#2 La batalla por el reino

Perséfone

Sintió un escalofrío en su piel, volteó a ver por la ventana el cielo negro sin ninguna estrella, fue hay dónde supo que algo malo estaba pasando, tomo su arco y sus fechas, sin importarle la reunión que tenía con el rey de los vampiros, cuando cruzó la puerta de aquella habitación, una voz a sus espaldas lo hizo detenerse

—No lograrás nada —volteo y se topo con los ojos de aquella vampira

—¿Qué sabes tú? —ella camino hasta ponerse enfrente de el

—Solo si te quedas aquí —lo mira —. Estarás a salvó, tienes un destino que cumplir príncipe —dice sin más inclinado la cabeza

—Eso no me importa —se va alejando cuando siente una mano en su muñeca que lo detiene

—Por lo menos espera un momento

El trato de soltarse pero ella no se lo permitió, cuando de repente un objeto apareció en su muñeca un brazalete de oro

—¿Que es esto? —le pregunto

—Tu protección —el la miro directamente a los ojos

—Hija —salio el rey de los vampiros pero se detuvo al verlo

—Padre —vio que su padre miraba sus manos e inmediatamente lo soltó

—¿Que has visto? —le pregunto

—El rey demonio —vio como el se tensa —, ha muerto al igual que la reina

—¿Quien los mato? —pregunto Reluminium

—Principe, tiene que calmarse —dijo el rey de los vampiros

—¿Calmarme? —soltó una sonrisa de burla —, ¿Cómo me pide eso?, Cuando mis padres han sido asesinados

—Ese era su destino —exclamo la vampira —, y nadie puede escapar de el, ni siquiera usted príncipe

—No se de qué me estás hablando —expresó

—Habla que esto debía pasar

Voltearon para ver al hombre que entraba por la puerta principal con decisión

—¿Que haces aquí? —pregunto el rey al momento que sus guardias lo apuntaban con ballestas

—He venido a cumplir con mi destino...

—Y saldar una vieja deuda —termino la vampira por el

—Si —la miro —, pero no la tendremos fácil, la bruja tiene aún más poder

—¿Pero quién ese ella? —pregunto Reluminum —, ¿De dónde vino?

—Ella es Aldana —la vampira lo vio

—Nesecitamos un ejército

—Cuentas con las tropas de mi padre, pero no será suficiente

—Ahí que reunir a los reinos —el rey de los vampiros miro a su hija —, pero como dijo Orcos no ser fácil. El temor hará que la acepten sin protesta

—Tenemos que intentarlo —vocifero Reluminum —. No podemos dejar que la muerte de mis padre quedé impune —volteo a ver a Orcos —, y nesecito saber la verdad para ello

—No es el momento —dijo la vampira —, un ejército se acerca —volteo a ver a su padre —; son muchos

—Tenemos que enfrentarla

Reluminum tomo su arco y sus fechas pero otra ves alguien sostuvo su muñeca

—Aún no es el momento —nego —. Primero tiene que reunir fuerzas, ella es más poderosa que usted

La vampira hizo que lo siguiera sin soltar su mano, llegaron hasta un cuadro donde una mujer de cabellos blancos. El contempló ese cuadro

—Es mi madre

Contesto la pregunta que se formaba en su mente. Aquella mujer que estaba en el cuadro tenía una apariencia pasible, pero vio un detalle en su muñeca pero no le puso mucha importancia

—Vamos —volvió a jalar su mano como si fuera costumbre se dejó guiar por ella

—¿Cual es tu nombre?

—Perséfone —camino entre los árboles

—No tienes un nombre común —sonrío

—Al igual que tú —dijo sin mirarlo

—¿Quien te puso aquel nombre?

El vio como el semblante de ella cambiaba por un momento y fue donde se dio cuenta que había tocado una tema espinoso. Fueron unos minutos donde pensó que ella no contestaría

—Fue mi madre

—¿Como murió?

—No lo hizo

Detuvieron su paso cuando llegaron al final del bosque quedando frente a una gran cascada ella vio el fondo

—¿Pero...?

—Nos abandono —lo miro —, cuando yo tenía 3 meses de nacida. Me dejo con mi padre para que me criara y ella se fue y cumplió con su deber

—¿Su deber?

—Si, casarse con alguien igual que ella

—¿Tu madre era...?

—No crees que estás haciendo muchas preguntas —negó —, hay cosas que es mejor no saberlas

Cuando el iba a contestar, imágenes vinieron a ella

—Corran ahí que atraparlos —dijo aquel hombre mientras corrían entre los árboles —. Ella los quiere vivos

Ahí que ocultarnos —agarro su mano —, ¿Sabes nadar?

—¿Na‐Nadar? —vio como ella asintió —, pues si pero...

—Perfecto, salta —dijo antes de que pudiera decir algo

Los dos saltaron por la cascada, dejando que los condujera por el río. El salió a la superficie empezó a buscarla

—¡Perséfone! —grito —, ¡Perséfone!

Se volvió a sumergir tratando de localizarla pero no lograba encontrarla. Cuando volvió a salir pudo ver su cuerpo que era arrastrado por la corriente. El nado con todas sus fuerzas hasta alcanzarla, cuando por fin logro sacarla de ese río checo su pulso y comprobó que su corazón aun late. Presiono con fuerza su pecho para expulsar el agua de sus pulmones, al ver que no funcionaba tomo su rostro para darle respiración boca a boca cuando estaba acercando su rostro ella expulsó el agua de sus pulmones  directamente en su cama

Ella al abrir los ojos vio el rostro de el  cerca de ella, y vio como aún tenía los ojos cerrados

—¿Que crees que estás haciendo? —pregunto entre dientes —, ¿¡Ibas aprovecharte!?

—No, solo iba ayudarte a sacar el agua de tus pulmones —se sentó a su lado y la voltio a ver —, oye ¿A caso estas loca? ¡Por que nos hiciste saltar!

—¡Por que nos iban a matar! —le hablo del mismo modo —, ¿No te parece un buen motivo?

—¡Pudiste avisarme!, ¡Casi nos matas!

—No había tiempo

—Tuviste tiempo yo no vi ni escuche a nadie cerca de nosotros

—Lo estaban —miro al frente —, te lo aseguro

El volteo a verla, noto que su mirada estaba perdida

—¿Ahora hacia donde?

—Al reino de las hadas —suspiro —, tenemos que hablar con el rey par pedir su ayuda, ojalá podamos convencerlo para que nos apoye




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