20 A los 58

Capítulo XI- La intuición

Después de reflexionar, mis princesas y yo hicimos unas galletas, salimos de compras, y fuimos a la peluquería. 

El tiempo se fue rápido, y eso me gusta, porque iré a ver esa sonrisa. Cepillo mi cabello, observándome en el espejo, recordando aquel sueño...

—¡Abuela, llego la pizza!— Nunca entenderé, porque angélica tiene gritar, que le cuesta entrar y decirme.

—En un momento salgo.

—¡Abuela!— Al escuchar ese grito, me levanté corriendo abrir la puerta, y Angélica se asusta, y al verme asustada se ríe como loca, le pego en el brazo.

—¡Caramba! Angélica ¿Quieres matarme?— Le digo molesta.

—¡Te amo! Ay, mi brazo me duele— Se queja y a la vez se ríe.

—Merecido lo tienes, vamos a comernos la pizza— Se burla de mí, mientras caminamos a la sala, y Ana esta que se ríe de nosotras.

—¿Cómo estuvo ese golpe?— Pregunta Ana. Mirando a Ana quejarse.

—Nada mal, pero... Logre lo que quería, asustarla— Responde entre risa, es masoquista, quite mi chancla para pegársela, para que me respete. —Ya, ya, ya. Perdóname, perdón Abue— Me dice tratando de quitarme la chancla... Ana se burla de nosotras, mientras corro detrás de Angélica para enseñarla a respetarme...

Al día siguiente, me levante más temprano no pude dormir de solo pensar que volveré a ver esa sonrisa, al terminar de alistarme salgo a mi destino.

Al llegar caliento un poco, lo busco con la mirada, pero no hay señal de él, siento la presencia de alguien detrás de mí.

—Te esperaba— Esa voz, voltee lentamente

—A mí...— Le pregunto mirando que tiene una mano escondida detrás.

—... Si, te traje... Una rosa, los cuatro días que no te vi, siempre te traje una— Sonrió cogiendo aquella flor.

—Gracias, está muy bonita— Contesto.

—Estaba preocupado por ti—

—Por mí...— Que tonta, porque razón tengo que repetir, obviamente es conmigo que está hablando.

—Si, cuando estas conmigo siento que huyes ¿Acaso te molesto?— Pregunto preocupado.

—No, no, no. Para nada, todo lo contrario... Me agrada... Hablar... contigo— Miro a todos los lados menos a su cara.

—A mí también, me agradas, desde el momento en que te vi.— Ay papa Dios, otra vez con esas palabras raras, me pongo rara, creo que ya mi rostro enrojeció.

—Bueno entonces. ¿Me sigues el ritmo?— Le digo, empezando a trotar, con mi hermosa rosa en la mano.

—¿Quieres salir, esta noche? Tengo entradas para el teatro.— Apenas empiezo a trotar y me detengo con esa pregunta que me paralizo el alma. Lo miro a su rostro, y trata de sonreír esta nervioso.

Entonces me acordé las palabras de Angélica, me hablo de la intuición... Entonces ahora, creo que empiezo a entender, la rosa, sus palabras, su comportamiento, y ahora... 

—¿Quieres que tengamos una cita?— Le dije sin pelos en la lengua.

—Sí... Una cita— Me dice nervioso, pareciera que suda frío, lo que me causa risa.

—Claro, esta noche, creo que no tendré nada que hacer— Respondí, entonces vuelvo a trotar dejándolo atrás, me sonrió por dentro.

Después de esa respuesta lo evité, hasta sentir que no podía seguir corriendo...

—Ah, creo que hasta aquí llegue— Le digo, tomando aire.

—No deberías trotar tan rápido.

—Lo que no sabes que es que no quería hablarte después de darte esa respuesta— Ok creo que debí dar esa respuesta... Me puse roja como un tomate, que vergüenza.

—¿Por qué tanta vergüenza?— Me pregunta sonriendo.

—Vergüenza, no para nada— Me rio, nerviosa.

—Entonces esta noche a las 7...— Lo interrumpo. Sé lo que iba a decir, que le pase mi número o que le dé mi dirección y no. Aún no. 

—Si, bueno. Tengo que irme, tranquilo sé donde queda el único teatro de este pueblo, nos veremos allá— Me retiro de su lado.

—¡Bueno, pero por lo menos despídete bien!—Al voltearme para verlo, tiene los brazos abiertos... La batallas con mi mente y corazón empieza, doy unos dos pasos para acercarme.

Solo es un abrazo, avanzo un poco más, pero después de unos segundos no puedo avanzar más, mis piernas tiemblan. Pero él termina de dar los pasos que me quedaban por dar, me abraza, su perfume me inunda, mi cabeza apoyada de su pecho duro. Y en otro segundo me alejo de aquel pecho, y mi corazón está saltando de alegría, quisiera estar apegada un poco más a ese pecho...

—Cuídate— Me dice, cuando ahora es el quien sé aleja, miro la rosa que tengo en una de mis manos y con la otra le digo adiós...

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.