2. Siempre contigo

Cap 22 Maikol

🌹Capítulo dedicado 

a

Yencir🌹

 

Cuando Addyson me llamó diciendo que Aby había sufrido una hemorragia nasal sentí que el alma se me iba a los pies y salí corriendo a verla.

Hoy me tocaba cuidarla, quería realmente estar con ella pero me fue imposible. Sabrina, desde que supo que Aby estaba enferma ha insistido en venir a verla, no creo que los hospitales sean un lugar para niños, pero conversando con Ariadna, sí, me he hecho muy cercano a esa chica, me di cuenta de que lo mejor era que la visitara hora y no después.

Ahora que todavía vería a la chica que guarda en su memoria y no a la que estará con nosotros en unas semanas. Supe a qué se refería inmediatamente, pero sus ojos y su tono de voz, me hizo pensar que sería peor de lo que yo imaginaba.

Me convenció también el hecho de que a Aby podría levantarle el ánimo ver a Sabrina y compartir un rato con ella, así que, cambiando mi turno con Addy fui a Nordella a buscar a mi chica. No llevaba media hora cuando Addyson llamó y yo lo único que pude pensar fue que debería haber estado ahí.

Pero ahora lo estoy y eso es lo importante.

Le pido permiso al doctor para que Sabrina entre a verla, no le hace mucha gracia, pero supongo que también cae en el hechizo de mi brujita porque nos permite quince minutos y sé que ha valido la pena, cuando la sonrisa de mi chica al verla es tan grande y genuina que hace cosas raras con mi estómago.

Sabrina le dice que le hizo un dibujo, pero el cabeza rapada, supongo que se refiere al doctor, no se lo dejó entrar, pero que no se preocupe que cuando salga de aquí, lo podrá ver. Mi brujita le hace cuentos de los otros chicos de la Casa Mihor y Aby la escuche encantada. Hoy parece feliz.

Pero desgraciadamente el tiempo que el doctor nos permitió, llega a su fin y Sabrina, con los ojos llorosos se despide de Aby prometiéndole que regresará pronto.

Cuando saco a Sabrina de la habitación, Zion la está esperando para llevarla a casa. Al verlo, mi brujita corre hacia él y enreda sus manos en su cuello, cuando Zion se endereza, hace lo mismo con sus pies. Si no supiera que soy su chico de chocolate, me pondría celoso.

Regreso a la habitación y Aby me sonríe. Yo le devuelvo el saludo.

—Gracias —dice cuando me siento en la butaca al lado de la cama.

—De nada. Estaba loca por verte. Espero que te haya gustado la sorpresa.

—Me ha encantado.

—¿Cómo te sientes? Me he asustado cuando Addyson me llamó hace un rato.

—Bueno, me siento todo lo bien que me puedo sentir en estas circunstancias y para la hemorragia nasal me recetaron un spray, sangra de vez en cuando, pero se controla fácil.

Los días pasan, cada uno más lento que el anterior y, aunque Abigail se empeña en decir que todo está bien, sé que no es así. Su rostro lo dice todo, está pálida, con bolsas oscuras enormes bajo su rostro, los labios agrietados y esos ojos azules hermosos han perdido un poco de luz. La fiebre no ha remitido y sus análisis no muestran ninguna mejoría.

En sus brazos hay moretones producto a los constantes análisis y sé que le duelen y le incomodan. En varias ocasiones ha dicho que no soporta más la cama, pero apenas puede sostenerse en pie por el cansancio. Hay días que conversa con nosotros e intenta reír, hay otros en que se encierra en su cabeza y no le permite el paso a nadie. Hoy está histérica, todo le molesta, pero no es para menos.

Hoy hace trece días desde que la ingresaron y aparte de todos los síntomas que ha venido presentando, le noto un poco de falta de aire. Ella dice que son ideas mías, pero no, su respiración no está igual. Hace un rato llamé a la enfermera de guardia y vino a chequearla, me dijo que cualquier cosa que sintiera que empeoraba, le avisara inmediatamente.

Dado que Aby hoy no está muy charlatana, me pongo a estudiar en el móvil, no sé cuánto tiempo ha pasado, cuando la siento demasiado incómoda; no para de moverse en la cama por lo que me acerco a ella un poco preocupado.

—¿Sucede algo, cielo?

—Nada —responde cortante—. Solo… solo estoy un poco agotada.

Una alarma se enciende en mi interior. Su respiración es más irregular que hace un rato, demasiado diría yo. Sin decirle nada, salgo de la habitación y busco a la enfermera, quién, luego de revisarla, sale a buscar al doctor.

Mi corazón comienza a correr a un ritmo insospechado al mismo tiempo que intento calmar a Aby que se ha alterado y por consiguiente, su respiración empeora. Toma sorbos de aire demasiado grandes pero todo parece indicar que no es suficiente. Por momentos da la sensación de que se ahoga y yo me pregunto por qué tarda tanto el doctor.

Cuando Javier llega, lo hace junto a tres personas más, una rubia, que si no me equivoco, es la misma que estuvo cuando la punción, un señor bastante mayor y uno jovencito. Me piden que salga y yo me niego. No puedo dejarla sola.

Javier amenaza con llamar a seguridad, miro a la chica acostada en la cama y decido marcharme, lo que sea que los médicos tengan que hacerle, es mejor que lo hagan ya. Solo estoy interfiriendo.

Salgo de la habitación y me apoyo en la pared. Los oídos me pitan y mi respiración se acelera. Tengo este maldito nudo en el estómago que últimamente no me abandona y en un vano intento por tranquilizarme, alboroto mi pelo.



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En el texto hay: juvenil, amor, amistad

Editado: 27.10.2024

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