haciendo? Porque puede que esté un poco borracho, enojado, frustrado y... bueno, borracho, pero hay una pequeña parte de mí que sabe que esto es una pésima idea y que solo empeoraré las cosas. 


Suspiro profundo y levanto mi cabeza para ver a Addyson, pero mi corazón se detiene. Ella no está. 


La vara de pescar tampoco.


¿Dónde se metieron?


Sin pensarlo dos veces aparto a la pelirroja y escaneo toda la habitación. No hay rastros de ellos. En una esquina veo a Maikol y Abigail discutiendo. Sé que no debería interrumpir pues mi amigo tiene su propio drama con el que lidiar, pero importándome un comino me acerco a ellos.


—¿Dónde está Addyson? —le pregunto a la chica ignorando la mala cara de mi amigo.


—Está... —Comienza a decir, pero se detiene al no verla. Se encoje de hombros—. No lo sé, hace un minuto estaba ahí bailando con...


—La vara de pescar —interrumpo, aunque no era mi intención decirlo en voz alta.


—Damián, querrás decir.


—¿Tienes alguna idea de a dónde pudieron haber ido? —pregunto ignorando su comentario.


—Tal vez fueron a su auto —comenta Maikol como quien no quiere la cosa, pero sé que está enojado y resulta que quiere hacérmelo saber—. Es un lugar bastante tranquilo e íntimo y luego del calentón que cogió con el baile, sin duda... —Se detiene al ver mi cara de mala leche. Si sigue hablando le parto la boca...


Cuando ese último pensamiento cruza mi mente, desaparezco de ahí. No sé qué coño estoy haciendo que incluso pienso en golpear a mis amigos.


Addyson me está arruinando.


Y a pesar de que quiero pensar que no es cierto su comentario, salgo directo al jardín, pero aquí me encuentro con un pequeño problema. Hay autos por todos lados y no sé en cuál vinieron ellas.


¡Maldita sea!


Rezando para que Addyson no esté lo suficiente cabreada o no le guste ese tipo lo suficiente como para estar con él, entro a la casa y continúo mi búsqueda. Diez minutos después ya estoy que me subo por las paredes de los nervios.



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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