100 Ways

Reloj de arena

Miré el reloj del computador, había estado trabajando más de tres horas en aquel dibujo, además iba atrasada. Esa tarde vería a mi mejor amigo, aquello era algo que no deseaba perderme. Llevábamos más de diez años de amistad, aunque desde que acabó su carrera y yo decidí entregarme al arte, ambos nos veíamos menos.

Hoy por fin luego de ocho meses volveríamos a salir. El era cirujano en una clínica de la ciudad una de las mas solicitadas y el como único cirujano especializado en cerebro, tenia siempre una carga de trabajo pesada.

Esta salida la habíamos planeado con semanas de anticipación, la tenía libre y yo hice un espacio en mi agenda para él. Así que, vestida y enfundada en un gran abrigo negro tejido, Sali de mi casa rumbo a nuestro encuentro.

No haríamos mucho, solo tendríamos nuestra habitual cita en una cafetería donde nos pondríamos al día de todo lo sucedido. Claro, yo ya pensaba en todo lo que le contaría, mientras caminaba ya por aquel paseo de cafeterías cuando sonó mi celular.

-Hola ¿Qué pasa?

-Xian – dijo mi segundo nombre que solía usar para darme malas noticias – me llamaron para una cirugía de emergencia, no llegaré

Detuve mis pasos en medio de la acera, si estaba triste pero no podía obligarlo ni hacer berrinche.

-Descuida, ve a eso ya en otra ocasión, cuídate

Colgué la llamada, regresarme a casa sin nada era depresivo, ya que estaba ahí aprovecharía en quizá pasear un poco. Solía salir de casa muy rara vez, por lo general me la pasaba en casa trabajando. Era diseñadora en una empresa la cual me permitía trabajar desde casa. ¿Ventaja?, podía aprovechar mejor mi tiempo. Desventaja, vivía encerrada en casa.

Entré a la cafetería, pedí un cappuccino para llevar y dispuse mi dirección a una vieja librería. Por esa zona, existía una librería tan antigua pero acogedora, donde siempre encontraba algún ejemplar interesante. El lugar esta dentro de una vieja casona antigua, Y ahí no solo encontrabas libros nuevos, sino que tenia una sección de libros de segunda mano. Era por eso que acudía ahí.

Me gustaba buscar ejemplares de libros de segunda mano, no solo porque muchos tenían diseños mucho mas elaborados que los actuales. Sino que entre esos libros se ocultaban verdaderas joyas de la literatura que en ocasiones quedaban perdidas entre las montañas de libros.

-Buenas tardes

Salude al viejo hombre quien ya me conocía. El era un hombre mayor, seguro ya pasado los cincuenta. Pequeño de vientre prominente y tres escasos cabellos que cubrían su pelada cabeza.

-Señorita bienvenida, justo ayer llegaron nuevos ejemplares

El viejo hombre ya me conocía, solía ir de vez en cuando y salir con al menos diez libros en mano, el los vendía muy baratos.

Sin decir más, avancé hacia mi zona preferida. Montañas de libros apiladas en una enorme mesa, en los libreros incluso alguno en el suelo. No estoy segura de cuanto tiempo estuve ahí. Bebía mi café mientras hurgaba en la montaña de libros. Cogía los que me llamaba la atención su portada o su título. Leia la sinopsis a ver si llamaba mi atención.

Estaba tan absorta que el repentino golpe en el suelo, de un libro al caerse, me sobresalto. Mire hacia donde había oído el ruido, ahí en el suelo, un pequeño libro de tapa dura color azul yacía tirado. Al levantarlo, un marcapáginas cayó de entre sus hojas.

“ENSUEÑO”

El titulo estaba escrito en letras doradas, el marcapáginas solo tenia la imagen de una pluma sin mucho encanto. Busqué la sinopsis del libro para ver de qué iba.

“Cuando el mundo parece asfixiante y la mente tiene mas caos que orden, cuando los latidos desbocados ya no persiguen a la vida, el sueño te encuentra, el ensueño te acoge. Si encontraste este libro es porque necesitas algo de ensueño en tu vida”

Aquello no sonaba interesante, parecía mas un libro de autoayuda, pero realmente algo en el me atraía. Coloqué el marcapáginas y puse al libro en el estante. No me interesaba

-Muchas gracias

Me despedí del señor después de encontrar algunos libros interesantes, llevaba cinco nuevos libros a mi librero. Mi café se había acabado y la salida no había sido infructuosa. Al llegar a casa, deje los zapatos en la entrada. Pequeña costumbre adaptada de algunas series que vi. Y además cultivada con esfuerzo porque así era más fácil mantener limpio el departamento.

-Hati ya llegué

Hati era mi gato, el cual hace unos años había encontrado tirado en la basura. Llego a mi vida con un misero mes en el mundo. Feo, desnutrido, fue una hazaña mantenerlo vivo. Ahora gordo, hermoso y con tres añitos, era el mimado de la casa.

Ante mi voz, acudió corriendo a darme la bienvenida. A veces parecía mas un perro dentro del cuerpo de un gato.

-Mira, mamá trajo unos libros nuevos

Hati amaba los libros nuevos, y tenía un ritual para ellos. Yo no podía guardar ningún libro en el estante, si primero el no los olisqueaba y dormía encima. Esta vez no fue la excepción. Saque los libros y los tire al mueble. Ahí entre los cinco ejemplares, vi aquel extraño libro del ensueño.

Estaba segura que yo no lo había metido ¿O sí? Traté de recordar en que momento lo hice, pero no tenia memoria. Quizá simplemente lo confundí con otro libro. Ya ni modo, quizá le daría una oportunidad luego.

Deje que Hati se encargara de los libros mientras preparaba algo de cenar. Mientras cocinaba, mi celular sonó de nuevo. La voz de mi madre sonó al otro lado de la línea. Mis padres Vivian en otra ciudad, para ellos había sido duro que me fuera de casa, Siendo la ultima hija de la familia dejarlos significaba que ellos tendrían que vivir solos y después de tres hijos, vivir solo para ellos era como una tortura.

- ¿Hija? ¿Auriele?

-Hola mamá

Auriele era mi primero nombre, Lo había elegido mi madre y Xian, lo eligió mi padre junto a mi abuelo que tenia antepasados chinos. Mi madre solía usar más el primero, así que, con el tiempo, me acostumbre a responder a los dos por igual




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