20 A los 58

Capítulo VI- Los sentimientos

Hoy me levante y me coloque algo deportivo, empezaré a correr en las mañanas...

Coloque unos audífonos inalámbricos que Angélica me presto y me enseño como conectarlos a mi teléfono. Mientras le doy vueltas al parque, enamorada de la música romántica, mis piernas ya no soportaban más, así que pare un poco; recuerdo, olvide el agua en el refrigerador.

Al voltear rápido, tropecé con una señorita la cual lleva una camisa blanca y un café en sus manos.

—Lo siento,  señorita, perdóneme.— Casi el café cae sobre ella.

Quito los audífonos rápido.

—¡Pero Dios mío, puede fijarse, señora!. Mira lo que le has hecho a mis zapatos altos— Con cara de disgusto me mira, y lo peor de todo, es que llamo la atención de todo el que está pasando.

—Puedo limpiarlo, si quieres.

—Pues obvio, que esperas que yo lo limpie— No me quedo de otra que bajarme e intentar limpiarlo, por suerte los zapatos eran de cuero blanco. 

—Listo— Dije mirándola desde abajo.

Sigue su camino sin decir nada más, que torpe fui, gracias a Dios que ese café no cayó en su ropa. 

—Hola, ¿Puedo?—Un hombre se para en mi frente, con una botella de agua en una de manos. Me extiende la mano con una sonrisa, ayudándome a pararme.

Quede frente a él, es un señor, ya mayor, diría que tiene 61 o 63 años, pero se ve fuerte, saludable y hay que decir la verdad, está guapo.

—Gracias— Agradecí avergonzada.

—Ten, es para ti— Me extiende la botella de agua, miro atrás por si le habla a alguien más, pero no, significa que me está hablando a mí.

—Gracias, otra vez— Dije sonriendo como tonta.

—Te estaba observando, desde que llegaste— No pude evitar mirar atrás una vez más.

—¿A mí?— Pregunto dudosa.

—Si, a ti.

—Y ¿Por qué o qué?— Pregunte, tomándome el agua. 

—Me gusta el arte— Ok, pero ¿De qué está hablando? 

—Disculpa, ¿Qué tiene que ver el arte conmigo?— No pude evitar reírme del.

—Está en ti, en tu sonrisa. ¿Me puedes regalar tu nombre?— Esto es muy raro.

—No, no creo que te lo dé, discúlpame, tengo que irme— Camino nerviosa, dejándolo atrás.

—Entiendo una mujer como tú, debe ser parte de un hombre especial— Pero no puede evitar escuchar eso, entonces voltee y su mirada penetro en mi interior, seguí mi camino, sin embargo, no puede evitar mirar atrás una vez más y él ya había volteado.

—¡Mm, no, no tengo a nadie especial!— Le dije fuerte para que escuchara y entonces el volteo al mirarme una vez más, le sonreí y regrese a mi camino.

¡Ay, por Dios! Grité en mi mente, que acabo de hacer, no, no, no. ¡No! La vieja yo, no hubiese actuado así.

¿Cómo es posible? Quizás esto es mentira, si es mentira, Ana o Angélica tuvieron que ver en esto ¡Claro!

Al llegar a casa, ya estaban despierta, cuando las vi, no pude evitar reírme.

—Ustedes, no, no pudieron hacerme esto.

—¿De qué hablas mama?—  Sabe que la descubro y está igualita, mirándome como si estuviera loca.

—¿Como que de que estoy hablando? Ya dejen de actuar, fueron ustedes, sabían que iba a correr, y vieron que no lleve agua, entonces llevaron un hombre allá para que me haga ojitos bonitos y me hablara como si fuera la última mujer en el mundo, ¿Cómo me hicieron eso? Casi me lo creo, casi creo lo que dijo— Sonrió como estúpida, entonces me fije en las miradas de mi hija y nieta, y están así de sorprendidas como yo... Oh no, será, será que fue, ¿será que no tienen nada que ver?. 

—Pero ¿Qué fue lo que te dijo Abue?— Angélica me pregunta, mientras Ana esta boca abierta.

—Nada, olviden lo que les dije— Balbuce, caminando a la habitación, ellas vienen detrás de mí; sin embargo, cerré la puerta rápida. Me recuesto de la puerta, con los ojos más que abiertos, no me creo nada de esto, absolutamente nada. Me rio de mi misma...

Pero no, no Margaret, no te dejes llevar de los sentimientos, si antes dije que me sentía viva, hoy me siento como si lloviera en mi desierto.

Mi estado de ánimo se siente diferente; se siente mejor que antes, solo digo que si el destino me tiene algo preparado tendría que haber una señal, que por lo menos me dé la dirección, aunque me pierda en el camino, y del camino que hablo es nada más y nada menos que el camino del amor...

 




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