Addyson:
La estación de policía está repleta...
Mi padre, Kyle, Zion, Maikol y el señor Andersson, están en alguna oficina de este lugar siendo interrogados, mientras el resto, aguardamos en la sala de espera.
Ariadna, Abigail, Amelie, la bruja, incluso Damián y su hermana, Samantha están aquí. Estuvieron en la competencia dándonos ánimos y deseándonos suerte. No lo sabía, los había invitado, pero no me confirmaron, así que fue toda una sorpresa verlos aparecer en la estación hace unos minutos.
—Todo estará bien. —Intenta animarme Damián y yo le sonrío. Él hace una mueca así que supongo que mi sonrisa no salió como quería.
No sé qué tiempo ha pasado desde que llegamos, no hay ningún reloj cerca y los celulares los dejamos en los camerinos, creo que Ricky iba a recogerlos, pero me parece que llevo una eternidad aquí sentada. Y no ayuda el hecho de que los policías nos miran como si hubiésemos salido de algún cuento de Disney o yo que sé.
No nos dio tiempo a hacer nada cuando la policía llegó, así que estamos vestidos aún con la ropa de la competencia, el rostro dibujado y los patines puestos. Fue una locura total.
Cierro los ojos intentando calmarme. Cuando decidí hablar en público no pensé que se formaría tanto jaleo. Es cierto que imaginé que Richard no se quedaría quieto mientras yo exponía sus trapos sucios, de hecho, esperaba que reaccionara exactamente de esa forma para que quedara en evidencia. También pensé en la posibilidad de que Kyle reaccionara aunque sí creí, que por lo menos a él, podría detenerlo contando con la ayuda de los chicos. Lo que sí no se me cruzó por la mente ni un segundo fue la reacción de mi padre. Lo entiendo, claro, ahora que ha pasado creo que en su lugar habría hecho lo mismo.
Ese hombre mató al amor de su vida, destruyó todo su mundo. La tonta fui yo que no pensé en sus sentimientos, aunque conociendo la personalidad tranquila y apaciguadora de mi padre, era difícil imaginar que se le lanzaría a golpes.
En el fondo, estoy feliz de que lo haya hecho, creo que yo también me sentiría mejor si como mínimo, le hubiese jalado el pelo. Aunque una bofetada habría sido mejor.
Damián se pone de pie a gran velocidad y miro al frente confundida.
Los chicos, junto a mi padre salen por una de las puertas. Kyle me mira y sonríe aliviado.
Corro, bueno, patino en su dirección y lo abrazo por la cintura fuertemente. No tarda en ni un segundo en envolver sus brazos a mi alrededor. Respira profundo en mi pelo para luego besar mi cabeza.
Me separo de él y voy hacia mi padre. Al abrazarlo, no puedo evitar echarme a llorar, el estrés y la incertidumbre de las últimas horas pueden conmigo.
—Tranquila, capullito. Todo está bien. —Pasa su mano por mi pelo intentando calmarme, pero yo, como idiota, lloro aún más fuerte.
Revelarle al mundo mi verdadera identidad y hablar de mi madre ante todos, ha sido realmente difícil, ha removido sentimientos en mi interior que no me gustan. Eso, junto al estrés de los últimos meses, los nervios de la competencia y enterarme de la verdad detrás de los sucesos del Estadio Palco, me están pasando factura.
Debería estar contenta por haber ganado la competencia, pero no puedo evitar la tristeza en mi interior. Extraño a mi madre.
Me gustaría que estuviese a mi lado para compartir esta victoria conmigo.
Desearía verla sonreír, patinar, cocinar su receta de galletas especial. Me gustaría escuchar nuevamente su voz cantándome esa rara canción de “Sana culito de rana”, cada vez que me hago daño. Quisiera despertar de vez en cuando a su lado y abrazarla hasta quedarme sin aliento. Adoraría ver la mirada enamorada de mi padre cada vez que ella aparece en una habitación.
Me gustaría que estuviese viva.
Habría amado a su yerno.
—Te tengo una buena noticia —dice mi padre y yo separo mi rostro de su pecho hasta encontrarme con su mirada. Sus ojos están llorosos, pero me sonríe alegre—. Richard Andersson ha sido encerrado, van a investigar el caso.
Mis ojos se abren como plato.
No me lo puedo creer, ¿en serio?
Eso es... es... ¡Wao!
Esto es lo que necesitaba, la cereza del pastel, lo único que faltaba para que mi vida pudiera continuar.
Kyle...
Busco a mi chico con la mirada, me preocupa un poco. Richard es un hombre de mierda, pero sigue siendo su padre.
Lo encuentro abrazando a su madre y cuando sus hermosos ojos conectan con los míos sonríe y articula un “Te amo” con sus labios.
Yo también; articulo y luego sonrío.
—Bueno, creo que es hora de celebrar —comenta Zion con una sonrisa malvada mientras frota sus manos—. Dejé a algunos chicos de confianza, preparándonos una fiesta digna de triunfadores.
—¡A celebrar! —Se suma Ariadna.
Instantáneamente mi humor mejora. Tenemos muchas cosas que celebrar, pero mi buen humor no dura mucho.