180°

Otra vez

—La verdad no queríamos seguir ahí, con miedo y mucha cautela buscamos las salidas de emergencia —Charlotte sigue narrando aquello que vivió, su voz aún es firme, me hace creer que tuvieron mucha suerte, más que nosotras—. Todas estaban cerradas, nos fue difícil salir con la rapidez que la situación ameritaba, buscamos otros posibles lugares donde pudiéramos evacuar, todo parecía imposible. La fábrica o más bien, el departamento donde trabajábamos estaba en planta baja, por ello decidimos buscar alguna ventana que nos conectara con el mundo exterior. Sabíamos perfectamente que la más cercana a nosotros era la del comedor porque todo el edificio estaba climatizado. A pesar de que la mayoría de los gritos provenían de allí, decidimos aventurarnos y buscar esa salida sin importar las consecuencias. En nuestro camino al comedor nos encontramos a los Smock, nos unimos para intentar salir con vida, sabíamos que entre más fuéramos más difícil sería pasar desapercibidos, pero no podíamos dejarlos atrás y mucho menos quedarnos solos, en ese momento nos volvimos un equipo.

—Nosotros sabíamos lo cruel que eran porque me tocó ver como mataban a sangre fría a los vigilantes de la recepción. Con una puntería perfecta —las repentinas palabras de Smock hacen que Charlotte aguarde—. Pablo y Esteban estaban  sentados como a quince metros haciendo su trabajo, cuando de la nada aquellos extraños desenfundaron sus armas y sin una gota de remordimiento, con una perfecta precisión y puntería los mataron. Una bala en medio de los ojos de cada uno hizo que inmediatamente cayeran al piso. Cuando sus cuerpos tocaron el suelo dejaron una gran cantidad de sangre alrededor. Yo no sabía que después de muertos el cuerpo seguía unos segundos más en movimiento, pero en ese momento lo supe. Al ver esa escena tan fría delante de mí y, ante la situación que observaba fui corriendo en busca de mi esposa. Tenía que moverme para poder estar a salvo antes de que ellos entraran a la fábrica. Cuando encontré a Nicki ella era ajena a la desgracia que se nos venía encima, sin siquiera darle una explicación la tomé del brazo, salimos corriendo para escondernos. Al igual que Charlotte y Taylor buscamos las salidas de emergencia, pero nos topamos con pared...estaban cerradas. Nunca supimos si fueron ellos o si la empresa siempre las mantenía trabadas, solo sé que de haber estado abiertas muchas vidas se habrían salvado ese día. Cuando vimos que no teníamos más alternativa que escondernos lo hicimos cerca del comedor, debajo de la barra. Ahí pudimos observar cómo sin culpa o remordimiento mataban  a cualquiera que pasaba al frente de su camino, a menos de veinte metros. Cuando alguien corría a lo lejos ellos no intentaban dañarlo, queremos creer que no los podían ver, de ahí es que pensamos que ellos no tienen buena visión. Cuando las balas se les terminaron sentimos esperanza, no podían matarnos a todos, pensamos que se retirarían o algo igual de positivo, pero nada fue verdad. Entre sus ropas traían cuchillos, grandes, anchos, de unos cuarenta centímetros. Desde donde nos encontrábamos podíamos ver el filo que tenían, el brillo que desprendían  era muy fuerte, cuando volvieron al ataque mataron a puñaladas certeras. El corazón de cada inocente que pasaba cerca de ellos era partido en dos, sin poder hacer nada para evitar morir. Aún puedo escuchar por las noches los gritos de muchos amigos pidiendo ayuda, las súplicas de quienes no corrieron con nuestra misma suerte. Los tipos esos parecían gemelos, tenían la misma complexión y altura, estaban perfectamente sincronizados. Sin decir una palabra se comunicaban perfectamente. Cuando por fin se alejaron para seguir con su ola de masacre fue que vimos que Taylor venía con su mujer, nunca fuimos amigos, pero sí compañeros. La verdad  no sabía qué hacer, solo sabía que tenía que sacar a mi mujer de ese lugar a como fuera posible, ellos para nuestra fortuna no nos dejaron solos y gracias a nuestras decisiones estamos vivos y con nuestros hijos.

Al señor Smock se le quiebra la voz. A pesar de ser un hombre corpulento y rudo. Es un ser humano con sentimientos y mucho dolor en el corazón, por ello puedo observar que le resulta imposible seguir narrando ese momento. Se ve que también fue difícil para ellos sobrevivir a ese trágico día. 

Taylor es quien retoma la historia. Al parecer aún queda más información de ese caótico último día, aquel llamado “normal”.

