2. Siempre contigo

Cap 5 Abigail

Calor, mucho calor.

¿Dónde diablos estoy?

El sonido de las olas del mar cuando irrumpen contra lo orilla es lo primero que captan mis sentidos. El olor a agua salada, el graznido de las gaviotas, un suave ronquido, el indeseable sonido de carro de los helados...

Espera... ¿Ronquidos?

¿Qué diablos?

Abro los ojos a la velocidad de la luz, pero tengo que volverlos a cerrar. Hay demasiada claridad. Intento sentarme, pero no lo consigo, un bulto sobre mi estómago me lo impide acercándome aún más a una dura pared tibia.

Un murmuro inteligible cerca de mi oído me pone la piel de gallina.

¿Qué diablos hice anoche?

Pienso, pienso, pienso...

¡Santa madre de Dios! ¡Me he acostado con el chico sexy que está más bueno que Christian Grey y Massimo!

<<Ahora sí te la rifaste, Abigail Thomson.>> critica mi subconsciente con las manos en la cintura.

<<Se suponía que tenías que mantenerte alejada de él. ¡Lo tenías bien claro, mujer!>>

<<Pero ahí vas tú y decides hacerle caso a la loca de Ariadna; pero más loca estás tú, que de tantos tíos buenos en esa fiesta, vas y te lías con este.>>

<<Eres un imán para los badboys.>> regaña mi subconsciente en carretilla.

Retazos de la noche anterior vienen a mi cabeza.

Tus ojos. Son los más hermosos que he visto nunca”

El beso más abrasador en la historia de los besos.

“Eres hermosa.”


“¿Entonces tú qué eres? ¿Un ángel? Porque juro por Dios que es justo lo que pareces ahora con la luz de la luna a tu espalda.”

¡AHHHHHHH, DIOS!, ¿pero cómo no voy a sucumbir ante esas palabras?

Si ya tenía yo razón. Un play boy de primera, de esos que tienen un arsenal de palabras bonitas para engatusar a las mujeres.

Cálmate Aby, lo hecho, hecho está...

¡Dios! ¿Cómo puede ser tan tonta?

<<No te martirices, tía. El chico está buenísimo>> intenta calmarme mi subconsciente.

¿Pero tú con quién estás? ¿Con Dios o con el diablo?; le pregunto a ese ser insoportable que habita en mi cabeza. Pero si hace un minuto me estaba regañando por haberme acostado con él.

<<Ni con Dios, ni con el diablo cariño. Yo solo estoy para hacerte entrar en razón, pero sin volverte loca.>>

La odio.

Hace unos años, luego de leer “Cincuenta sombres de Grey”, decidí comenzar a hablar con mi subconsciente. No me tachen de loca, me gustaba cómo lo hacía Anastasia, parecía divertido. ¿Les doy un consejo? No lo hagan nunca. Gracias a mi idiotez, nació By, mi molesta voz interior que no para de darme la lata.

<<No te hagas, tú me amas.>> refuta la desgraciada. <<Ahora deja de distraerte, tienes un problema que resolver.>>

De acuerdo, lo que tengo que hacer es levantarme sin que él se despierte así me evito la incómoda charla de: “Fue muy bueno, pero no se puede volver a repetir”.

Con cuidado de no despertarlo, retiro la manta de encima de mí, encontrándome con mis enormes tetas al aire. Madre mía. Solo espero que no aparezca alguien y tenga que transitar el camino de la vergüenza.

Los latidos de mi corazón están tan desenfrenados, que temo despertarlo.

Aguantando la respiración, levanto su mano de mi cuerpo. El chico se mueve murmurando algo y por un momento pienso que lo he despertado. Suelto la respiración que contenía al verlo darme la espalda, liberándome también de la pierna que tenía sobre mis muslos, de la que hasta ahora, no me había percatado.

A la velocidad de la luz me levanto y comienzo a buscar mi ropa. Encuentro la parte inferior de mi bikini rojo enterrado en la arena. ¡Maldita sea! Así no lo puedo usar, aunque pensándolo bien, a estas alturas debo tener arena hasta en el cu...

<<Palabras, Abigail.>> grita mi By.

¡Oh, Dios, ni en mi cabeza puedo ser grosera!

Sacudo el short y me lo pongo, meto la prenda en cuestión en uno de los bolsillos traseros y, luego de ponerme la parte superior del bikini, me pongo la blusa blanca de tirantes.

Busco la manta de corazones que Ariadna me prestó anoche y me doy cuenta, para mi desgracia, que el chico está enredado en ella y, para el colmo de mi surte, al darse la vuelta, se ha corrido dejando al descubierto sus dos firmes y duras nalgas.

<<Tiene buen culo>> admira mi subconsciente.

¡Oh, Dios mío! ¡Cállate!

Busco algo con qué cubrirlo no vaya ser que alguien pase por aquí y se quede admirando tan increíble obra de la natura...

<<¿Cómo tú?>>

Inmediatamente aparto la mirada de sus glúteos, avergonzada y, cogiendo su camiseta, lo cubro.

Agarro mi bolso y me marcho pitando leches con el corazón acelerado y los recuerdos de la mejor noche de mi vida.



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En el texto hay: juvenil, amor, amistad

Editado: 27.10.2024

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