20 A los 58

Capítulo XVII- Extrañar

Pasamos tres días lejos de casa aprovechando el corto tiempo que nos queda y aunque extrañaba tanto a Héctor nada es más importante que mis dos princesas no la cambiaria por nada.

—Abue, venga vamos a al agua.

—Ya te alcanzo.

—No creo que andas entristecida— Ana me extiende un vaso con limonada. 

—No es eso, es que... Las voy a extrañar.

—Ma, pero aún no nos vamos, además volveremos pronto ya lo verás, venga hagamos un brindis "Por ti y tu felicidad"

...

Llego el día que menos quería que llegara, el día en el que Ana y angélica se marcharan.

Ya habían pasado las cuatro semanas y me sentía tan triste como si nunca las volvería a ver.

—Mamá, listo— Angélica asegura que recogió sus cosas. Estoy recostada en la puerta entristecida.

—Es hora— Dice Ana, entrando a la habitación.  —Por Dios mamá, regresaremos. No te pongas así, que me vas a hacer llorar— Ana me abraza.

Me acostumbré como cada vez que vuelven. Siempre digo: "No voy a llorar" Pero es que no puedo evitarlo. 

—Vamos— Me dice, sacando sus maletas fuera.

Tengo dos días que no encuentro puesto, no quiero que mis niñas se vuelvan a ir. 

Saliendo  Héctor había llegado, él prometió llevarlas al aeropuerto, subiéndonos al auto.

Se sentía la angustia todo el camino, al llegar al aeropuerto, llego el momento que más odio, el abrazo que siempre me dan, como si fuera él ultimó.

—Abuela, fueron las mejores pequeñas vacaciones que he tenido, la extrañaré mucho— Me abraza, y mis lágrimas empezaron a salir, no quería parecer tonta llorando pero es inevitable.

—Cuídate mucho mi niña, eres la persona más hermosa del mundo, nunca la olvides— Beso su frente, secando sus lágrimas que también rodean sus mejillas.

—No abuela, tú eres lo más hermoso del mundo, con esa risa única y con el corazón más bello de todo el universo, te amo Abue— Me vuelve a abrazar fuertemente, mientras llora.

—Gracias,  gracias a las dos por ayudarme a comprender, son lo más maravilloso— Ana se une al abrazo, se hizo la fuerte, pero no pudo soportarlo. 

—Mamá, no hagas esto. Mira que estamos siendo ridículas, como siempre— Empezamos a reír, mientras limpiamos nuestras lágrimas.

—Ana, Angélica. Las amo, con toda mi alma, las voy a extrañar muchísimo.— Tomando sus manos mientras la mía tiembla.

—Te amo mamá, No lo olvides mamá, cree en ti y siempre confía en tu instinto— Ana besa mi frente.

Se alejan  despacio, dejando mi corazón lleno de tristeza. Se despiden de Héctor con un abrazo. 

—Cuida mucho a mi Abue, Héctor.— Angélica le dice alejándose del.

—Ya sabes, sorpréndeme, la dejo en tus manos— Ana también se despide dándole un abrazo. 

Se alejan completamente, Héctor me abraza besando mi frente. Cuando ya no pude verlas, mi garganta estaba hecha un nudo.

—Vamos— Me dice Héctor tomando mi mano.

Extrañar es notar la ausencia de una persona y sentir pena, justo lo que sentía en este momento, talvez me acostumbre demasiado esta vez.

—¡Abue, llegamos!— Angélica me llamo por videollamada. Mientras yo me seco los mocos  y lágrimas con servilletas. 

—Las extraño— Les dije, y se ríen de mí.

—Nosotras también, Tranquila abuela pronto volveremos a vernos. ¿Te llamaré más tarde, sale? Besos— Me lanza besos. Yo igual.

Héctor entra y me ve sentada en la sala, trae una bolsa.

—Cariño tienes que controlarte. Te he traído helado— Se acerca a mí, besando mi frente y acomodándome en su pecho.

Lo mejor de todo esto, es que ya no volveré a estar sola o eso creo.

Los últimos días, Héctor había venido varias veces compartió con mis niñas varias veces. Almorzamos, hasta hemos cenado. Ahora somos más unidos, y en este momento él era mi consuelo. 

—Ya verás, van a volver— Me dice acariciando mi cabello.

—Quiero que te quedes... Esta noche— Masculle nerviosa...




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