—Cuando vimos a los Smock decidimos seguir con ellos, esa acción es algo que agradezco hasta el día de hoy, si no fuera por su ayuda no habríamos salido de ese lugar. Después de un tiempo, los sin alma  siguieron su camino abandonando la cocina, oportunidad que nosotros aprovechamos para salir de ahí. Smock me ayudó a romper la  ventana que daba a la calle, afortunadamente era un cristal, los barrotes no estaban, era más un respiradero. Cuando por fin creímos estar libres de aquella matazón, salimos de ese infierno para entender que solo nos movíamos para vivir otro, uno más difícil y cruel. Cientos de familias estaban en las calles, la mayoría bañados en sangre. En sus caras se reflejaba el horror, aquel miedo que sentían. No fue difícil intuir que habían más asesino, el temor y la expresión en la gente nos hacía comprender eso. Al respirar ese aire, ese caos, lo primero que pasó por mi mente fueron mis hijos. Al ver la cara de las personas mi miedo creció, mis temores aumentaron y sin pensarlo tanto hable con los Smock, les dije que tenía más familia y que necesitaba ir por ellos, para nuestra sorpresa ellos también tenían más hijos, ahí fue cuando decidimos separarnos y tomar caminos diferentes. Pero Charlotte se opuso y dijo que la única manera de sobrevivir era seguir juntos, que iríamos a buscar a nuestras familias siendo un equipo fuerte. Primero los que estuvieran más cerca y después los lejanos. Los Smock aceptaron y después de hablar decidimos ir primero por mis hijos, nosotros vivíamos a solo seis cuadras de la empresa. Corríamos temerosos, no sabíamos quienes eran buenos o malos. Nos escondíamos buscando pasar lo más desapercibidos posible. Conforme avanzábamos veíamos una total devastación en la ciudad. Muchos cuerpos en las calles, unos mutilados, otros simplemente con el tiro de gracia, carros encendidos con los cuerpos de sus ocupantes dentro, todos muertos; madres, padres, hijos y hasta bebés, todos con oscuridad en sus miradas, sin vida; con los ojos vacíos... Sin alma...por eso decidimos llamarlos asi, los sin alma. Así es como dejaban todo lo que tocan. Pasábamos por las casas de nuestros vecinos, en ocasiones podíamos escuchar los gritos de sus ocupantes, pidiendo uno oportunidad de vida para ellos o para sus familias, otros rezando y elevando plegarias, incluso algunas casas emitían disparos, pero esos gritos no eran suficientes para hablandar a los seres, en cuestión de segundos hacían que todo se quedara en silencio. Sabíamos que en cualquier momento saldrían para seguir con su casería, por lo que corríamos con más fuerza, sin mirar atrás. Sé que suena egoísta, pero nada podíamos hacer ante sus habilidades. 
«Cuando llegue a mi casa la encontré en total silencio, en ese momento sentí que moría, sentí como todas mis fuerzas se iban…ya sabía que los sin alma habían pasado por ella matando a todos los ocupantes. Conocía el final de mis hijos. No quería entrar, recuerdo perfectamente que les dije a los Smock que no entraría, incluso recuerdo haberles pedido perdón por hacer que perdieran su tiempo yendo en busca de unos niños que ya no estaban vivos. Cuando dije eso Charlotte como la excelente mujer que es me abrazó y al igual que yo se desmoronó, nos pusimos a llorar delante de mi casa. Nicki se quedó a nuestro lado reconfortando nuestro sufrimiento, mis esperanzas murieron y renacieron ese día. A los pocos minutos de mi casa vi salir a Smock con mi hijo en brazos, sano, salvo, sin un rasguño, sentí que mi mundo tenía de nuevo luz, pero cuando vi que no salía con mi niña supe que solo Max había sobrevivido a la desgracia. Nos levantamos del suelo y acudimos donde Max. Abrazamos y besamos a mi pequeño, él con su ternura de niño secó las lágrimas de nuestros ojos sin saber siquiera porque llorábamos. Nos quedamos unos segundos más, juntos, reconfortándonos, sabíamos que era lo único que nos quedaba en el mundo. 
Las lágrimas amenazan con desbordar sus ojos, le cuesta hablar, incluso respirar. 
—Al ver que ellos estaban completamente derrotados decidí entrar, sería muy cruel pedirle a Taylor que entrara a ver la desgracia de su familia. Como yo no los conocía sentí que sería menos difícil para mí ver aquella imagen tan cruda. Le dije a Nicki que los cuidara, que entraría a ver qué había pasado aún con el temor de pensar que quizás los sin alma todavía estuvieran dentro y me pudieran matar, pero tenía que ver que había sido de la familia de Taylor. Recuerdo perfectamente que entre y lo primero que vi fue el cuerpo de una mujer mayor tirada en el pasillo, al lado de ella el cuerpo de una niña de unos ocho años vistiendo una batita rosa, ambas boca abajo, muertas de una puñalada en la espalda, con toda la sangre regada alrededor. No sabía cuántos hijos tenía Taylor, pero recordé que habló de “sus hijos” y supuse que tenía más de uno por lo que seguí buscando en la casa sin encontrar nada más. Todo estaba en total silencio. Baje las escaleras convencido que no había nadie cuando me percaté que debajo de los últimos escalones había una pequeña casita de perro con una manta que la cubría completamente, me acerqué lentamente y escuche un ligero llanto de niño, fue dentro de esa casa que encontré a Max, completamente  a la defensiva, como un cachorro luchando por su vida, al intentar sacarlo me atacó golpeando mi brazo, según el defendiéndose de mí — él mira a Max para darle una linda sonrisa, está orgulloso de su valentía—. Pero le dije que venía con sus padres y que afuera de la casa lo esperaban, en su cara se iluminó una sonrisa, intentó seguirme, pero decidí que será muy cruel permitir que viera a las personas del pasillo muertas, le ordene que cerrara los ojos, le dije que no debía abrirlos hasta que escuchara la voz de su padre, como es muy obediente me hizo caso y no los abrió hasta que salimos de ese lugar. Cuando vio a su padre se lanzó sobre ellos como si fueran su salvavidas, me sentí orgulloso de haber entrado por él, cuando Charlotte me pregunto por su hija le dije que las había visto en otros términos muy diferentes a los de Max, ella solo cerró sus ojos y se abrazó más de su pequeño sin decir una palabra.




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