En contra de mi voluntad la suelto.
Se ha sentido tan bien tenerla entre mis brazos después de tanto tiempo, que ahora lo único que quiero es raptarla y llevarla a mi lugar seguro para amarla y no dejarla ir jamás. Pero no es el momento.
Addy no me odia y saberlo me ha quitado un peso enorme de encima. Me siento liberado y si bien las cosas no se han arreglado entre nosotros, hemos dado un paso hacia adelante. Solo necesita tiempo.
El día que decidí romper nuestra relación quedé devastado, pero ayer, cuando se enteró de todo y se marchó de esa forma de mi casa, entendí que se había acabado; que ese sí era el final de nosotros y me aterré. Tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no ir detrás de ella y agobiarla aún más pues me di cuenta, de que no importa lo que haya pasado, yo no puedo vivir sin ella.
Addyson es mi mundo y la voy a recuperar como sea; pero ahora no es el momento.
Me dedica una sonrisa tímida antes de irse con el resto de nuestros amigos y yo, luego de calmarme un poco, la sigo.
Todos están entretenidos aparentando que no se han enterado de nada, que no nos prestaban atención, pero vamos, estábamos a solo cinco o seis metros, han debido escuchar hasta los latidos acelerados de nuestros corazones.
El entrenamiento, por primera vez en semanas, marcha bien. Por fin somos capaces de patinar mirándonos a los ojos, mostrando la increíble química que existe entre nosotros y, al culminar la jornada, me doy cuenta de que si patinamos así en la competencia, tenemos altas posibilidades de ganar.
Cuando comenzamos a montar la coreografía, decidimos que el tema principal sería la libertad y que por tanto nuestro vestuario sería representativo de las aves, un símbolo inequívoco de la libertad. Es por eso que me sorprendo cuando Abigail, mientras nos cambiamos los patines, le ofrece a la entrenadora un cambio de concepto.
—A estas alturas es muy arriesgado cambiar. Una locura total —dice la entrenadora.
—Todo es una locura desde que comenzamos a entrenar; desde la idea de unir los deportes, hasta los patines, incluso el tiempo que teníamos y sin embargo aquí estamos.
—Los vestuarios están casi listos.
—Casi, es la palabra clave —agrega Ariadna.
La entrenadora suspira profundo.
—¿Qué proponen? —pregunta resignada y hasta yo tengo curiosidad.
—Mariposas —dice Abigail e instintivamente miro a Addyson. Está sentada en las gradas terminando de atarse los cordones de los tenis, aparentando que no le interesa la conversación—. Las mariposas representan el cambio, la transformación y la evolución. Me parece que es un concepto más acertado para nosotros. Mira cuanto hemos cambiado en los últimos meses, cuantas cosas hemos logrado, cuanto hemos crecido emocionalmente. Además, estaremos inaugurando el Estadio Andersson, que si bien ya no es lo que era hace trece años, la historia sigue estando ahí y creo que sería un lindo homenaje a Annalía y la Chica Mariposa.
Ok, con eso ya tiene mi apoyo y así se lo hago saber a la entrenadora. Me sorprende que Addyson no se niegue a la idea, no sé por qué, pero pensé que no estaría de acuerdo con algo como esto.
—No es mala idea, la verdad —comenta la entrenadora mirando a Addyson—. La diseñadora me va a matar.
—¿Eso significa que sí? —pregunta Ariadna esperanzada.
—De acuerdo. —Todos empezamos aplaudir y gritar como si no fuera una locura hacer ese cambio a estas alturas. Puede que eso conlleve algunos cambios en la coreografía y como si la bruja me leyera el pensamiento dice—: Pero tendremos que cambiar algunas cosas. Por ejemplo, al principio, cuando se iban a deshacer de las alas, lo harán con la figura de la mariposa y no como teníamos planeado, creo que sería lo más lógico. Esta noche piensen qué más puede requerir un cambio y mañana probamos. Ahora sí, nos vemos.
***
Al día siguiente ponemos a prueba algunos cambios, no son tan grandes como pensé que podrían ser, así que no tendremos muchos problemas después de todo.
Debo admitir que la coreografía queda mucho mejor así; es como si desde un inicio estuviésemos destinados a este concepto. Se ve fenomenal, tal vez influya el hecho de que la interpretamos con el corazón, sintiendo la admiración por esas dos majestuosas patinadoras que vieron la pista por última vez hace trece años.
Los días pasan y cada vez estamos más nerviosos, quedan diecisiete días para la competencia y gracias a Dios, los entrenamientos van bien.
Mi relación con Addy está estancada en una especie de amistad tímida, nos queremos, de eso no tengo dudas, pero aún no es tiempo de dar otro paso. Me mantengo en la distancia, pendiente de si me necesita pero sin agobiarla, aunque mentiría si dijese que no me muero por besarla cada vez que estamos juntos.
La vida de Zion se ha vuelto una locura y debo admitir que me he divertido muchísimo a su costa. Es más, creo que ha sido lo que me ha mantenido tan relajado en estos días.
Ariadna se ha mudado con nosotros, es una locura total. Esa tía está loca y cuando se encabrona, tiembla el mundo. Siempre están peleando, aunque hace unos días los padres de Zion estuvieron aquí y ellos actuaban todo acaramelados. La calma duró poco pues el señor Bolt decidió que era tiempo de conocer a los padres de Ariadna; ella puso el grito en el cielo.