Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas. No quería, pero tenía que pasar. Por un momento creí que todo era una mentira, que nada había pasado y que no sería tu culpa. Pero eso fue, yo creí que sería así. Me lleve las manos a la boca para contener un grito ahogado. Tú no dijiste nada, sólo te quedaste mirando, cómo me desmoronaba en mil pedazos. Quería que te acercarás, que me dijeras que era mentira, una invención suya, que no había pasado. Pero lo supuse. Las lágrimas salieron de mis ojos como fuego, me quemaban las mejillas, se abrían paso como el dolor en mi corazón. Sentí algo, un vacío. Diste me día vuelta y empezaste a caminar. "No te vayas" Susurró mi corazón. No quería que te marcharas, no quería. El mundo estaba cayendo a pedazos y yo caí con él. Di un paso hacia delante y te detuviste. Giraste la mirada a mí y bajaste los ojos. No estaba lista para disculpas, ni para la verdad. Mis manos temblaban. Sabía que si había sucedió, que todo era verdad y que no había regreso atrás. Caí al suelo. Más lagrimas salieron. No quería llorar, porque llorar es afrontar la verdad, y la verdad es que te amé demasiado para que me traicionaras.