1. Solo contigo

Cap 42: Kyle

—Terminamos, Addyson. No hay nada de qué hablar, no hay nada que arreglar. Y espero que con esto entiendas, que tal vez, después de todo, mis sentimientos no eran tan fuertes.


No la miro, no puedo. Ver su rostro dolido y saber que es mi culpa solo me destrozaría más. Le doy la espalda y entro al baño. Tal vez he tomado una decisión demasiado drástica, pero no sé qué hacer, no encuentro una solución.


La puerta del cuarto se abre y se cierra de un portazo avisándome que he destrozado lo más hermoso e increíble que me ha sucedido en la vida. Mis ojos se desbordan tal y como ha sucedido todos los días desde que mi infierno comenzó. Abro la ducha y dejo que el agua caliente recorra mi cuerpo.


He estado comportándome como un idiota los últimos días. Lo sé. Le he hecho muchísimo daño y estoy preocupando a todos a mi alrededor. Los chicos ya no saben qué hacer conmigo. No digo nada, no hago nada, solo bebo. Me he abandonado al alcohol, algo que siempre he odiado, con la esperanza de olvidar; de borrar de mi cabeza esto que me atormenta; de entumecer este dolor tan grande que se ha establecido en mi pecho, pero no lo consigo. Cada vez que la veo todo vuelve a mí y si a eso le sumo que debido a la borrachera con la que siempre ando la veo triple o cuádruple, estoy jodido.


Los entrenamientos están incómodos y pausados por mi culpa. No soy siquiera capaz de mantenerme en pie cuando llego a la pista y sé que Nicol, por alguna razón que desconozco, me está dando tiempo, pero estoy seguro de que está al explotar.


Mi madre, otra persona a la que mantengo preocupada, le pidió el divorcio a Richard. Está demás decir lo enojado que está ese hombre hasta el punto que no ha dejado de llamarme y escribirme pidiendo que haga entrar en razón a mi madre y que necesitamos hablar sobre lo sucedido. No le he contestado ni una vez. 


No tengo nada que hablar con él. Para mí ya no existe. Si antes era solo el hombre que puso su esperma para crearme, ahora no es nada, solo un asesino de mierda, un egoísta. El hombre que ha destruido mi vida.


Sé que debo contarle a Addyson, ¿pero cómo le digo que mi padre es el culpable de la muerte de su madre? ¿Cómo me paro delante de ella y le cuento? ¿Con qué cara si ni siquiera puedo verla a los ojos? 


Ella merece saberlo, pero no tengo los cojones para hacerlo. Lo he intentado, lo juro. Sé que no tengo el valor de decirlo sin más, por eso muchas veces me he emborrachado intentando reunir el valor, valor que pierdo justo en el instante que veo esos hermosos ojos negros delante de mí. 


Sé que terminar nuestra relación le va a doler, le va a marcar la vida, pero saber que soy el hijo del hombre que mató a su madre la va a destrozar, igual que me está destrozando a mí.


Dios, ayúdeme, por favor. Muéstreme una salida.


Estrello mi puño contra la pared y gimo por el dolor que atraviesa mi brazo, aunque aliviado por sentir algo más que el sufrimiento en mi corazón, caigo al piso de la bañadera con el agua corriendo sobre mi cuerpo, la mano latiendo de dolor y los ojos empapados en lágrimas.


***


—¿Borracho de nuevo? —pregunta Maikol cuando tropiezo en el último peldaño de las escaleras.


—Sí, ¿te gusto? —respondo. No estoy tan borracho como me gustaría. No me quedaba mucho ron en el cuarto, aunque juraría que ayer habían dos botellas más; pero sí había lo suficiente como para avispar mi cuerpo y enfrentarme al entrenamiento.


—No sé ni para qué te molestas en ir. Solo nos retrasas a nosotros —comenta Zion molesto.


—Me extrañarían demasiado.


—¿Hasta cuándo vas a seguir así? Nuestra paciencia se está acabando.


—Me vale una mierda. —Y dando la conversación por zanjada me largo de ahí. Paro un taxi y le doy la dirección del club, no puedo manejar en este estado.


El taxi se detiene frente al club y segundos más tardes, el auto de Zion se estaciona en el parqueo y sin mirarme, mis dos amigos pasan de largo por mi lado. Están enojados conmigo por lo que ahora me ignoran. Pues no me interesa, tengo cosas más importantes de qué preocuparme.


No ha sido buena idea venir. De eso me doy cuenta en el momento justo en que la bruja clava sus ojos como dagas en mí y, apuntándome con su dedo índice, ordena que me acerque.


Las chicas ya están en la pista. Mis ojos buscan a la mujer de mi vida y justo en el momento que la encuentro esquiva su dolida mirada.


Intentando caminar derecho, me acerco a la entrenadora.


—¿Hasta cuándo piensas seguir así? —No le contesto. ¿Qué le puedo decir? ¿Hasta que logre olvidar? ¿Hasta que por arte de magia la verdad desaparezca? No lo creo—. Kyle, estoy hablando en serio. Estoy cansada. He esperado por ti lo suficiente. Todo el mundo me ha pedido tiempo y espacio, no tengo ni puñetera idea de por qué, pero el hecho de que todos aboguen por un poco de comprensión ha hecho que me aguante la bronca, pero ya basta. —Miro a mis amigos, pero ninguno me mira a mí. Ya me extrañaba que esta mujer estuviese tan tranquila—. No sé qué está pasando contigo ni por qué tu relación con Addyson está tan mal y la verdad no me importa. 


>>En estos momentos, lo más importante es la competencia y como buen patinador que eres, sabes que una de las reglas principales del patinaje es que los problemas personales se quedan fuera de la pista. Así que no sé qué demonios vas a hacer, pero en el entrenamiento de mañana te quiero aquí, sobrio y listo para dejarlo todo en la pista. 



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En el texto hay: amor patinaje ruedas hielo

Editado: 27.10.2024

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