2. Siempre contigo

Cap 13 Abigail

<<Lo escuchaste, ¿verdad?>>

Sí.

<<¿Entonces se puede saber qué carajos haces aquí parada como una idiota?>>

No lo sé.

“Ha sido un placer conocerte, Gail”

Gail… No Aby o Abigail, me llamó Gail. La madre que lo parió, Maikol es MK. ¿Pero cómo es posible?

<<¿Qué importa eso? No pierdas el tiempo.>>

Sé que By tiene razón, pero maldita sea, no me puedo mover, mi cuerpo no me obedece, aún está en shock, aún no lo ha procesado totalmente.

<<Estás embarazada, Abigail y ese hombre que a cada segundo que pasa, se aleja más y más, es el padre. ¡Espabila, tonta! Maikol es MK y MK está enamorado de una chica que conoció cuando llegó a Milton Black y que es un poco complicada. O sea, tú.>>

Nunca dijo que estaba enamorado.

<<Hay veces que las palabras sobran.>>

¿Ahora estás de su lado?

<<Maikol ha demostrado ser un buen chico y que tú le gustas; nada que ver con Víctor. Yo le creo, Addy le cree, Ariadna también… la única que no se ha dado cuenta eres tú. Así que ponte las pilas y síguelo o te vas a arrepentir el resto de tu vida.>>

Tienes razón, By, tienes razón.

Sin perder un segundo más subo la manija de mi maleta y la arrastro conmigo mientras corro lo más rápido que mis tacones me permiten.

—¡Maikol, espera! —Pero sigue caminando. Es más, creo que acelera el paso—. ¿Estás sordo? ¡He dicho que te detengas!

—¿Qué quieres? —pregunta de repente provocando que casi choque contra él. Su voz es dura y fría y yo me reprendo mentalmente por ser tan tonta. Aclaro mi garganta y, como haría Ariadna, levanto mi cabeza, yergo mi cuerpo y lo miro a los ojos.

—Entraré contigo, pero solo porque la reservación está a mi nombre y es una locura desperdiciar un fin de semana en este lugar.

Sin esperar respuesta paso por su lado y me dirijo a la recepción. El Lago Sanz es uno de los lugares más maravillosos de New Mant, es un paraíso natural con enormes y frondosos árboles que cobijan una magnífica construcción, rodeada de uno del lago más grande del país. Un hotel spa.

—Buenos días, tenemos una reserva a nombre de Abigail Thomson —le digo al chico tras el mostrador. Un moreno muy guapo, de sonrisa dulce y ojos color miel.

—Un segundo, por favor.

Por el espejo gigante de la pared detrás del chico, veo cómo Maikol sonríe mientras me mira. Desde dónde está no puede ver que lo observo por lo que me deleito con la vista. Es guapísimo y parece feliz.

Por mí.

***

La habitación es enorme, las paredes son de piedra y el suelo de madera. En el centro hay una cama gigante vestida con una sábana blanca y cojines rojos en forma de corazón, un televisor, una mini chimenea con dos asientos blancos al frente, un closet blanco y un jacuzzi. En una esquina hay una puerta que supongo que conduce al baño y la puerta que da al balcón es de cristal cubierta con unas corinas blancas con encajes rojos.

Corro las cortinas y me maravillo ante la belleza del lago. Estoy seguro de que esta es una de las mejores habitaciones del hotel.

—¿Cuándo es el cumpleaños de Zion?

—En enero, ¿por qué? —pregunta confundido.

—Porque vas a tener que ahorrar desde ya para comprarle un regalo. Esto debió haberle costado una fortuna. —Maikol me dedica una sonrisa un poco tensa mientras deja las maletas cerca del closet y se acerca a las ventanas. Parece incómodo.

—Ni lo menciones, ese tío está loco. Hace unos años, el señor Bolt compró una buena parte de las acciones de este hotel y cuando Zion cumplió los dieciocho le regaló el dos por ciento como regalo de cumpleaños. Esto no es nada para él, pero sigue estando chiflado. ¡Hay un jacuzzi, Aby, hay un puto jacuzzi en la habitación! No era necesario tanto lujo.

Observo a Maikol con curiosidad, parece abrumado con todo lo que le rodea. Por lo que me ha contado de su niñez, ha pasado muchas dificultades debido a la situación económica del hogar donde se crió. Me pregunto si alguna vez ha estado rodeado de tanta majestuosidad. Creo que no.

Un silencio un poco raro se cierne sobre nosotros y yo comienzo a ponerme nerviosa. Estamos solos, las cosas están en calma, pero no me cabe duda de que cada vez que estamos solos, terminan sucediendo cosas y, al contrario de lo que dije hace un rato, no me arrepiento. Es imposible arrepentirse cuando sentí tocar el cielo con mis manos de tanto placer.

—Voy… Mmm… necesito entrar al baño —balbucea mientras se pone de pie. Saber que no soy la única nerviosa, hace que me sienta un poco mejor.

Coloco mi maleta en el borde de la cama y comienzo a desempacar, sin dudas la maleta la llenó Addy, todo está metódicamente organizado tal y como le he enseñado. Si hubiese sido Ariadna, habría mandado dos o tres maletas. Me alivio un poco cuando veo que han empacado mis conjuntos favoritos, aunque no puedo esperar menos de ellas, me conocen mejor que nadie.

Una risita pícara se me escapa cuando veo una prenda de encajes que definitivamente es nueva, la abro y algo cae de ella. Es una especie de blusa que se debe pegar al cuerpo como una segunda piel, un escote gigante y un vuelo inferior que cubre un poco las partes íntimas. Recojo la pieza inferior que calló sobre la cama. Unas bragas de encaje un poco raras y que al momento que logro entenderla, me doy cuenta de que sin dudas, Ariadna estuvo presente en la confección de mi equipaje. Tiene dos huecos, uno en la parte de adelante y otro en la de atrás, vamos, no hay necesidad de quitárselas para pasar un buen rato.



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En el texto hay: juvenil, amor, amistad

Editado: 27.10.2024

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