2 Caminos

10

Los rayos del sol ya estaban dentro de la habitación ya que a ambas amigas se les olvidado cerrar las cortinas, Elizabeth estaba más dormida que despierta pero logro escuchar voces fuera de la habitación, era probable que Dana y Lara ya estuvieran despiertas y haciendo el desayuno o buscando algo de comida en el refrigerador.

—Iri.

Movió a su amiga, esta solo se quejo mientras escondía su cara en la almohada.

—Iré por agua, ¿quieres? —escucho un ahogado “si” y se puso de pie.

Salió de la habitación mientras peinaba su cabello y en cuanto miro la cocina encontró a Dana y Lara buscando comida en la alacena.

—Buenos días.

—Tardes Liz, ya son las 2 —respondió Lara

—Mierda —dijo en su camino al baño.

No logró tocar la manilla de la puerta ya que esta se abrió dejando ver a un Daniel adormilado, el cual pareció haber visto un fantasma con la cara que puso al ver a la castaña.

—Li-Lizzie —trago saliva y solo sonrió.

—¿Me dejas pasar? —preguntó con una sonrisa y este asintió.

Una vez él se quitó de la puerta ella entró directo a hacer sus necesidades, y mientras se lavaba las manos se miró al espejo y noto como el rimel que llevaba la noche anterior ahora estaba corrido en sus ojeras.

—Debo cambiar de rimel —se dijo a sí misma mientras limpiaba este.

—¡Elizabeth! —la voz de Dana la sacó del baño—. ¿Quieres un sándwich?

—¿Es lo único que hay? —pregunto acercándose a la pelirroja.

—Eso y una empanada dura.

—El sándwich está bien —respondió mientras servía el agua para Irila.

—Pregúntale a Irila si quiere uno.

—Yo creo que prefiere dormir —dijo con una sonrisa.

Al entrar a la habitación de Daniel negó al ver como Irila se había distendido por toda la cama, llegó hasta ella y luego de mover su pierna para poder sentarse la llamó.

—Iri, ¿quieres un sandwich?

Elizabeth escuchó un ahogado “si” y se puso de pie.

—Bien, voy a dejar el agua aquí a un lado.

La de pelo rizado asintió y Elizabeth dejó el vaso en la mesa de noche, mientras que la mayor luchaba para levantarse la menor estaba en busca de sus botas, se había levantado sin zapatos y sus calcetas se habían ensuciado un poco, una vez las encontró salió de la habitación anunciandole a Lara y Dana que Irila si quería su sándwich para después ir a sentarse junto a un adormilado Axel quien miraba la mesa de centro como si fuera algo increible y super interesante.

—Buenos dias Axel —saludo mientras se ponía sus botas

—Hola Liz —respondió algo ido.

—¿Estás bien? —preguntó al verlo tan raro, Axel a veces era raro pero este no era el raro común.

—Aún no se recupera de ayer —respondió Red sentándose entre ellos—. Y tu ya te recuperaste?

—Yo no fume —respondió Liz algo confundida con la pregunta del rubio.

—Exacto —dijo con una sonrisa que no le gustó del todo.

Le tomó un par de segundos entender que era lo que insinuaba Red con esa pregunta y esa sonrisa, y cuando lo hizo rodó los ojos y se puso de pie yendo a la barra de la cocina donde Lara le entregó su sándwich.

—Daniel quieres uno? —preguntó la rubia al pelinegro que iba saliendo de la habitación de invitados.

—No Lara, no tengo hambre.

El resto de la mañana se la pasaron platicando sobre el festival y Red no dejo de mirar a la dupla de mejores amigos, quienes cuando notaban la mirada del rubio solo rodaban los ojos o lo miraban mal, esperaban que no se le ocurriera mencionar eso, ninguno de los dos hablo mucho,solo se dedicaron a reírse y aportar algo a las anécdotas del grupo, y realmente no fue necesario ya que todos estaban muy atentos a la historia marihuana de Axel, Red cada que podía le decía que exageraba, pero resulta que una vez que Elizabeth se fue a dormir el castaño comenzó a decir que había algo en la cocina y se los iba a comer, y así estuvo media hora hasta que Red descubrió que la “cosa” era la tostadora, la tapo con una toalla y el mayor al fin de calmó, la primera vez de Axel fumando hierba y le dio la palida, porque no era una alucinación, simplemente el miedo irracional que Axel le tenía a las tostadoras cuando era niño había vuelto.

Cuando dieron las cuatro ya todos se preparaban para irse, se hubieran quedado más pero su taxi, Dana, tenía que ir a ayudar a su tía con su pastelería.

—¿Te llevamos Liz? —preguntó Dana.

—No, yo me iré sola —respondió con una pequeña sonrisa.

—De acuerdo, cuídate.

Todos se despidieron del dúo de amigos y cuando Red fue con ella la abrazo para susurrarle:

—Después me cuentas todo.

Lo cual hizo que la castaña negara divertida, Red era un chismoso y se molestaría si ella no le contaba todo después, aunque realmente no tenía idea de que le iba a contar, no sabia si algo más iba a pasar.

Una vez el grupo se había ido que sólo habían quedado Daniel y Elizabeth, este se puso a lavar los platos del desayuno, Elizabeth notó que solo lo hacía para ocuparse en algo y no tener que hablar con ella lo cual le pareció gracioso.

—¿No vas a hablar de lo de anoche? —pregunto recargándose en la isla de la cocina.

—¿Del festival?

—Sabes de qué hablo Daniel.

—No, no lo sé —respondió con una sonrisa.

—¡Claro que lo sabes Dani!

—No —dijo secándose las manos—. ¿Pero qué tal si me lo cuentas en el camino al centro comercial?

—¿Al centro comercial? —el asintió—. ¿A qué vamos a ir al centro comercial?

—A ver una película tal vez.

—¿Es una cita?

—Tal vez —dijo yendo a su habitación.

—Bien pero yo decidiré la película.

—Está bien pero me voy a dar un baño y después nos vamos, ¿si? —aviso saliendo de su habitación con la ropa en la mano.

—Está bien —respondió mientras asentía con la cabeza.

Él le sonrió y fue hacia el baño, ella solo se quedó en la sala, lo bueno es que Daniel no tardaba mucho en bañarse. Estando en el sofá busco su maquillaje en su bolso al igual que su pinza del cabello, hace horas no la veía. Mientras se ponía algo de rimel desvió su mirada al jardín, ayer no había notado el rosal que había, esas flores eran una total rareza en ese jardín ya que Leila, la madre de Daniel, odiaba las rosas y solo las cultivaba en la florería que ahora pertenecía a los Damon, esa opinión sobre las flores era algo que Elizabeth compartía con ella, y por esa razón era raro que Daniel las haya plantado, era como escupirle a la tumba de su madre.




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