1. Solo contigo

Cap 39: Addyson

Los rayos del sol se cuelan por la ventana incidiendo sobre mis ojos. Despertándome.


Paso mis manos sobre mis ojos e intento voltearme boca arriba pero un pesado brazo me lo impide. Sonrío mientras los recuerdos de la noche anterior llegan a mi mente.


Estuvimos hasta bien avanzada la noche en la laguna conversando, besándonos y amándonos. Luego volvimos a su casa quedando rendidos en los brazos del otro. Todo fue perfecto, cada segundo, cada detalle fue especial. Sinceramente me alegro mucho de haber esperado tanto tiempo y haberme entregado a él en cuerpo y alma.


La vida no puede ser mejor.


Recordando que hoy es su cumpleaños y que de idiota no se me ocurrió llevar el regalo conmigo anoche, me levanto de la cama con cuidado de no despertarlo. Voy al baño, me aseo y bajo a la cocina con una jaba donde traje lo necesario para preparar el regalo.


Teniendo en cuenta que solo tuve un día para comprarle algo, he tenido que improvisar. Compré un perfume Dior Sauvage de Christian Dior, el que usa habitualmente y que gracias a que soy una cotilla, hace unas semanas descubrí que se le estaba acabando. Pero no queriendo darle solamente eso, he decidido prepararle un pastel, el único inconveniente es que no sé cocinar. Por eso, luego de varias horas en internet buscando la receta perfecta: deliciosa pero sencilla; me decidí por algo más original.


—Buenos días —digo cuando llego a la cocina. Su madre está preparando el desayuno y al verme sonríe. Es una mujer muy hermosa, Kyle se parece mucho a ella. Alta, de pelo negro largo con algunas ondas y ojos azules.


—Buenos días. ¿Cómo dormiste anoche?


—Genial.


—¿Quieres jugo de maracuyá? 


—Gracias —digo mientras tomo el vaso que me ofrece—. Mmm, está delicioso. —Ella sonríe—. Amelie, ¿le importaría si le robo la cocina por un rato?


—Para nada. Adelante. Tengo algunas cosas que hacer, si necesitas ayuda, llámame.


—De acuerdo. Gracias.


Se marcha dejándome sola.


Me dirijo al refrigerador y saco todo lo que escondí ayer con ayuda de Amelie.


De la jaba saco la tapa redonda de una caja de bombones y la coloco sobre una bandeja. Cojo ocho latas de cerveza Heineken, la preferida de los chicos, o por lo menos la que más toman, y las pongo dentro de la tapa amoldándolas a una forma redonda. Encima de ellas pongo otra tapa un poco más pequeña, pero más alta y la sujeto a las latas con pequeños trozos de adhesivo y, teniendo en cuenta el afán de mi novio por todo lo que contiene chocolate, la lleno con barras de snickers y dairymilk. Encima pongo un papel de filtro y lo decoro con bombones de una caja Godiva y para culminar pongo una vela con el número veintidós.


No es un pastel en toda regla, pero está hecho con lo que más le gusta.


Con sumo cuidado, cojo mi improvisado manjar y subo las escaleras hasta su cuarto. De mi bolsillo trasero saco un encendedor y prendo la vela.


—Felicidades, Kyle en tu día. —Comienzo a cantar el Feliz Cumpleaños y poco a poco, mi muy somnoliento novio, va abriendo los ojos—. Que lo pases con mucha alegría. Muchos años de paz y armonía. Felicidad, felicidad, felicidad. Eehh. Imagínate que aplaudo al final porque tengo las manos ocupadas —digo al terminar y él se ríe—. Felicidades.


—Gracias. —Su voz está ronca por el sueño; luego de estirarse centra su vista en mi regalo. Alza una ceja divertido—. ¿Eso es un pastel? 


—Sip, es la vía de escape de Google para aquellas personas que quieren regalar un pastel, pero no saben cocinar. Espero que te guste.


—Bueno, tiene muy buena pinta.


—¿Te gusta? 


—Mucho —dice cogiéndolo en sus manos y dándome un pico. Lo pone sobre sus piernas. Sopla la vela.


—¿Pediste un deseo?


—Ya tengo lo que deseo —dice mirándome a los ojos y puedo sentir como me sonrojo. No sé si se está refiriendo exactamente a lo que sucedió anoche, pero mi mente no puede evitar evocar los sucesos pasados.


—Tengo otro regalo para ti.


—¿Otro? Mmm, delicioso —dice luego de llevarse un bombón a la boca. Cojo de mi mochila el perfume envuelto en papel de regalo verde.


—Ábrelo, pero si no te gusta quiero que sepas que es tu culpa. Nadie te manda avisarme con tan poco tiempo.


Sonríe y con cuidado desenvuelve el regalo. Su sonrisa se ensancha.


—Christian Dior. Necesitaba uno, ya se me está acabando el que tengo.


—Lo sé.


—Gracias. Me encantan, los dos.


—De nada.


—Puedes alcanzarme el celular —dice apuntando al escritorio que hay frente a la ventana.


—¿Qué vas a hacer? —digo cuando se lo doy.


—Una foto, tengo que enseñarle esta foto a mis futuros hijos.


Me quedo de piedra. ¿Futuros hijos? ¿Significa eso que quiere tenerlos conmigo? 



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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