180°

La veo

Trazo una línea histórica en mi mente. Momentos de mi niñez, el nacimiento de mis hermanos, las cenas de cumpleaños..., el día negro, los días consecuentes a este, nuestro escape, encontrar a mi nueva familia y ahora esto.

¿Por qué tuve que pasar todos esos momentos?
¿Para vivir este?

Tomo una bocanada de aire, en mi corazón hay paz. La pierna de Colton mejora, a pesar que él no deja de sentir que se desgarra cada vez que se levanta y da unos pasos. Sophia cree que quedará dañado de por vida, muchas queremos creer que no es verdad, pero somos conscientes de algo, es una suerte que esté vivo.

Llevamos una semana de viaje, estar a pocos kilómetros de nuestro destino final hace que mi cuerpo se llene de paz. 

—¿Todo bien?

Con la sonrisa más sincera le contesto.

—De maravilla.

Él también sonríe, me abraza y me sorprende con sus palabras. Es como si fuera otro, alguien más humano, menos frío.

—Gracias por preocuparte, los chicos me contaron todo lo que hiciste por mí.

Si alguien me dijera que el Colton que conocí la primera vez haría esto, no le creería.

—No fue nada, lo habría hecho por cualquiera.

—Pero lo hiciste por mí —se pega a mi cuerpo, lo miro sin pestañear. Temo que el más ligero de los movimientos pueda hacer que se aleje—. Gracias Mónic.

Deposita un cálido y tierno beso en mi mejilla. Se da la vuelta y se marcha sin esperar a que yo diga algo más. 

Involuntariamente suspiro, no me esperaba tal gesto. No dejo de mirar, de repente me sorprende girando y guiñandome un ojo. Él sabe que lo veo, lo disfruta.

—Ese bombón es tuyo, ni Sophia ni nadie te lo quita.

Me giro porque no es mi hermana quien dice eso.

—¡Tío Fernando! —lo miro sorprendida, él todavía añade.

—Me gusta, no se dejen perder.

Miro a todos lados menos a mi tío, no sé qué decir, un bochorno me invade, estoy súper incómoda, toco mi muñeca con pequeños masajes. Estoy por decir alguna estupidez cuando Antoni llama a mi tío.

—¡Fernando! —es tanta su emoción que todos miramos a donde se encuentra —. ¿No que no llegábamos hoy?

Inmediatamente dejo de mirar para regresar mi vista al frente. 

Ahí está, la veo.

Una proporción de tierra con casas y barcos anclados a la orilla se deja ver desde lo lejos... Es magnífico.

Mi tío hace un ademán más propio de los jóvenes, estira su brazo y luego lo contrae  a la altura de su pierna, sonriendo.

—¡Bien! 

Nos miramos y reímos, me sorprende cuando me levanta y giramos en un abrazo. 

—¡Todo estará bien, mi niña!

Cierro mis ojos.

Esas son palabras que mi padre habría dicho. Lloro, no sé si es por las palabras de mi tío o por el hecho de saber que hemos llegado a nuestro nuevo hogar, sanos, salvos o porque mi hermana y yo al fin podemos decir que sobrevivimos juntas.
Las emociones se alojan en mi garganta, sin pensarlo corro a donde está ella, la abrazo y me permito llorar con más ímpetu en sus brazos. La beso por toda la cara.

—¡Lo logramos hermanita, al fin seremos libres. Te amo, gracias!

Ella no contesta nada, llora conmigo.

Diez minutos después tocamos puerto, la brisa nos recibe, unos cuantos isleños se  acercan a nosotros, algunos con las cejas fruncidas, incrédulos, otros con una linda sonrisa. 

—¡Bienvenidos!

De repente un grupo grande de gente nos recibe como si fuéramos personas importantes, mientras descendemos nos aplauden y sonríen como si nos conocieran de algún lado. Al tocar el suelo las cosas son mejores, nos abrazan y besan uno por uno. 

Esta gente es única.

Acá las cosas aún son como antes. Existe un gobernante que dirige sabiamente. Una vez que nos hemos presentado con ella, amablemente nos ofrece alojamiento y comida. Todas las historias que Colton escuchó son ciertas, con ser humano es más que suficiente.

Este lugar tiene la tranquilidad que necesitamos. 

Algo que resulta todavía más fascinante es que durante la tarde aunque no los veo oigo el cantar de las aves, ese canto que hacen cuando van a dormir. 

Paz...es todo lo que siento cuando los escucho.

—¿Qué les parece? ¿Celebramos? —Colton, el nuevo chico, levanta su copa para que todos brindemos por esta nueva etapa de nuestras vidas. Estamos eufóricos por todo lo que este lugar tiene para nosotros y por todo lo que nosotros le queremos aportar. Tomamos del líquido amarillento, felices. Entre una cena de vegetales y pláticas se pasa la noche.

Cuando toca la hora de dormir siento raro al recostar la espalda en una cama, hace que me vengan recuerdos tristes a la mente. Todo este lugar lleno de vida tiene esa capacidad. 

Esta noche al igual que muchas atrás duermo al lado de mi hermana, no quiero perder eso.

A la mañana siguiente desayunamos algo rápido, nos ponemos ropa cómoda e  iniciamos nuestro andar, la gobernadora es nuestra guía, para nosotros es un placer y honor ser tan queridos. 

El recorrido es más largo de lo que pensaba. Este lugar es totalmente independiente, vamos por la calle y puedo mirar familias comprando, parejas sentadas en el parque, niños corriendo y jugando. La brisa contribuye mucho a este paisaje, todo acá es cálido. 

Existen edificios grandes, hospitales con todo lo necesario para la recuperación de una persona, incluso inscriben a Colton para unas terapias y una cita para verificar el avance de su pierna.

También hay bares, iglesias, farmacias, escuelas y todo aquello que me pueda imaginar y que creí no vería nunca más, incluso hay una tienda de helado que espero y deseo visitar pronto. Hace mucho que no recorre mi garganta una gran cantidad de nieve de napolitano, quiero sentir el sabor y lo frío pasar por mi paladar.

Resulta un poco raro que nunca nos mencionen el nombre anterior de este lugar, ahora solo le llaman hogar, pero es mejor no recordar lo que era antes el mundo. Es mejor disfrutar de lo que tenemos ahora que no es más que amor, paz y tranquilidad.




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