20 A los 58

Capítulo VIII- ¿Me regalas tu nombre?

Hoy me he levantado con más ganas que nunca de ir a correr, aunque me duelen un poco las piernas, pero cuando se quiere se puede. Por supuesto hoy no se me olvidará el agua.

Camino a la puerta...

—Mamá... Te amo, suerte, te lo mereces— Ana me detuvo con esas palabras, voltee para verla y estaba con esa sonrisa que siempre ha tenido desde pequeña.

—Igual yo hija, te amo con todo mi corazón— No podía quedarme ahí parada tengo que abrazarla, besa mi frente.

—Ahora ve, no pierdas tiempo— Me dice entre su sonrisa.

¿Me merezco? Claro que si, te mereces mucho Margaret, eres una mujer llena de vida, fuerte y la edad ni nada puede evitar un nuevo comienzo, la edad no es nada, solo son números, eres tú quien decide, eres tú quien busca la salida de tu pasado o prénsente que tanto te atrapa.

Después de estirarme, llevaba media vuelta al parque, me detuve amarrar uno de los cordones que se habían desamarrado, al pararme sigo en lo que estaba.

—Buen día— Es él, otra vez, va al mismo ritmo que yo corriendo.

—Buen día— Conteste.

—¿Te molesta si voy al mismo ritmo que tú?— ¿Cómo cree? Para nada me molesta, además de que huele muy bien.

—Mm, no para nada— Conteste con una sonrisa.

—¿Cómo estás?— Pero qué sonrisa Dios mío, tengo que evitar mirarlo y mirar al frente no vaya a caerme.

—Bien gracias ¿Y tú?—

—Después de volver a verte mejor— Los dos páramos, y nos quedamos mirándonos sin decir nada... —Cuanto lo siento, que mal educado, me llamo Héctor— Me extiende la mano, lo pensé para darle la mía, pero se la pase, entonces dejo un cálido beso en dorso de mi mano, mis piernas temblaron, y no fue por lo de correr, fue por ese beso que acabo de darme, retire la mano rápidamente, pestañeo varias veces muy rápido, estaba nerviosa, pero solo es un beso en el dorso de la mano cálmate Margaret.

—Mm, podemos seguir en lo que estábamos— Le digo, asienta con la cabeza, y seguimos trotando.

Cuando ya no podía más pare a beber agua, ya no podía seguir.

—Creo que hasta aquí llegue, sigue tú, si quieres— Seco mi sudor, él baja la mirada sonriendo.

—Tranquila te acostumbrarás, ¿Quieres sentarte?— Que atento.

—Ah, no te preocupes, Ja, ja.— No puedo evitar sonreír.

—¿Quieres ir por un café?— ¿No es muy pronto? Es solo un café, pero no, mejor no.

—No, mejor me voy, gracias será otro día— Volteé para regresar a mi casa, al bajar la acera, un chico casi me choca con su bicicleta, si no fuera por, por... Héctor, estoy tan pegada a su pecho que puedo apreciar más el olor de su perfume, que delicioso aroma...

—¿Estás bien?— Su voz me hizo reaccionar, estaba disfrutando tanto el aroma que perdí en él y apoyada a su pecho el cual se siente fuerte.

—Si, si estoy bien gracias. Creo que si, que iré por ese café, claro si todavía se puede aceptar la invitación— No puede ser que ande tan en el aire, primero con una Joven y su café y ahora casi me lleva otro joven en su bicicleta.

—Claro que sí. Pero, primero ¿Me regalas tu nombre?— Creo que después de salvarme  merece mi nombre.

—Es Margaret, me llamo Margaret— Conteste con confianza.

—Que hermoso nombre, Margaret... ¿Vamos?— Le sigo el paso. Hasta el café...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.