🌹Capítulo dedicado
a
María Reyes🌹
Nueve horas, nueve puñeteras horas sin saber ni una mierda de cómo está. Si no es porque el señor Thomson y su esposa están tranquilos esperando, incluso Ariadna no dice ni pío, yo ya hubiese montado la tercera guerra mundial para que me dieran noticias.
Los nudillos los tengo magullados de golpear a ese mal nacido y me duele todo el cuerpo de las puñeteras sillas ¿No pudieron haberlas hecho más cómoda? Joder, por lo general el que las usa, lo hace por horas, esto está acabando conmigo.
De repente las puertas se abren e ipso facto me pongo de pie. Javier sale anotando algo y al vernos saluda.
—¿Cómo está doctor? —Un suspiro nada alentador se escapa de sus labios.
—La paciente está delicada, su estado es bastante complicado. —Comienza explicando y el alma se me cae a los pies—. Abigail ingresó a terapia intensiva, tuvimos que inducirla a un coma farmacológico e intubarla para conectarla a un respirador artificial. Después de realizar dos paros cardiorrespiratorios decidimos hacer un TAC de control y encontramos un hongo en la cavidad pulmonar que requiere de tratamiento con antibióticos. Haremos lo posible por salir adelante.
Haremos lo posible por salir adelante… lo posible. Eso no suena muy alentador.
El médico responde algunas de las preguntas de los señores Thomson y nos informa sobre las visitas. A las ocho de la mañana solo puede entrar una persona durante veinte minutos, a las cinco de la tarde, durante un lapso de una hora, podrá entrar a verla el que quiera, pero siempre de uno en uno y posteriormente a las ocho de la noche, solo podrá entrar uno de nosotros.
Vanesa me ofrece ir al hotel en el que se hospedan para darme un baño y descansar algunas horas hasta que llegue el horario de visita y a pesar de que me niego, Manuel me obliga.
Dado que todos queremos verla, pero no podemos, decidimos que lo haríamos diez minutos y que los primeros serían Vanesa, Manuel, la hermana mayor de Aby, Dani, Ariadna y Addyson. Yo entraría en la visita de las ocho y mañana sería el turno de Lucas, el otro hermano, en la visita de la mañana. Zion y Kyle dicen que en algún momento la verán, pero que su tiempo me lo donaban a mí. No puedo evitar reír. Estos chicos son los mejores.
Entrar a verla es devastador. Cuando vi salir a Addyson y me contó lo que vio, me preparé mentalmente, pero nada en esta vida te prepara lo suficiente para ver al amor de tu vida acostada en una cama casi sin vida, conectada a una máquina para poder respirar.
Daría lo que sea por ser yo el que estuviese en su lugar.
Y solo permito que una lágrima surque mi rostro pues los médicos dicen que ella nos puede sentir y me niego a que sepa cuan devastado estoy. Ella me necesita fuerte, y así me tendrá.
Al día siguiente regresamos todos al hospital justo para el parte médico a las cuatro de la tarde y al parecer Dios nos odia porque las malas noticias siguen llegando. Anoche tuvo dos paros cardiorrespiratorios más y su condición sigue siendo delicada, aun así; Javier nos da ánimos; para él, Aby es una chica muy fuerte.
Cuando llega la hora de la visita volvemos a rotarnos, Vanesa y Addyson salen llorando y a pesar de que verlas así rompe algo dentro de mí, me hago el fuerte por ellas, mientras les aseguro que todo estará bien. Porque sí lo estará, ¿verdad?
Al parecer todos dieron por sentado que el turno de las ocho sería para mí porque no tuve ni que pedirlo.
Sentándome en la butaca al lado de su cama, me pregunto si no le será incómodo el tubo en su boca. Con mis manos temblorosas sujeto su mano, me gustaría no tener los guantes para poder tocarla, sentir su piel, su calor, pero no puede ser y lo acepto, por ahora, pero juro que cuando toda esta pesadilla acabe, la abrazaré y no la soltaré en tres días, tal vez más.
—Hola, preciosa… —le digo pero mi voz suena ronca por la presión en mi pecho y el esfuerzo en contener las lágrimas—. Tengo curiosidad, ¿es lindo el lugar dónde estás? Sé que estás dormida, pero me gusta pensar que en vez de no sentir nada estás en una especie de sueño permanente, en el campo, la playa, no lo sé… —Hago una pausa y lleno mis pulmones de oxígeno—. Quiero pensar que sonríes y que eres feliz, pero oye no te acostumbres a ese lugar, ¿vale? Te extraño demasiado, te necesito aquí conmigo, a mi lado, iluminando mis días.
Beso la palma de su mano pero el naso buco me impide sentir su suave piel, la acaricio con mis dedos mientras observo los moretones producto a los pinchazos diarios. Esto no es justo.
—¿Quieres saber algo gracioso? Ariadna me cae muy bien, esa chica sabe defender lo que quiere con uñas y dientes. Anoche los padres de Zion estuvieron en la casa, fue un caos. Exigían una fecha para la boda, pero a Ariadna se le voló la cafetera. —Sonrío al recordarlo—. Hubieses estado orgullosa de ella, aunque por un momento me preocupé. Pensé que terminaría golpeándolos con el sartén o lanzándoles un cubo de agua.
—El señor Bolt insistía en programar una fecha para la boda antes de fin de año. Ariadna los enfrentó como toda una diva, los dejó incluso hablando solos. Ahora entiendo por qué Zion dice que ella es su ídolo, esa chica no tiene miedo a nada.