20 A los 58

Capítulo XII- La Emoción

Tengo 58 años y me siento como una señorita en su primera cita. Lo primero que hice al llegar a casa fue buscar mi mejor ropa.

—Entonces vas a salir— Ana pasa a la habitación cruzada de brazos.

—Sí.

—Ya veo que sacaste la ropa, Ja, ja.

—Ya sabes como somos las mujeres nos gusta que todo esté perfecto, aunque así no salga.— El cuerpo se ponen los pelos de punta de solo pensar en esta noche.

—Me alegro mama, te lo diré mil veces, pero es que me alegro de que recuerdes lo que eres... Una mujer.— Me da un dulce beso, de esos que me paralizan el mundo en un segundo.

—No solo recordarlo hija, sino que también sentirlo... Dime ¿Qué zapatos crees que combinen con este vestido?— Se me queda observando y al vestido a la vez.

—Mm, en primer lugar. Creo que saldremos por un vestido, esta noche tienes que verte radiante. Déjame buscar en tu closet debe haber algo más— Busca entre mi ropa.

—No... Pero este vestido nunca me lo he puesto—

—Mamá, ese vestido no. Está rarito— Se burla, pero es que a mí me gusta el vestido. Quito mi ropa para medírmelo mientras ella busca...

Al terminar de acomodármelo, me miro al espejo.

—¡Wow!, definitivamente ¡Wow!... Mama realmente no pensé que ese vestido se vería así en ti. Te juro que hace un momento tenía la imagen más rara de esa cosa. Pero te queda tan perfecto.— Me doy media vuelta.

—¡Ah! Te asombré hija, un día escuché a alguien decir: "Que no es la ropa, si no más bien la percha"—

—Te queda muy hermoso,  acompañado de estos tacones de plataforma— Quito mi vestido, tengo que lavarlo y ponerlo a secar temprano.

—Hija, ¿Dónde esta angélica?— En día de hoy no la he visto.

—Estaba hablando con el novio, hace un buen rato.— Ah, comprendo.  —Mama, vamos tenemos que arreglar ese pelo, y esas uñas— Ana, está más nerviosa que yo.

—Lavo el vestido y nos vamos a la peluquería.

Después de quitarle el polvo al vestido, fuimos a la habitación donde esta angélica para irnos las tres, pero estaba dormida, no quisimos levantarla, le dejamos una carta en la mesa por si no nos encontraba...

Mientras Ana conducía escuchábamos una canción romántica en la radio, la cual navego entre mis pensamientos recordando, lo que pensé ya había dado por olvidado, perdí tanto tiempo de mi vida, engañándome a mi misma. Pero ahora, al fin vuelvo a ser yo. Y lo mejor de todo es que me encanta. 

El mundo parece distinto, después de todo.

—Mamá, llegamos— Ana sale del auto.

Mientras nos arreglaban el pelo disfrutamos de un sabroso cóctel, me arreglaron mis uñas y Ana le contó a todas en el centro de belleza que tendré una cita, con eso logro que me dieran la mejor atención.

De vuelta a casa, Angélica se encontraba terminando de limpiar.

—Así que preferiste que otra persona te arregle— Me abraza llenándome de besos.

—No quería molestarte.

—Tu nunca molesta Abue, les preparé un jugo...— Va a la cocina, Ana coge sale a coger una llamada.

Angélica empezó hablar hasta más no parar, recordando cosas del pasado, pedimos comida, y pasamos el rato...

—¡MAMA! Ya son las 7:15— Ana me avisa muerta de risa, las horas pasaron volando, me levanto rápidamente.

—No puede ser— Voy corriendo al baño, mientras Ana me cae atrás muerta de risa.

—¿Qué, que pasa?— Angélica se ríe, y ni siquiera sabe que porque estoy tan nerviosa.

—Tengo una cita— Le grito desde el baño, y esta se queda callada.

—¡Eh! ¿Qué fue lo que escuche?— ¿Esta sorda o qué?

—Tengo una cita.

—¡Yupi! Abuela... Deme unos segundo que le paso algo por debajo de la puerta— Voy quitando mi ropa esperando lo que Angélica me ha dicho.  —Abue, ahí la tiene, cójala, yo nunca la he usado— ¿Qué? ¿Pero cuándo será que esta niña me va a respetar? Me ha pasado una depiladora.

—Angélica cuanto quieres apostar que salgo y te la pego— Empieza a reírse, lo cual también me da risa.

—Abuela, confíe en mí, además uno nunca sabe— Que voy a hacer con ella.

—¡Angélica!— Le grito para que me deje en paz.

—Ya, ya.

Entro a la ducha, después de salir de bañarme, me quede observando aquella depiladora, y mire parte celestial un poco peluda "Uno nunca sabe" Paso por mi mente. Y me reí de misma, creo que la emoción ya se me fue más allá de la cabeza, y me lleve de lo que me dijo angélica.

Al salir del baño, coloque mi ropa interior, Ana había planchado el vestido, coloco los tacones de plataforma, y unos pendientes.

Me coloqué crema en todo la piel,  me cambié, solté mi cabello, Y ¡Zaz! Listo.

Me observé en el espejo y no me reconocía.

Al salir Ana y Angélica me miran boca abierta.

—Abuela... Pero que hermosa estas— Lo dijo tan sorprendida y seria a la vez que no me lo creo. —

—Mamá, Estás preciosa— Sonreí.

—Bueno vámonos, te llevaremos— Angélica dice, saltando de emoción. —Espera, espera falta algo...— Corre a su habitación. Ahora que se trama.

—No, angélica otra vez no— Viene con un perfume en su mano y pintalabios. 

Me dejé pintar los labios y rociar un poco de perfume, ella se preocupa más por mí que yo misma.

—Mm, espera... Falta... ¡Un bolso!.— Vuelve a su habitación, trae un bolso entro el pintalabios, el perfume y mi teléfono. 

Saliendo al auto, al caminar me tiemblan las piernas estoy emociona y nerviosa a la vez, no puedo creer que esté corriendo tantas emociones a la vez por mi cuerpo.

Llegamos a las 8:13 minutos, Dios como pude ser tan impuntual, pensara él que me estoy haciendo la importante.

—Mamá, llegamos, así que baja y lúcete esta es tu noche— Bajo del auto.

—Gracias chicas, las amo—Les digo. Que haría sin mis muñecas.

—Nosotras también te amamos abuela— Me lanza besos con sus manos. —Ándale abuela, corre se te hace tarde, chao. Y recuerda, vivir los momentos— Viendo el carro avanzar. Me muero de nervios...




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