100 lunes para recordarte

Capítulo 1 Tess

✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦✦

Harper chauvin

16 de Junio 2026 12:39 París

Caminé por el pasillo, el sonido de mis tacones resonando en la madera, como si cada paso marcara la distancia entre lo que era y lo que nunca llegué a ser. La maleta vibraba con cada tirón, sus ruedas traqueteando sobre el suelo viejo y desgastado, lleno de ecos de recuerdos. Tess caminaba detrás de mí, pero no le dirigí la palabra. Nadie entendía lo que sentía. Solo yo sabía lo que era irse con las manos vacías y el corazón lleno de cosas que no podía expresar.

Me dolían los hombros, pero lo que más pesaba no era la maleta. Era todo lo que no dije. Todo lo que ya no iba a pasar. Me pregunté si ella también sentía que el aire se volvía más espeso cuando no hay nadie que te espere al final del pasillo.

—¿Vas a quedarte callada todo el camino o solo estás practicando para cuando te conviertas en estatua?

—Cállate, Tess. No estoy para tus mierdas.

Apreté la maleta con más fuerza. No era por el peso, era por no soltarme. Porque si no me aferraba a algo aunque fuera a un pedazo de tela y ruedas— me desharía. Me caería, sí, pero no solo al suelo. Caería por dentro. Y no pensaba darles ese placer. No iba a regalarles el espectáculo de verme rota, aunque ya lo estuviera desde hacía tiempo.

Tess me alcanzó. Su presencia era constante, como una vela encendida en mitad del apagón. Una parte de mí quería rechazarla, alejarla como a todos los demás. Pero había otra más silenciosa, más cansada que se aferraba a ella sin admitirlo.

.—¿Vas a irte así? ¿Sin despedirte? ¿Solo porque no recibiste una carta? —su voz, siempre tan directa, tan segura, me golpeó como una ráfaga. La odiaba y la adoraba al mismo tiempo—. Te odio, pero si te vas sin decir adiós, te arrastro de vuelta.

Sus palabras se clavaron en mí como agujas mal puestas: torpes, urgentes, imposibles de ignorar. Decía que me odiaba, pero ahí estaba, como siempre. Yo también la odiaba un poco. Por entenderme demasiado. Por no dejarme hundirme en paz. Por seguir creyendo que aún había algo de mí que valía la pena arrastrar de vuelta.

Y lo peor es que una parte de mí quería que lo hiciera.

—No sé ni para qué te molestas —dije, tragándome el temblor mientras arrojaba la bufanda a la maleta—. Tú nunca lo entendiste. Ni lo vas a entender. ¿Qué esperas, Tess? ¿Que me quede? ¿Que siga fingiendo que esto todavía importa?

Tess no dijo nada. Se quedó ahí, quieta, como si el silencio pudiera arreglarnos. Tal vez sabía que no me iba a entender. Tal vez nunca lo hizo. Y aun así, dolía.

Lo peor era eso: no esperar nada y aun así desearlo todo. Que me viera. Que me escuchara sin tener que explicarme. Que supiera que irme no era rendirme, sino la única forma que conocía de seguir respirando.

Yo no era fuerte. No en el sentido que esperan. No era una heroína que se levanta con la frente alta y la herida cerrada. Era solo una chica que temía caerse porque sabía que, esta vez, no sabría cómo volver a ponerse en pie.

Vivía atrapada en ese miedo sordo al fracaso, repitiéndome que no pasaba nada mientras todo dentro de mí se desmoronaba. En ese momento, con el murmullo de voces ajenas ahogando la mía, entendí que no estaba huyendo de una carta... sino de todo lo que no sabía decir en voz alta.

Lo que Tess no entendía lo que nadie entendía era que no era solo papel y tinta lo que me faltaba. Era todo lo que se quedó en el aire, lo que jamás se dijo. Las palabras no escritas, los silencios que duelen más que cualquier respuesta. Y yo... yo me estaba vaciando por dentro, sin espacio para respirar.

Ella me miraba con los brazos cruzados. Tranquila, sí. Pero con esa chispa de impaciencia que solo tienen los que creen que el dolor se supera con voluntad. Y yo la miré queriendo gritarle que no era así. Que no todo se arregla con tiempo. Que a veces solo se rompe.

—¿De verdad, Harper? —dijo, su tono más tranquilo de lo que mis nervios podían soportar—. ¿Todo esto por una carta?

El aire cambió. Se volvió denso, casi irrespirable, como si sus palabras no solo se escucharan, sino que se quedaran flotando, ocupando el espacio entre nosotras. Una carta. Solo una carta. Tan simple, tan mínima... y sin embargo, todo estaba ahí.

No podía soltarla. No todavía. Porque entre cada línea no escrita, en los espacios vacíos, yo había leído una promesa. O tal vez solo quise leerla. A veces, el deseo maquilla la ausencia de respuestas. A veces, el silencio suena exactamente como lo que necesitamos oír.

—No me entiendes —dije, intentando que no se notara el temblor—. No es solo una carta. Es lo único que queda.

Tess no se movió. Se quedó ahí, inmóvil, con esa mirada suya que no tiembla, que no duda, que ve más de lo que debería. Me miraba como si supiera algo que yo no. Como si pudiera sostenerme solo con los ojos. Y tal vez por eso me daban ganas de apartar la vista. Porque su calma me desarmaba más que cualquier grito.

Yo quería que dijera algo, lo que fuera. Y al mismo tiempo, necesitaba que callara. Porque en su silencio estaba todo lo que yo no podía soportar escuchar.

—No, tú no entiendes —dijo, con una calma que me incomodó—. Las cartas no van a cambiar nada, Harper. No van a devolver las cosas a como eran. Y este drama... tampoco. ¿Vas a quedarte atrapada en algo que no existe?

El dolor se deslizó por mi pecho como un recuerdo hiriente, silencioso, pero imposible de ignorar. No dije nada. Quizá porque sabía que, en la superficie, ella tenía razón. Y eso dolía más que cualquier mentira.

Pero había algo más. Algo que no podía explicarle sin vaciarme. No era solo orgullo, no era solo una carta. Era el miedo a creer que un gesto bastaría. Y, aun así... algo en mí quería aferrarse a la idea de que aún quedaba algo por salvar. Algo que seguía latiendo debajo de todo ese dolor.

—¿Por qué sigues con esto? —insistió, su voz más firme ahora—. Hay cosas que no puedes controlar, Harper. Si sigues esperando que todo se solucione por arte de magia, solo te vas a hacer más daño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.