180°

Solas

No esperé a que llegara a donde me encontraba. La rabia de saber que casi toda mi familia había muerto en sus manos, invadió mi cuerpo. Sin pensarlo, me fui directo a su cuello para tratar de hacer lo mismo que ella hizo con mis seres queridos. Necesitaba dar todo lo que tenía de mí para poder salvar a mi hermana de las manos de aquel demonio. Tomé impulso desde el suelo, guiando mis manos hacia su cara. Quería tomar esa parte de su cuerpo para girarla y matar a ese ser humano tan inhumano de una vez por todas.

No me importaba convertirme en una asesina, si con eso podía salvar la vida de la única persona importante que me quedaba en el mundo. Aun así, mi fuerza fue insuficiente y, de un solo movimiento, antes de que pudiera tocarla, me lanzo por los aires hacia la pared dejándome inmóvil y fuera de combate por unos segundos.

Todavía quedaba algo de fuerza en mi cuerpo y la adrenalina que en ese momento generaba terminó de darme lo necesario para enfrentarla de nuevo. Miré a mi alrededor totalmente mareada y desorientada, buscando algo que pudiera ser de ayuda y que me permitiría encestar un golpe lo suficientemente fuerte como para noquearla y hacerla caer al suelo. Lo primero que vi fue un jarrón que era de mi madre y pensé que su peso podría ser de ayuda para lograr mi objetivo.

Me levanté y volví a atacar, está vez con el jarrón en mi mano derecha. Con todas las fuerzas existentes en mi cuerpo, canalizadas en ese brazo. Salté nuevamente para encestar “el golpe”. Mis músculos estaban contraídos y listos una vez más, pero de nuevo mis esfuerzos fueron insuficientes.

Desafortunadamente, antes de poder siquiera tocarla, ella me tomó de la cabeza haciendo que soltara el jarrón que sostenía. Este cayó al piso y se hizo añicos en un segundo.
 
En ese momento recordé los esfuerzos de Peter por defenderse y pensé que me debería de ver igual que él; luchando por mi vida aun sabiendo que el resultado final sería inevitable. Moriría en sus manos como el resto de mi familia, dejando a mi hermana sola y sin ayuda.
  
Pude sentir una pesadez en la cabeza, por la fuerza que ella ejercía en esa parte de mi cuerpo. Mi cráneo aún no crujía, pero sabía que era cuestión de tiempo para que ese sonido tan... perturbador, fuera generado por mí. Yo solo la veía directamente a los ojos, preguntándole sin poder emitir alguna palabra “¿por qué había acabado con todo lo que me importaba en la vida?”.

Ella me observaba como si pudiera leer mi dolor.

El miedo que sentí recorrer mi cuerpo por tener su fría mirada puesta en mí, fue horrible. Llegó un momento en el que todo lo bonito que había vivido en mi vida inundó mis pensamientos. Momentos felices vinieron a mi cabeza. Cuando Peter nació, o cuando Dakota y yo festejamos al mismo día nuestros cumpleaños (aunque habíamos nacido en días distintos), esa fue sin lugar a dudas la mejor fiesta de mi vida.
 
Después de esos pensamientos, mi conciencia está confusa.
 
Recuerdo perfectamente cuando ella intentó matarme como hizo con Peter. Para mí suerte, Dakota intervino y creo haber caído en la cama de mis padres. Digo creo, porque es ahí cuando en verdad mi mente se vuelve más borrosa.

Perdí el conocimiento, por un tiempo que no tengo muy claro, dejando a mi hermana sola con ese ser tan sanguinario y despiadado… Completamente desprotegida.

Tengo solo dos recuerdos después de haber caído a la cama de mis padres. El primero es cuando tiempo después sentí un ligero roce en mi cuello. Al abrir los ojos, pude observar a Dakota colocando sus dedos sobre mi muñeca para mirar si tenía pulso. De alguna forma descifró que seguía con ella… viva, aunque respirando de manera muy lenta. Quizás después de ver todas aquellas locuras de ciencia ficción que tanto le gustaban de algún modo entendió la diferencia entre vida y muerte.
   
En el segundo recuerdo, observo a mi hermana suplicar de manera humillante a esa extraña mujer para que me dejara en la cama. Ella alegaba que yo era lo único que quería guardar a su lado. Cosa que para mí fortuna le permitió.

De lo que sí estoy segura y no tengo ninguna laguna mental y mucho menos dudas, es del cansancio y el dolor que sentía por las dos veces que mi cuerpo cayó al suelo. Ella me había lanzado por los aires como si mi peso fuera el mismo de una muñeca de trapo.

Hoy, al igual que todos los días previos a aquella tormenta que últimamente me acompaña, me levanto preguntándome “¿por qué los vecinos no han venido a saludar?, ¿será que ellos no ven  raro llevar más de dos meses sin ver a mis padres?, ¿dónde quedó Tom, el mánager de mi madre que venía cada fin de semana con una propuesta nueva de trabajo?”.

Todo es muy raro, como si viviéramos en una realidad alterna.

Lo que sí forma parte de esta realidad es la muerte de mis padres. Por muy difícil y dolorosa que esta sea, tengo el deber de honrar su memoria y  buscar una solución a nuestro problema. Es el motivo principal por el que quiero que salgamos de aquí. 

Pero algo que aún me desconcierta es el hecho de querer saber ¿por qué de toda la familia Dakota fue la única que quedó a su disposición? Porque de algo estoy segura y es que mi hermana tiene algún propósito.

Son muchas las cosas que me cuesta entender en estos momentos, una de ellas es el hecho traumático de saber que esa mujer lleva sesenta y cinco días viviendo en casa. Es horrible verla pasear libremente por todas las habitaciones, como si siempre hubiese vivido aquí, como si en cada pared no existiera un momento de felicidad grabado de nosotros como familia, más bien actúa, como si nunca hubiera habido felicidad alguna…como si la casa le perteneciera.
 
Los cuerpos de mis padres y de mi hermano alguien tuvo que removerlos para que el olor no impregnará por completo la casa. Solo espero que mi hermana no haya tenido que hacer eso porque no me imagino el dolor tan grande que debió pasar al verlos en aquel estado tan deprimente.   
  
Otra cosa bastante rara es que ella no sale de casa. Y, las pocas veces que lo hace, regresa a los pocos minutos. Es lo que he podido observar a lo largo de estos meses que me he visto en la necesidad de estar postrada en esta cama para poder sobrevivir.
 
Mi hermana me visita muy a menudo. Me queda claro que viene todos los días, porque hasta ahora no he pasado ningún momento sin alimento. En ocasiones aparece solo unos segundos para traer comida, tocar ligeramente mi cabello y otras veces (un poco más arriesgadas) darme un pequeño beso en la mejilla. Sin decir una palabra, simplemente se va, no regresa hasta el día siguiente. No sé si es a la misma hora,  porque aquí recostada pierdo un poco la noción del tiempo. Tampoco sé cuándo es de día o de tarde. Solo sé en qué momento entra la noche porque las farolas de la calle se encienden como siempre a las siete de la noche.
    
Lo único por lo que estoy aguantando todo este martirio, es la certeza de saber que Dakota sigue con vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.