Respiro profundo. Una, dos, tres veces.
Estoy en la puerta de la facultad de Psicología, acabo de salir de una reunión que me ha dejado el cerebro fundido y estoy seguro de que lo que me espera en la residencia me va a dejar peor.
Estoy estresado, estas últimas dos semanas no han sido mis favoritos que digamos.
Tenemos una competencia demasiado cerca y estamos en cero. Abigail, después de nuestra última conversación, pasa monumentalmente de mí, solo me habla durante los entrenamientos y hace lo posible para que la conversación no se desvíe. Ayer presenciamos un ataque de pánico de Addyson cuando entró a la pista y la verdad es que me asusté cantidad.
El idiota de Zion le contó a Kyle lo que sucedió en la playa y para qué contarles lo pesadito que han estado. Y sí, tenía fotos. Fotos muy comprometedoras que he hecho hasta lo imposible por quitárselas y lo único que he conseguido es que le regale unas copias a Kyle.
Y por si no fuera suficiente, esta mañana hemos encontrado una bebé en nuestra puerta. Al parecer es la hija de Kyle o de Zion con Eilyn, una chica hermosa con la que estuvieron en una fiesta hace unos meses. La muy loca abandonó a la bebé con solo una nota y ni si quiera fue capaz de dejar claro quién es el padre.
Ahora esos dos se están volviendo locos y estoy seguro de que me arrastrarán con ellos.
Sin ninguna prisa llego a la residencia, subo hasta el segundo piso y a medio camino de nuestra habitación, me detengo cuando diviso a Addyson corriendo en mi dirección.
—Hol... —Comienzo a decir, incluso levanto la mano a modo de saludo, pero pasa de largo sin mirarme. ¿Qué pasa con estas tías que todas me ignoran?
Ofuscado, llego a mi habitación. Todo está tranquilo, demasiado diría yo, si tengo en cuenta el alboroto que había esta mañana. Sobre la mesa hay un pastel, lo que se me hace muy raro y luego de percatarme de que la puerta de Kyle está abierta me dirijo a hablar con él.
Definitivamente algo pasó para que Addyson saliera como alma que lleva el diablo de aquí.
Kyle se muestra reticente a decirme qué sucedió, sin embargo no me engaña y, a pesar de que quiero insistir, todas mis intenciones se evaporan cuando menciona que es el cumpleaños de Ariadna y que debemos ir a visitarla.
Tal vez mi día mejore un poco. Abigail no tendrá forma de escapar de mí. No se lo permitiré.
***
Llegamos a la residencia para mujeres alrededor de las seis de la tarde y sinceramente, estoy haciendo todo lo posible para que este par de idiotas no noten mi nerviosismo. Desde que nos montamos en el Ferrari de Kyle, mis pies no han parado de moverse y mis manos han ido inconscientes a mi boca en par de ocasiones. ¿Desde cuándo me muerdo las cutículas cuando estoy nervioso? Ni idea.
Bajamos del coche sin emitir palabra alguna hasta que llegamos a la habitación 51. Zion toca la puerta y luego pregunta risueño:
—¿Por qué parece que van a morir de un infarto?
—Yo estoy tranquilo, no sé Maikol, él si…
La puerta se abre interrumpiendo a Kyle y mi corazón se desboca al ver a la pelirroja en un piyama verde azul, el cabello suelto, un pote de helado de chocolate en la mano, una cuchara plástica en la boca y un gesto confundido en el rostro.
—¿Qué hacen aquí? —pregunta luego de sacarse la cuchara de la boca dejando un rastro de chocolate en esos deliciosos labios con los que no he podido dejar de soñar.
Un golpe en el estómago que me saca el aire, hace que desvíe la mirada de sus labios. Miro a Zion, el idiota responsable de mi ataque y, entre dientes, murmura algo como que la voy a asustar.
Kyle se aclara la garganta y alza el pastel para que Aby lo vea.
—Addyson dejó el pastel, hemos venido a traerlo y felicitar a la homenajeada.
—Addy trajo el pastel.
Ups, tal vez pasó a comprar otro.
—¿Podemos entrar? —pregunta Zion y ella se queda mirándolo aturdida. Sin dudas no nos esperaban.
—Oh, claro… supongo. Pasen.
Entramos detrás de ella y nos encontramos con Ariadna en el sofá, en piyama también, con otro pote de helados y el mando del televisor en la mano. Nos mira confundida.
—¿Qué hacen aquí?
—¿Cómo que qué hacemos aquí? —pregunta Zion adentrándose como perro por su casa y sentándose a su lado—. Vinimos a felicitarte. ¿Está rico? —Apunta hacia el pote y sin pedir permiso, lo coge, le arrebata la cuchara y lo prueba—. Mmmm, delicioso.
Ariadna lo mira incrédula y creo que va a protestar cuando Kyle interviene.
—Addy me dijo que era tu cumpleaños y hemos querido pasar a felicitarte. Y hablando de Addyson, ¿dónde está?
Idiota. ¿No puede ser más obvio?
Una sonrisa conocedora se cruza por el rostro de Ariadna y antes de que mi amigo quede en ridículo, me acerco a la homenajeada.
—Felicidades. —Le tiendo la bolsa de regalo y ella la coge curiosa. Antes de venir pasamos por una tienda y le compramos un bolso. Por supuesto que de eso no entendemos ni pío, por lo que lo escogió la dependienta.