🌹Capítulo dedicado
a
Rocío Verea🌹
Feliz día de San Valentín para todos
😍😍😍😍😍
Me ha pedido matrimonio. ¡No me lo puedo creer! En serio, eso es algo que nunca pensé que haría y no voy a negar que me ha encantado.
Desde hace tiempo estoy convencido de mis sentimientos por ella, de que la quiero en mi vida por siempre y por consiguiente, que sea la madre de mis hijos y tal y como se lo dije, si aún no tiene un anillo en su dedo, es porque pensé que no le gustaría, al menos no en este momento. Pero que haya sido ella quien diera el gran paso ha sido perfecto, me arrebató la posibilidad de pedírselo, pero no lo cambiaría por nada.
Ella me ama, acaba de demostrármelo y yo soy completamente feliz, bueno, no completamente pues tengo que idear un plan para convertirla en mi esposa lo más rápido posible porque si tengo que esperar a que esté sana, me va a dar una cosa. No es porque dude que algún día estará totalmente saludable sino porque tengo entendido que después de que alcance la remisión completa, pueden pasar dos años en la fase de mantenimiento antes de ser declarada totalmente curada. Y yo no puedo aguantar dos años sabiéndonos legalmente solteros. Ni loco, ella tiene que ser mi esposa y rápido.
Cuando regreso a casa, mis amigos están merendando en la cocina y por sus rostros sé que algo no va bien.
—¿Qué sucede? —pregunto y por ridículo que sea, no puedo evitar poner las manos abiertas sobre la mesa, justo delante de ellos para que vean mi hermosa sortija. Desgraciadamente no le hacen caso.
—Nada, mi padre sigue presionando para que le pongamos fecha a la boda y Ari discutió con su madre que tampoco para de insistir. —Yo pensaba que era algo peor, en los últimos días han estado más pesados que nunca con lo del matrimonio.
—Habla con Ariadna y acaben de ponerle fecha y así se los quitan de encima. Aby ya está mucho mejor, solo esperen a que le den el alta, pero pongan la fecha desde ya, digo, eso es lo único que los detiene, ¿no? Porque tú y Ari viven la vida como dos tórtolos. —Paso mi mano por mi cabeza intentando llamar su atención, pero nada.
—No lo sé. A veces pienso que sí, que ambos lo queremos, pero hay otras, como hoy, que tengo la sensación de que ella no está segura. Además, nunca me ha dicho que me ama, ni siquiera que me quiere.
—¿Y tú se los has dicho? —pegunta Kyle y yo cojo la jarra de jugo con la dichosa mano, haciendo sonar el anillo contra el cristal. Siguen demasiado concentrados en la conversación.
—Una vez, estábamos tomando. Ella no dijo nada y yo no lo volví a repetir. Creo que ella no se siente igual, tal vez solo está presionada porque se ha metido en este problema y ahora no tiene forma de salir.
—¿Seguimos hablando de Ariadna? —pregunto—. Porque no hay forma alguna de que ella esté enredada en este asunto todavía si no sintiera algo por ti, Zion.
—Eso mismo pienso yo —comenta distraído, nunca había visto a mi amigo así, tan serio, preocupado y mucho menos por una mujer—. O sea, sé que su personalidad es explosiva y si no quisiera, este trato se habría ido por el desagüe hace rato, pero, no lo sé, ella… ¿Tú no sabes nada? —pregunta mirándome—. Tú y ella son grandes amigos, ¿no te ha dicho nada?
—No, no ha dicho nada. Es una chica bastante cerrada, no habla mucho de su vida, supongo que eso lo hace con Addy y Aby, yo solo sé una cosa: Ariadna es de las que se aburre rápido de los hombres, la que nunca ha querido una relación y si continúa contigo, es porque así lo quiere. Y solo hay que verla con Emma para saber que también ha caído por ella. Aunque le cueste admitirlo, estoy seguro de que los dos están en la misma página.
—Pero yo sí creo que deberías hablar con ella —comenta Kyle—. Pongan una fecha, no lo sé, catorce de febrero o algo así, de esa forma se quitan a sus padres de arriba y asegúrate de ser sincero, dile que la quieres, que deseas que sea tu esposa y no por el trato que tienen. Ser sincero siempre funciona.
—Supongo, veré qué hago.
Zion vuelve a su sándwich y Kyle se sirve un poco más de jugo, por mi parte, martilleo la mesa con mis dedos esperando que el sonido los canse y le presten atención a mi puñetera mano. No sé cuantos minutos pasan cuando decido que no aguanto ni un segundo más, Dios, que malos son para entender señales. ¿Es que no ven que tengo algo importante que decir? Estoy a punto de gritarles que observen mi maldita mano, pero Zion me interrumpe.
—En serio, ¿qué demonios han hecho estas mujeres con nosotros que nos tienen cogido por las pelotas? Maikol no me sorprende, era de esperar que algún día se enamorara hasta las trancas, ¿pero tú y yo? ¿Desde cuándo sufrimos por amor?
—Yo no estoy sufriendo —se defiende Kyle.
—Pero estás pensando en pedirle matrimonio y yo estoy a punto de casarme, ent…
—Yo también —interrumpo frustrado.
—¿Qué?
—Que yo también me voy a casar. —Levanto mi mano izquierda mostrando mi anillo de compromiso con una sonrisa ridícula adornando mi rostro—. Aby acaba de pedirme matrimonio.