Cuando Kyle me pidió que confiara en él, no sabía a qué se refería, sin embargo le dije que sí. Desde ayer, luego de aclarar el horrible malentendido entre nosotros, siento esta extraña sensación de seguridad a su alrededor que no logro explicar de dónde salió. Es por eso, que a pesar de mi desconfianza inicial, le dije que sí. Sin embargo, desde que comenzó a moverse y comprendí sus verdaderas intenciones no pude evitar que mi cuerpo se tensara, que comenzara a temblar y a sudar frío.
Debo decir que supo bien como distraerme, sin dudas, besarlo es una de mis cosas favoritas en el mundo y cuando comenzó a decirme todas esas cosas lindas, mientras cantaba la canción “Disparos”, me permití por un rato relajarme y dejar mis problemas durante un tiempo.
¿Sería demasiado pronto decir que me he enamorado de este hermoso Adonis de ojos hipnotizantes? Porque después de sus palabras creo que me he enamorado.
—Quería besarte ese día. Quería darte mi primer beso —dice sacándome de mis pensamientos haciendo que las mariposas revoloteen con fuerza dentro de mí.
Ahora, a pesar de que aún tengo los ojos vendados, estoy en la pista mientras él me arrastra alrededor. Desde que me pidió bajarme de su regazo, la tensión y el miedo no me han abandonado ni un segundo, pero he intentado con todas mis fuerzas ignorarlo, porque por primera vez en trece años, estoy en la pista y he logrado dar un paso, pequeño, pero algo es algo.
Estoy emocionada.
—¿Por qué no lo hiciste? —pregunto, además de curiosa por su respuesta, desesperada por mantener mi cabeza en otro lugar.
—Porque me intimidabas, por aquel entonces no era tan seguro como ahora.
—Arrogante, querrás decir. —Lo siento reír.
—Tienes razón. —Hace una pausa y me coge por la cintura elevándome en el aire y luego depositándome en el suelo. Sonrío, eso se ha sentido extrañamente bien—. Eras una niña tan hermosa y talentosa que me daba pánico tu reacción. Es por eso que solo pude darte un beso en la mejilla. Cuando me lo devolviste, dio la casualidad que moví mi cabeza y besaste la comisura de mis labios. Estaba eufórico de felicidad. ¿Lo recuerdas? —pregunta esperanzado.
—Por supuesto, yo estaba temblando. Desgraciadamente tu padre estaba demasiado apurado. Ni siquiera pude preguntar tu nombre.
—Eso me recuerda lo curiosa que estabas por averiguarlo hace un tiempo y lo mucho que tardaste en hacerlo.
—Oh, por el amor de Dios, no me lo recuerdes. Estabas divirtiéndote a mi costa desde que nos conocimos.
—No lo creo, sin duda cuando me golpeaste con el reloj no estaba divertido, cuando terminé en el hospital tampoco.
—Ups, tienes razón. —Nos reímos.
—Ahora son buenos recuerdos. —Asiento en acuerdo—. Creo que deberíamos terminar por hoy.
—Sí, creo que sí —respondo con una extraña mezcla de tristeza y alivio.
—¿Quieres que retire el pañuelo?
Mi corazón se acelera.
—No, no. Mejor déjalo ahí. Aún no estoy preparada para eso.
—De acuerdo. —Deslizando mis ruedas mientras él me hala, salimos de la pista. Me ayuda a sentarme en las gradas y luego retira la venda. Sin decir una palabra me quita los patines y me ayuda a ponerme mis sandalias.
Si hace un mes me hubiesen dicho que Kyle era un chico dulce me habría reído hasta la muerte, pero sí, para mi sorpresa, es un chico muy dulce y atento. Soy muy dichosa por gustarle.
Se quita sus patines y calza sus zapatillas.
—¿Estás bien? —pregunta con ojos preocupados.
¿Lo estoy?
Es cierto que estaba aterrada, que aún ahora que estamos fuera, todavía lo estoy. Pero hoy, por primera vez en mucho tiempo, me he sentido como si recuperara una parte de mí que no recordaba que existía, por un momento me he sentido más cerca de mi madre y eso ha sido maravilloso.
Creo que puedo hacer esto, por primera vez tengo la esperanza de que esta competición no será un desastre total. Y todo es gracias a él. Con Kyle a mi lado, creo que podré conseguirlo.
—Creo que sí, pero cómo no hacerlo con esos besos y esas palabras tan bonitas —digo con lágrimas acumulándose en mis ojos.
—Me alegra saberlo y para que lo sepas, si todos los días tengo que venir a la pista contigo para besarte y decirte lo hermosa que eres, lo haré. Si de esa forma conseguimos que entres a la pista, definitivamente lo haré, porque escucha bien lo que voy a decir. —Una lágrima se escapa de mis ojos y con el dorso de sus dedos la limpia—. Quiero participar en esa competencia, pero lo quiero hacer solo contigo, quiero que seas mi pareja. Nadie más que tú, en la pista y en la vida. Me gustas mucho, pequeña —Me besa la frente demorándose unos segundos de más.
Sus palabras han sonado mucho más profundas, a pesar de que ha dicho que le gusto, el hecho de que diga que quiere que sea su pareja en la vida, hace que mi corazón se apriete de la emoción. Tal vez sea una tonta, una ilusa que ve más de lo que hay en realidad, pero esas palabras para mí significan un "te quiero" y a pesar de que me gustaría decirle que yo también lo quiero, tengo miedo que sea solo mi imaginación o que simplemente sea demasiado pronto.